Francisco Guerrero en la colección privada de libros y papeles de música de Jerónimo de León (1629)

Aguirre Rincón, Soterraña
Universidad de Valladolid
0000-0002-8619-5480
Ruiz Jiménez, Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988

Resumen

Francisco Guerrero en la colección privada de libros y papeles de música de Jerónimo de León (1629)

Palabras clave

inventario de libros de música , compra de libro de polifonía , obras impresas de Francisco Guerrero , Francisco Guerrero. Motteta (1570) [G 4871] , motete , cartografiando Francisco Guerrero , Jerónimo de León (compositor, maestro de capilla) , cabildo de la catedral , Juan Ruiz de Robledo (maestro de capilla) , Bernardo Clavijo del Castillo (compositor, maestro de capilla) , Juan de Padilla (compositor, maestro de capilla) , Francisco Guerrero (compositor, maestro de capilla)


En la temprana Edad Moderna uno de los procedimientos que incrementaban los fondos musicales de las instituciones religiosas era la donación de libros y papeles de música por parte de particulares. Ello se hacía tanto con la intención de alcanzar a través de esa entrega las pertinentes contrapartidas espirituales como de cubrir cualquier tipo de “deuda” adquirida con la iglesia. Tales dádivas podían hacerse en vida, supuestos en los que solía entregarse un libro o un reducido número de ellos, seleccionados de conformidad con los usos de la institución destinataria; pero las cesiones más copiosas suelen tener lugar una vez fallecido el donante y quedaban reflejadas en alguna de sus cláusulas testamentarias. Un ejemplo de estas últimas lo constituye el legado que el maestro de capilla Jerónimo de León dejó a la catedral de Valladolid en junio de 1629. Comprendía 41 volúmenes de libros impresos (algunos encuadernados formando facticios, por lo que el número de colecciones total es de al menos 63); 4 o 5 volúmenes manuscritos; 6 tratados de teoría musical, así como “doce legajos de villancicos de todas fiestas que despacio se han de ver”; “un cartapacio de letras solas grande de a pliego” y cuatro papeles sueltos con música polifónica. La donación de este maestro de capilla aumentó significativamente los fondos musicales de la catedral vallisoletana, hasta el extremo de que aún hoy representan al menos el 60% de los fondos impresos conservados.

Esta biblioteca privada resulta aún más excepcional cuando se pone en relación con la figura de su poseedor. Se trataba de un personaje secundario en la esfera de los compositores de su época, con una proyección muy local y del que, además, apenas se conserva música. Probablemente sean suyas O beata a 8 voces [partichela de tiple, tenor y bajo del coro primero, E: V 84/90] y Ay, Jesús, qué dulce penar a 8 [E: V 85/185]. Esta mera circunstancia constituye un buen motivo que nos invita a reconsiderar la relevancia de estas figuras consideradas menores dentro de la historia general del libro y de su papel como consumidores de los impresos musicales salidos de las prensas europeas más importantes, así como en la difusión de su contenido entre sus particulares redes de influencia.

El primer dato conocido de su biografía data de 1622, momento en el que opositó, sin éxito, al magisterio de la ciudad de Plasencia, cuando era maestro de capilla en Medina del Campo, una población de neto carácter comercial próxima a Valladolid. A esta última ciudad llegará tras una insistente recomendación por parte del anterior maestro de capilla, Juan Ruiz de Robledo, quien: “Por particulares intentos había aceptado una canonjía de la iglesia de Berlanga que el señor Condestable le había dado, y así, con licencia del Cabildo, se iría a su residencia con brevedad… que el cabildo se serviría de recibir en su lugar en el magisterio a Hierónimo de León, maestro de capilla de Berlanga, de quien el dicho hizo tan buena relación” [Actas capitulares de la catedral de Valladolid, 5-11-1627, fol. 448r].

Finalmente, el cabildo vallisoletano le recibirá el 3 de noviembre de 1627. Parece que a lo largo de su estancia en Valladolid fue incrementando su prestigio, ya que el Cabildo “in sacris” acordó darle una media ración que había quedado vacante el seis de junio de 1529. Tal adjudicación desencadenó un grave motín entre los músicos, hasta el extremo que se llegó a despedir a todos los involucrados.

Jerónimo de León murió el 26 de junio de ese año, solo 15 días después de la adjudicación de la prebenda, sus honras fúnebres se celebraron al día siguiente en la catedral.

El legado testamentario de Jerónimo de León es el primero de una serie de tres –le seguirán los de los maestros Miguel Gómez Camargo y José Martínez de Arce– que se hicieron a la catedral de Valladolid, caracterizados por ser tan ricos como atípicos. Parece que fue el mismo día de su muerte cuando se realizó la «Memoria de los libros y papeles de música que dejó a esta santa iglesia de Valladolid el señor medio racionero y maestro de capilla della Jerónimo de León, por su testamento ante Cristóbal de Madrigal, en 25 de junio de 1629”. El legajo consta de dos bifolios cosidos numerados del 1 al 5, estando del 6 al 8 en blanco, excepto que este último, doblado en cuarto, sirve de portada donde se anota de nuevo “Libros de música que dejó a esta Santa Iglesia el maestro de capilla Gerónimo de León” y en el margen inferior izquierdo “Entregome esta memoria el Sr. Chantre en 26 de junio de 629”.

