Órgano para el convento de San Pablo (1516)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Palabras clave
órgano , Juanes Navarro (organero)
José Gestoso, en su Ensayo de un diccionario de los artífices que florecieron en Sevilla desde el siglo XIII al XVIII inclusive (vol. 3, 1909, p. 257), nos proporciona la siguiente noticia:
“Navarro (Juanes). Organero.– “Maestro de facer órganos”, marido de Juana de Pamplona. Contrató con el monasterio de San Pablo de esta ciudad la hechura de un órgano por escritura de 10 de septiembre 1516.– Libro IV de las de dicho año de Manuel Sigura. Arch. de protocs.”
En julio de 2017, intenté localizar este contrato sin un resultado positivo. El libro IV de las escrituras de 1516 de Manuel de Sigura (sig. 2220) empieza el 23 de septiembre y el libro III (sig. 2219) finaliza el 27 de agosto. Al encontrarse el protocolo notarial citado en las primeras escrituras del libro IV, estas parecen haberse perdido en el trascurso de los ya más de cien años desde que Gestoso lo consultara, privándonos de los posibles detalles de este instrumento.
Desconocemos otras noticias sobre la actividad de Juanes Navarro en Sevilla que probablemente residiera en la ciudad durante la construcción de este instrumento, a tenor de la cita a su mujer. Podría tratarse del organero Juan Navarro, activo en tierras aragonesas entre 1511-1522 y formado en el taller zaragozano de Juan de Córdoba.
Por el momento, es la primera referencia a la presencia de un órgano en el convento dominico de San Pablo, pero dada la relevancia de este cenobio todo induce a pensar que debió contar con este instrumento desde fechas tempranas y que el órgano de Juanes Navarro sustituyera a otro anterior. Los dominicos acompañaron al rey Fernando III en la conquista Sevilla, representados por su confesor fray Pedro González Telmo (San Telmo), por lo que la fundación del convento hispalense arranca en 1248 con San Telmo como su primer prior, según la tradición. La dotación del espacio conventual fue llevada a cabo por el rey Alfonso X , en 1253, cuando les entrega casas, iglesias y huertas que ya poseían anteriormente. El convento fue favorecido por monarcas sucesivos como Sancho IV y Fernando IV, por la autoridad concejil y por la oligarquía sevillana bajomedieval. Cuando en 1514 se cree la nueva provincia bética o de Andalucía, el convento de San Pablo era el más poderoso y magnificente de su demarcación.
No sabemos dónde estarían ubicados los primeros órganos. El templo primitivo era de planta basilical, con tres naves y un profundo presbiterio cubierto con bóvedas de nervadura de piedra al modo gótico, donde se encontraba originariamente el coro. La iglesia original sufrió un incendio en tiempo de Pedro I de Castilla, reconstruyéndose con el apoyo del monarca en el mismo solar. La segunda ruina del templo no puede datarse con seguridad, pero probablemente fue como consecuencia del terremoto que asoló la ciudad la mañana del 5 de abril de 1504. El 9 de octubre de 1680, otro temblor de tierra volvió a dejar el edificio muy afectado. En la restauración se acordó alargar “el coro alto y bajo, de que resultaba que todos los arcos quedasen iguales en sus claros y más desahogado y capaz el coro, que lo necesitaba”. Según un graffiti del forjado del coro, encontrado en una reciente actuación sobre el mismo, esta parte de las obras se hizo en 1690. Un manuscrito contemporáneo de los hechos lo describe así:
“El coro bajo era su bóveda de cantería, reedificado a lo moderno, hermoseado con adornos de altar, pinturas, y azulejos, y reja, que le hacían muy vistoso, y sobre él caía el alto con su sillería a lo moderno de caoba y ciprés muy pulida y bien labrada”.
No sabemos si la construcción del coro alto databa de la reedificación de 1504 o de principios del siglo XVII. En el trienio del segundo priorato de fray Juan Montero, iniciado en 1612: “se labró y hermoseó el coro bajo como vemos”.
El 2 de diciembre de 1691, uno de los pilares contiguo al crucero se vino abajo, llevándose consigo la bóveda; ese mismo día, se cayó el segundo pilar y, a las once de la noche, el tercero, arruinando toda la nave central. Tras este desastre, la comunidad decidió reedificar de nuevo el edificio, encargando la traza y la obra al arquitecto Leonardo de Figueroa. La ceremonia de colocación de la primera piedra tuvo lugar el jueves 24 de julio de 1692.