Danza japonesa en la celebración de la fiesta del Corpus Christi (c. 1590)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Resumen
Tras su llegada a Manila en 1590, el jesuita Pedro Chirino es testigo de una danza bailada por un grupo de japoneses en la celebración del Corpus Christi en la que cantaban canciones sacras en japonés.
Palabras clave
danzas , fiesta del Corpus Christi , Pedro Chirino (jesuita) , japoneses
La presencia de japoneses cristianos en Manila se remonta a 1570, fecha de la llegada de Martín de Goiti, el cual informa de la presencia de veinte japoneses, uno de los cuales, de nombre Pablo, se confiesa cristiano. La colonia japonesa vivía junto a los chinos, malucos y bisayas cerca de la casa de la Compañía de Jesús, antes de que su confinamiento en el barrio de Dilao, extramuros, se hiciera más estricto (c. 1592), cuando pasan a estar principalmente bajo la tutela espiritual de los franciscanos. En 1606, formaban parte de la comunidad japonesa más de 3.000 personas y a pesar de las prohibiciones a su principal actividad, el comercio, y a las violentas revueltas de 1606 y 1607, las cuales redujeron su número y endurecieron sus condiciones de vida en la ciudad, en 1619 seguían residiendo en Manila más de 2.000 japoneses. Periódicamente, japoneses cristianos (kirishitans) se refugian en Manila, entre ellos destaca la figura de Don Justo Takayama, notable kirishitan daimyo exiliado junto a un grupo de 300 compatriotas también cristianos y de misioneros jesuitas que llegaron a la ciudad en 1614.
Es en este contexto en el que podemos situar la noticia que recoge el jesuita Pedro Chirino en su Relación de las islas Filipinas y que ejemplifica de manera inequívoca el sincretismo cultural que debía exteriorizarse de forma habitual en la cosmopolita Manila.
“También tenían recurso a nuestra iglesia los japones, que venían a Manila a los quales vi una fiesta del Santíssimo Sacramento hazer en ella una dança bien grave i devota. Porque como el vestido dellos lo es, i el son lo hazen cantando con musica grave, i pausada, dando con las pausas unos golpes con un avanillo cerrado en la palma de la mano izquierda: a cuyo compas mudan los pies solo dando una patada: i inclinando algo el cuerpo, parece una estrañeza mui de ver, i que pega devocion, mayormente a los que entienden lo que cantan, que son cosas todas a lo divino”.
Integrada esta danza probablemente en la procesión del Corpus en la Manila de la década de 1590, volvemos a encontrar la fusión entre melodías exóticas y textos sacros en una suerte de contrafacta a lo divino, clave en el proceso evangelizador de las distintas órdenes religiosas en su expansión por los territorios de ultramar.
La ilustración del Códice Boxer, conservado actualmente en la Lilly Library de la Universidad de Indiana en Bloomington, en la que se muestra a una pareja de japoneses, probablemente refleje de manera fidedigna a los integrantes de la colonia japonesa de Manila c. 1590, ya que este volumen fue compilado en esa ciudad a principios de la década y es, por lo tanto, contemporáneo a la descripción proporcionada por Pedro Chirino.