El paisaje sonoro de las fiestas celebradas en Ceuta por el nacimiento del príncipe Felipe Próspero (1657)

Gutiérrez Álvarez, José Antonio


Resumen

El nacimiento del príncipe Felipe Próspero de Austria en 1657 fue el desencadenante de unos significativos festejos en la ciudad de Ceuta. En este artículo expondremos brevemente el contexto que los motivó y extraeremos las principales referencias a su paisaje sonoro contenidas en la crónica que recogió los actos.

Palabras clave

mojiganga , endechas , sarao , tonos , acción de gracias , Laudate pueri Dominum (salmo) , salve , salva de artillería , salva de mosquetes , bullicio en la calle , máscara , encamisada , vihuela , arpa , villancico , juegos de cañas , correr la sortija , vísperas , don Pero palo o estafermo , comedia , tambor , sonaja , pito de agua , almirez , policoralidad , atabales , proyecto cofradías , cofradías con advocaciones de santos y santas , Miguel de Rojas Soria de Campos (cronista, médico) , Juan Fernández de Lima (marqués de los Arcos y Tenorio; gobernador de Ceuta) , Felipe Próspero (príncipe) , Felipe IV (rey) , Mariana de Austria (reina) , Baltasar Carlos (príncipe) , María de Noroña y Abreu (condesa de Crecente) , tañedor de arpa , tañedor de cítara , tañedor de rabel , tañedor de vihuela , capilla de música , cabildo de la catedral , estudiantes , cofradía de San Nicolás , artillería , cantores


El 28 de noviembre de 1657 la reina Mariana de Austria, esposa de Felipe IV de España, dio a luz a un niño sano, que sería conocido por el nombre de Felipe Próspero. La noticia supuso una gran satisfacción, ya que, desde la muerte en 1646 del príncipe Baltasar Carlos, era notoria la preocupación por no contar con un sucesor varón que heredara el trono. Por ello, este nacimiento fue motivo de múltiples muestras de júbilo, descritas en detalle por los cronistas; no sólo en las urbes de mayor influencia, como Alcalá de Henares, Barcelona, Granada, Madrid, Segovia, Valencia o Valladolid (incluso en Roma la comunidad de “súbditos y afectos” hizo su fiesta), sino también en otras de menor población ubicadas en zonas periféricas, como Fregenal de la Sierra, Gibraltar, Huesca o Llerena.

Entre estas últimas destacó el caso de Ceuta, enclave español en el norte de África donde la buena nueva desencadenó una serie de eventos festivos que no parecen haber tenido apenas precedente en la localidad hasta entonces. Cabe decir que el alumbramiento se inserta cronológicamente en uno de los periodos histórico-políticos de mayor importancia e incertidumbre que vivió Ceuta en la Edad Moderna, marcado sobre todo por los conflictos territoriales provocados por la separación entre Portugal y España iniciados en 1640 y que no acabaron hasta 1668 con la firma del Tratado de Lisboa, por el que por fin se reconoció la independencia del país luso y la incorporación definitiva de la plaza africana a la Corona de España. En este ambiente de cierta incertidumbre para Ceuta, otrora portuguesa y en primera línea de batalla con Marruecos, se entiende que su población –ya bastante castellanizada– no dejara pasar la oportunidad de un nacimiento Real para hacer un gran gesto de reafirmación ante la Monarquía Hispana, demostrando su lealtad con gran pompa y ceremonia.

La relación de los actos –publicada en Sevilla y fechada en 10 de enero de 1658– fue redactada por Miguel de Rojas Soria de Campos, “médico hidalgo de Su Majestad” activo en Ceuta hasta, al menos, 1661. En siete páginas narró prolijamente cada uno de los acontecimientos, que se desarrollaron en el espacio –“muy dilatado y capaz”, en palabras del cronista– que hoy ocupa la Plaza de África, sus edificios y calles colindantes; deslizando un buen número de descripciones de naturaleza musical y sonora, altamente valiosas en el contexto de la historiografía ceutí debido a la parquedad que al respecto presentan las fuentes coetáneas que nos han llegado.

La noticia arribó extraoficialmente, por una carta remitida desde Tarifa, el 11 de diciembre de 1657. Esa misma tarde Juan Fernández de Lima, marqués de los Arcos y Tenorio, y gobernador de Ceuta, “echó un bando con tambores y pífanos por toda la ciudad, mandando a todos los vecinos de ella [que] pusieran luminarias”. Enseguida “todos los moradores [...] eclesiásticos y seculares” acudieron a dar “la enhorabuena a su excelencia”, incluyendo la comunidad hebrea residente en el lugar.