Se trata de una relación muy completa, escrita por un amanuense que se ocupa de identificar en casi todas las entradas el formato del volumen, el número de libros o partes que lo integran, el nombre del autor y el género del repertorio, algo que, salvo escasas excepciones, permite identificaciones altamente fiables de los ejemplares. Recoge también el costo de los libros, dejando sin tasar los papeles sueltos, entre los que se incluyen dos obras del propio Jerónimo de León –una Misa y un Magnificat a 8–, actualmente perdidas. Otra mano introdujo una serie de breves comentarios al margen izquierdo de algunas entradas, casi todos del tipo “no lo ha menester la iglesia”, que aparecen siempre al lado de libros de madrigales. Quizás dichas anotaciones se hicieran cuando fue admitido el nuevo maestro de capilla, Juan de Padilla (AC, 20-10-1629, fol. 503v), pues ese mismo día se solicita: “que el chantre y el racionero Álvaro Gómez de la Cruz pongan en razón los libros de canto llano y de canto de órgano y que los entreguen al maestro de capilla, lo mismo que los del maestro que murió” (AC, fol. 504r).

El inventario refleja los valores económicos y simbólicos que los responsables del cabildo atribuían a estos libros. Primero se consignan los de mayor tamaño y grosor, los cuales, además, son todos impresos de música sacra. A partir del ítem 11, se anotan los libros de partes, encabezados por los del compositor Tomás Luis de Victoria. Al final, manuscritos, pliegos sueltos y algún volumen olvidado. Los más costosos son los primeros junto con algún voluminoso libro teórico. Esta Memoria pone de manifiesto, además, los gustos de un maestro de capilla con “grande curiosidad y deseo que tenía de ver buenos autores de la facultad y recoger sus obras”. El fondo responde, pues, a un doble interés profesional y bibliófilo, en el que se pone de manifiesto la notable accesibilidad a los impresos musicales salidos de distintas prensas europeas que por entonces existía en Valladolid, favorecida por el activo mercado del libro existente en la vecina Medina del Campo, lugar en el que, como hemos señalado, Jerónimo de León desempeñó el cargo de maestro de capilla.

En la Memoria tan solo aparece reseñado un libro de Francisco Guerrero: “Cinco cuadernos de motetes de Guerrero de la primera impresión y cosidos en ellos otro de Bernardo da Clavijo que valen dieciséis reales [544 maravedís]” (ítem 37). Al formar un volumen facticio su identificación resulta inequívoca. Se refiere a la edición Motteta (Venecia: herederos de Antonio Gardano, 1570, G 4871), conservada en la actualidad con la signatura VIII [97].

El comentario “primera impresión” podría referirse a que la mayor parte de los motetes de esta edición veneciana se imprimían por primera vez (todos salvo la antífona Regina celi, a 4 voces, Et post dies sex assumpsit Iesus, a 5 y el Pater Noster, a 8, que habían sido impresos previamente en la edición sevillana de 1555). Un significativo número de los motetes de esta edición se reimprimieron en Venecia en 1597. La catedral de Valladolid también tenía esta última edición, por lo que pudo ser este hecho el que motivara el comentario citado.

Para los detalles sobre los libretes conservados de esta edición, véase:

http://www.historicalsoundscapes.com/evento/1450/valladolid.

Fuente:

Bibliografía:

Anglés, Higinio. “El Archivo Musical de la Catedral de Valladolid”, Anuario Musical 3 (1948), 59-108.

López Calo, José. La música en la Catedral de Valladolid, vol. I. Valladolid: Ayuntamiento de Valladolid y Caja España, 2007.

Aguirre Rincón, Soterraña, “The formation of an exceptional library: early printed music books at Valladolid Cathedral”, Early Music 37-3 (2009), 379-400.

Aguirre Rincón, Soterraña. “Los fondos musicales de la catedral de Valladolid y Sebastián de Vivanco: simbología de lo presente y lo ausente”, Cuadernos Abulenses 51 (2022) (en prensa).

Creado: 25 Jun 2022
Modificado: 01 Oct 2022
Referenciar: Aguirre Rincón, Soterraña; Ruiz Jiménez, Juan. "Francisco Guerrero en la colección privada de libros y papeles de música de Jerónimo de León (1629)", Paisajes sonoros históricos, 2022. e-ISSN: 2603-686X. https://www.historicalsoundscapes.com/evento/1452/valladolid.
Recursos

Memoria de los libros y papeles de música

Motteta. E-V Impreso VIII [97]

Motteta. E-V Impreso VIII [97]. Quinta et sexta pars

Clamabat autem mulier. Francisco Guerrero