Fundación y primeros años del colegio de los Meninos Órphãos de Lisboa (1549)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Resumen
En 1549, probablemente a instancias de Pedro Doménech, abad de Vilabertran (Gerona), João III y Catalina de Austria fundaban el colegio de los Meninos Órphãos de Lisboa. En sus primeros años, el principal objetivo de esta institución fue reclutar huérfanos abandonados a los que se instruía en la doctrina cristiana, el latín y el canto polifónico para acompañar a los padres jesuitas que partían a distintas colonias portuguesas en América, África y Asia para desarrollar su labor misional.
Palabras clave
música en las calles y plazas , misa , canciones , Veni creator spiritus (himno) , O gloriosa Domina (himno) , Aquí, aquí con grande fe, Jesú, Jesú comnosco hé (canción) , procesión , vísperas , Pedro Doménech (abad) , niños , Compañía de Jesús , Melchor Núñez Barreto (jesuita) , trompeta , atambores / tambores , niños del colegio de Meninos Órfãos de Lisboa
En la segunda mitad del siglo XIII, la reina Beatriz de Gusmán, mujer de Afonso III, fundó el primitivo hospital de los Meninos, con la advocación de Senhora do Monserrate. En 1549, como veremos en este evento, en el mismo lugar, muy próximo al colegio jesuita de Santo Antão, instituido en 1542, se funda el colegio de los Meninos Órphãos de Lisboa en el que tuvo un papel central Pedro Doménech, abad de Vilabertran (Gerona). Doménech mantuvo una estrecha relación con Ignacio de Loyola desde los orígenes de la fundación de la Compañía de Jesús. Hizo voto de entrar en esa organización en 1548, pero no parece que llegara a pedir su admisión en ella de forma legal, a pesar de lo cual se le consideraba “hijo de la Compañía”. En 1540, Doménech llegaba en misión diplomática a la corte de João III para informarle en relación a los asuntos portugueses en la curia romana. A su vuelta a Roma, fue nombrado abad de Vilabertran en 1545. El verano de 1548, volvió a Lisboa, al entorno de la corte del rey João III y la reina Catalina de Austria, donde sirve como capellán, influyendo en los monarcas para la fundación del colegio de huérfanos lisboeta. Su principal objetivo sería reclutar huérfanos abandonados a los que se instruiría en la doctrina cristiana, el latín y el canto polifónico para desempeñar un papel fundamental junto a los misioneros en distintos lugares del mundo. Esta fundación portuguesa está inspirada en las escuelas jesuíticas para alumnos externos que se habían instituido en los años previos en Padua (1542), Gandía y Bolonia (1546), Mesina (1548) y Palermo (1549).
Doménech fue nombrado como primer rector del colegio de los Meninos Órphãos de Lisboa el 15 de agosto de 1549. Cuatro días después, el 19 de agosto, salía el padre Doménech a la Ribera de Lisboa a recoger siete niños que formarían el núcleo original de la primera promoción del colegio: Afonso Lopes, Francisco Dias, Lázaro Fernandes, Luis de Alvito y Nicolau Tinoco, lisboetas, Miguel de Santiago, de Oporto, y Luis Vaz de Seia. En el colegio, los niños vestían traje talar de sarguilla parda. Cuando cantaban en las misas o salían fuera de su residencia, llevaban un hábito blanco con una cruz roja en el lado izquierdo del pecho, ceñido con una correa negra, y un sombrero blanco que los identificaba como pertenecientes a esta institución. El propio padre Doménech contaba a Ignacio de Loyola en una carta la extracción social de los primeros niños recogidos:
“Ya escribí a V. T. el principio desta casa, cómo fue de moços perdideos, ladrones y malos, que acá llaman patifess y allá [en Italia] macioli [golfillos]”.
En la inauguración oficial del colegio estuvo la familia real y sus frutos fueron espectaculares tanto en calidad como en cantidad. En 1550, un año después de su fundación, el padre Doménech llevó a Coimbra cuarenta y siete alumnos con la tarea de predicar y enseñar la doctrina por calles y plazas, causando notable impresión en la ciudad. Solo había mediado el primer curso cuando el rey pidió a Doménech que seleccionara siete niños para mandarlos a Brasil “para ensenyar a los hijos de aquellos gentiles”. El siete de enero de 1550, salían los colegiales de Lisboa, los cuales fueron el núcleo original con el que se fundó, ese mismo año, el colegio de los Meninos de Jesus en Salvador de Bahía (Brasil).