Por la noche se dispuso el primer festejo, consistente en una “encamisada” en la que salió la caballería al completo, “a la morisca los más, y otros a lo español vestidos, todos con hachas en las manos”. Partieron del palacio del gobernador “dando dos vueltas a la plaza, que ya toda estaba vestida de luces”. Tras finalizar el paseo “con una Real carrera, lo continuaron por las calles”, que asimismo estaban adornadas “de lucientes hachas, blandones y luminarias”, gritando vivas al rey y al príncipe, y “respondiendo con alternada correspondencia los ecos de animadas voces, diciendo: Vivan, Vivan, que su ruidoso estruendo impedía de los unos y de los otros la atención del oído”.

Tras esta comitiva, “como a las 11”, se hizo “una máscara compuesta de muchos mancebos de lo principal de esta plaza, vestidos con variedad a lo gracioso, con danzas de sarao, y otros bailes de hombres con mujeriles trajes lucidamente puestos, y diestros músicos, los cuales, con bien concertados instrumentos de arpa, vihuelas, rabeles y cítara, cantando y bailando, fueron hasta llegar a palacio, donde cantaron endechas y graves tonos, con tanta dulzura que, entregados los sentidos a la admiración, se embelesaban las potencias oyendo la blanda armonía de sus voces, que a no estar en aquella ocasión ofrecidos sus excelencias a las lisonjas del sueño, lo sonoro de sus dulces cantos les ocasionara retiros al común descanso; y dando fin a esta música, se fueron por las calles todas con mucho festejo y alegría, aclamando con vítores el Real nombre de Su Majestad y del príncipe”.

La jornada finalizó con una “mojiganga” servida por los cofrades de San Nicolás y compuesta por más de cuarenta estudiantes que iban “con tanto aparato y diversidad de instrumentos, vihuelas, machetes, sonajas, pitos de agua, tambores y almireces que, con lo armónico y suave de su concertado estruendo, con lo gracioso de sus trajes, con lo ridículo de sus figuras, ocasionó entretenimientos de singular festejo al vulgar común. Llevaban sus músicos, que mientras (no con pequeña admiración de todos) a dos coros diversos cantaban, otros fijaban vítores en el salón de palacio, plazas y calles a Sus Majestades”.

La noche siguiente hubo dos mascaradas “compuestas de más de doscientos soldados naturales de esta ciudad”, los cuales, al llegar a la plaza, se dividieron en dos bandos tirando “una cerrada carga de mosquetería y arcabucería, como si propiamente pelearan en la campaña”. Tras ellas aparecieron nuevos “regocijos de músicas, máscaras y mojigangas, cuya numerosa copia fue tan grande en lo lucido, tan vistosa en lo gracioso” que –siempre según la versión de Miguel de Rojas– “para lisonjear el oído, representando lo que en ellas vieron los ojos, es limitada y corta la pluma del encarecimiento”.

No habían apenas finalizado estos eventos –en cierta medida espontáneos– cuando llegó la carta del rey con el anuncio oficial del alumbramiento del príncipe, lo que dio pie a que el gobernador ordenase nuevos festejos. La misma tarde en que se recibió la misiva se disparó “la artillería toda, que se compone de 70 piezas de bronce, cuyos tronantes ecos suspendieron a Tetuán y sus contornos, dudando equívocos y confusos cuál fuese esta novedad”. El día después se llevaron a cabo unas “fiestas Reales de cañas” con dieciocho parejas, nueve “de moros y otras tantas de cristianos”, que entraron a la plaza “con atabales”; y a los cuatro días se dispuso el “juego de la sortija (jamás visto en esta plaza)”.

La comunidad eclesiástica también disfrutó de una destacable cuota de participación, dedicando una acción de gracias a Santa María de África, patrona de Ceuta. La ceremonia se ofició “con grandísima solemnidad y música”, celebrándose la tarde antes unas vísperas “yendo el reverendo cabildo con todo su clero, con cruz alta, en procesión [al templo] de Nuestra Señora de África, en cuya entrada entonaron el [salmo] Laudate pueri Dominum con mucha y muy devota música, [...] cantaron con mucha solemnidad, como lo acostumbra siempre esta santa iglesia, que (sin peligros de la ponderación) ser puede en lo célebre, solemne, y pío, el V. G. de los que bien se celebran en toda la Cristiandad. A la noche hubo Salve, [y] cantáronse muchos villancicos con varios instrumentos”.

