Bailes estivales en El Blanquillo o Patín de las damas
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Resumen
El Blanquillo, denominado previamente “al sitio del Patín” o “Patín de las damas”, constituía una sólida defensa contra las crecidas del río Guadalquivir que iba desde la puerta de la Barqueta a la esquina que llamaban la Torre del Gallinote. Desde el siglo XVII, en las calurosas noches de estío se convertía en un espacio de entretenimiento ciudadano en el que se organizaban bailes y serenatas nocturnas.
Palabras clave
bailes , bailes populares , velada musical , música en las calles y plazas , ciudadanos , capilla musical de la catedral , músicos
Félix González de León (1790-1854), en 1839, describe la plaza de Vib-arragel como una plaza cuadrada y bastante grande, situada junto a la muralla de la ciudad, delante de la puerta que, en esas fechas, ya se conocía como de la Barqueta. En esta plaza estaba el sitio que llamaban el Blanquillo: “que es un pedazo de la muralla que da sobre el río, muy ancho al cual se sube por dos cómodas escaleras de piedra y su suelo está ladrillado y muy cómodo por lo que en otro tiempo había en él muchas funciones y bailes en las noches de verano”.
El Blanquillo, denominado previamente “al sitio del Patín” o “Patín de las damas”, constituía una sólida defensa contra las crecidas del río Guadalquivir que iba desde la puerta de la Barqueta a la esquina que llamaban la Torre del Gallinote. Esta zona fue transformándose para mejorar su defensa desde el siglo XIV; las reformas más importantes fueron llevadas a cabo entre 1627 y 1628 y entre 1773 y 1779. Joaquín Romero Murube, en “Los jardines de Sevilla” (1955), alude a la evocación que el “Patín de las damas” le traía a “música de minué”.
El Patín de las damas, conocido así al menos desde la segunda mitad del siglo XVII, también se usaba para denominar a la zona elevada que se formó para proteger las márgenes del Guadalquivir y por ende los cimientos de la cerca almohade, creando una especie de paseo, el cual en el último cuarto del siglo XVIII se reforzó con las defensas y malecones que se elevaron desde los Húmeros a la Barqueta. Francisco de Borja Palomo nos da cuenta detallada de la reparación del Patín de las damas en 1627-1628, tras las terribles inundaciones de 1626:
“Existía también allí de muy antiguo una segunda muralla saliente que fue demolida, levantando y solando de nuevo el grande espacio que llamaban Patín de las damas, poniéndole dos anchas escalinatas que antes solo tenía una, y dejándolo muy cómodo para que los habitantes de la ciudad tuvieran en las ardorosas noches del estío un sitio ameno y fresco para sus diversiones, que alcanzó gran celebridad hasta muy entrado este siglo [XIX], porque allí la gente se reunía con frecuencia para sus bailes y serenatas nocturnas”.
El 13 de julio de 1644, el cabildo catedralicio trataba en su reunión capitular sobre un problema que pretendía remediar:
“El exceso de algunos músicos de la iglesia que se van muchas noches a cantar al río con personas particulares y al día siguiente se ponen en patitur... y demás de esto se tenía noticia que dos músicos tenían salario señalado de otra persona demás del que le da el cabildo”.
Se comisiona al deán para que averigüe los detalles y le ponga remedio, ya que además de un fraude atentaba contra el decoro del cabildo. Creo que es posible que, dado que el tema surge en pleno periodo estival, estas salidas nocturnas para cantar en compañía de otros músicos particulares puedan conectarse con las veladas musicales del Patín de las damas u otras similares en la ribera del río organizadas para entretener a los sevillanos en esas noches de estío.