Sobre su esmerada educación y su radical transformación, da cuenta la crónica de Doménech a Loyola, en una carta fechada en Lisboa el 17 de febrero de 1551, solo un año y medio después de la incorporación de los primeros “golfillos” al colegio. El evento citado es la invitación que el rey João III había hecho para que acudieran veinte niños del colegio a la residencia de Almeirín, palacio en el que residía en ese momento la familia real. Los niños representaron una obra teatral, cantaron y bailaron, para total sorpresa y admiración de los presentes:
“La reina decía que se maravillaba cómo ninyos tan chiquitos tuviesen tanta memoria y con tanta soltura como si no estuviera allí nadie y como si fuesen de cuarenta anyos, sin se turbar nada... Acá en Almeirín han estado tres semanas y todas las noches repartían de dos en dos por las casas de señores y allá decían la doctrina, ensinnyaban y reprendían juramientos... [El rey João III pedió que cantasen] cantigas de nuestro Señor y que hiciesen unas danças pastoriles a la tudesca. Después, dos de los más chiquitos, que serían de siete años, mandóles cantar y bailar, todo en alabanza del Señor, y cantigas suyas”.
El éxito de la misión brasileña favoreció que, un año más tarde, en 1551, Doménech seleccionara diez niños para emprender un viaje a la India. Con estas palabras se lo relata a Ignacio de Loyola en una carta fechada en Lisboa, el 1 de abril, 20 días después de su embarque:
“Escreví a V.P cómo el rey me mandó que escogiese nueve [finalmente fueron diez] destes ninyos para embiarlos a la India a ensinar los ninyos indios y particularmente en tres colegios que allá se hacen dellos [en Malaca, Kollam y Ormuz], porque quiere que se críen con este spírito, digo en el spíritu y costumbres destes... Todos los días decían cantando Veni Creator Spiritus y O glosiosa Domina para que el Señor me iluminase en escoger aquellos que su majestad fuese más servido...”
Llegado el domingo 8 de marzo, salieron todos del colegio de los Meninos Órphãos por la calles de Lisboa, entonando cantos piadosos y seguidos de una multitud que los acompañó hasta la Ribeira. En un batel, se dirigieron río abajo hasta Belém, donde pasaron la noche. A la mañana siguiente: “cantou-se missa que ministraram os órphãos”. Se organizó una nueva procesión en la que los niños, portando una cruz alzada, iban cantando una de sus canciones preferidas: Aquí, aquí con grande fe, Jesú, Jesú comnosco hé. Fueron repartidos en tres naves (Esfera, Espadarte y Santa Cruz), junto a los padres jesuitas, cuyos capitanes los recibieron en tono festivo con trompetas y tambores. Partían de Belém el martes, día 10 de marzo, con un viento favorable.
Véase: http://www.historicalsoundscapes.com/evento/1019/isla-de-mozambique/es.
Como he señalado, una de las principales actividades de estos niños era predicar y enseñar la doctrina por la calles y plazas, lo cual, como era habitual, hacían cantado oraciones y letras piadosas. Con igual misión fueron embarcados otros niños educados en ese colegio con destino a diferentes enclaves en América, África y Asia.
El colegio llegó a contar en estos primeros años (1551) con 160 niños, entre internos y externos. Adquirió un gran prestigio, por lo que algunos nobles consideraron esta institución el lugar el idóneo para la educación de sus hijos. De ello deja constancia Domenech:
“En esta casa, bendito sea el Señor, hay muchos caballeros y nobles, y somos tan importunados de recibir hijos de hombre honrados, y que pagarán todo y mucho más de lo que gastaren, que si quisiésemos tomar destes quedaría poco lugar para otros. Mas en esto se tiene mucho tiento, de manera que de los ciento, los noventa son pobres [se refiere al porcentaje del 90%]”.
En 1553, Doménech volvería a España a ocuparse de su abadía, siendo sustituido en el cargo de rector por Antonio Pinheiro. Poco antes de su partida, el 24 de marzo de ese año, todavía embarcaba a otros tres niños como misioneros al Congo. Doménech salió de Lisboa a finales de abril y con él iban siete niños huérfanos del colegio. El objetivo era que desempeñaran en Vilabertran (Gerona), lugar donde se encontraba su abadía, la labor doctrinal que venían desempeñando en Lisboa. Permaneció en su residencia abacial hasta su fallecimiento en 1560.