En la siguiente jornada se hicieron unas fiestas “de moros y cristianos” imitando “con propiedad y similitud a las entradas que se hacen a tierra de Tetuán”, y en la sucesiva un juego de “alcancías y estafermo”; poniendo el colofón a los actos con una comedia, precedida por otra mascarada –en este caso a caballo– donde despuntó “un carro triunfal, lustrosamente armado, y dispuesto, en cuya cavidad y espacio iban músicos que, con bien templados instrumentos de arpa, vihuela y cítara, cantaban con tan dulce armonía y consonancia de voces que suspendían los aires, [...] continuáronse después otros muchos regocijos de músicas y mojigangas, e invenciones tan ridículas, que ocasionaron irrefrenable risa al común concurso”.

Al margen de que el relato de Miguel de Rojas pueda estar más o menos libre de entusiasmo o exageración de los hechos –recursos, por otra parte, inherentes a la panegírica barroca–, parece evidente que su lectura es hoy imprescindible para asomarse al paisaje sonoro de la Ceuta festejante del siglo XVII. La descripción tan detallada de los distintos instrumentos y géneros presentes en cada escena –y el uso preciso de los términos–, anima a suponer que el autor estuviese relacionado de alguna forma con el arte musical o, al menos, albergar cierta afición; por lo que, en lo relativo a esta cuestión, sí pensamos que lo narrado no debe de estar lejos de lo que Rojas pudo contemplar. Por último, cabe señalar que la crónica refleja la doble naturaleza derivada de las características geográficas y sociales de los emplazamientos limítrofes y en conflicto, como era Ceuta. Por un lado, nos muestra cómo el habitante ceutí percibía dentro de su cotidianidad algunos sonidos ya menos frecuentes en las urbes peninsulares de la época –la mayoría alejadas de las contiendas del Reino–, como el estallido de las cargas de grandes artillerías, el estruendo de los derribos, el retumbar de los arcabuces y los bullicios y sones propios de la milicia. Sin embargo, también nos revela una Ceuta normalizada en cuanto a lo ceremonial y lo festivo, que se expresa de forma similar a como lo haría cualquier otra localidad peninsular del siglo XVII, con acciones de gracias, mojigangas, mascaradas, comedias, endechas, tonos, saraos y villancicos; lo que no deja de sorprendernos, precisamente, por el aislamiento y las dificultades que padecían por lo general las poblaciones y peñones de frontera, lo que incita a seguir revisando nuestros presupuestos históricos a propósito de cómo era la vida diaria en los entonces llamados territorios de ultramar.


Fuente:

Relación, que el doctor Miguel de Roxas Soria de Campos, médico hidalgo de su Majestad, envió a la Ilustrísima señora Doña María de Noroña y Abreu, Condesa de Crescente, y Señora de las Casas de Sotomayor, dándole cuenta de las Reales fiestas y regocijos, que el Excelentísimo señor Marqués de los Arcos y Tenorio, Gobernador y Capitán General de la fidelísima Ciudad de Ceuta, ha celebrado en ella, con sus moradores, al felicísimo nacimiento del Príncipe nuestro señor (que Dios guarde), este año de 1657. Sevilla: Por Juan Gómez de Blas, impresor de dicha ciudad (1658).


Bibliografía:

Gutiérrez Álvarez, José Antonio: “‘Ser puedes vivo exemplo de lealtades’: fiesta y representación en la Ceuta del Barroco a través de una crónica de 1658”, Cuadernos del Archivo Central de Ceuta, 15 (2006), 113-148.


Creado: 25 May 2020
Modificado: 11 Nov 2020
Referenciar: Gutiérrez Álvarez, José Antonio. "El paisaje sonoro de las fiestas celebradas en Ceuta por el nacimiento del príncipe Felipe Próspero (1657)", Paisajes sonoros históricos, 2020. e-ISSN: 2603-686X. https://www.historicalsoundscapes.com/evento/1136/ceuta.
Recursos

Ceuta, Civitates Orbis Terrarum

Ceuta, vista aérea de la Plaza de África (ca. 1925), donde se puede apreciar el emplazamiento del antiguo palacio de los gobernadores, el santuario de Santa María de África, la Catedral y las Murallas Reales

Enlace externo

El príncipe Felipe Próspero (retrato de Diego Velázquez)

Enlace externo

Ceuta vista desde el campo exterior, ca. 1695 (grabado publicado por Affonso de Dornellas, 1919)