Music and Relics in Lisbon, 1588
Escrivà Llorca,
Ferran
Universidad Internacional de Valencia
0000-0002-5959-2595
Abstract
In January 1588, Lisbon held the procession of receiving the relics donated by Don Juan de Borja to the church of São Roque, professed house of the Society of Jesus in Portugal. Beyond the symbology and representative elements, it is interesting to see the details of the several musical elements that were performed during the procession and the following days.
Keywords
procession , pontifical mass , salve , motet , songs , street music , ephemeral architecture , hymn , psalm , confraternities project , Marian confraternities , ethnic confraternities , confraternities with avocations to saints , guild confraternities , Juan de Borja (ambassador in Portugal and Holy Sacred Empire, Empress María of Spain major steward ) , Society of Jesus , Albert of Austria (archduke, cardinal) , crowd , wind players , children , clergy , black people , students , cathedral chapter , music chapel of the capilla real , dances , confraternities , singers , vihuela player , harpist , shawn player , rebec player , harp player , Master Ignacio (Society of Jesus) , Miguel de Castro (archbishop of Lisboa) , music chapel of Our Lady of Anunciada brotherhood , music chapel of Blessed Sacrament brotherhood from church of Madalena
A partir de la crónica de Manoel de Campos (en la traducción de Álvaro de Veancos), Relación del solemne recebimiento que se hizo en Lisboa a las Santas Reliquias que se llevaron a la Iglesia de San Roque, de la Compañía de Jesús, a veynte y cinco de enero 1588, se pueden estudiar las tipologías de capillas de diversas órdenes y cofradías en Lisboa, así como la variedad de elementos exhibidos por los jesuitas durante las celebraciones.
Toda la comitiva salió de la Sé de Lisboa en dirección hacia el Tajo. La procesión la iniciaban los “niños de la Doctrina”. Formarían parte de alguna cofradía, aunque en el texto no se especifica. Llevaban estandartes con las inscripciones Agnus Dei, Flos Campi, Lililum convalliu[m], Lignum viride, Oleoum offusum y Corona Capitis nostri. Detrás venía la capilla de música de dicha institución que cantaban motetes y canciones devotas bajo la dirección del maestro Ignacio, de la Compañía de Jesús. A continuación, venían los pendones y banderas de los diversos oficios de la ciudad acompañados por danzas. En una de ellas, los niños vestían de pastores. Es muy probable que estos niños, al igual que la mayor parte de los niños participantes en la celebración –más de mil quinientos–, tuvieran vinculación con la Compañía principalmente como estudiantes de alguno de los colegios de Lisboa o del resto que los jesuitas tenían en Portugal.
Seguían las diferentes hermandades y cofradías “que eran más de cinquenta, y por su devoción quisieron acompañar las sanctas reliquias en este día, no soliendo salir a ningunas otras procesiones”. Muchas cofradías iban acompañadas de sus capillas de música. La del Santísimo Sacramento de la iglesia da Madalena era la más numerosa y había acudido “con sus particulares chirimías; de las quales avía capillas repartidas a trechos por toda la procesión”. Seguían después trescientos religiosos de diversas órdenes (carmelitas, carmelitas descalzos, agustinos, jesuitas, …). Luego venía la clerecía, yendo en la parte final el cabildo catedralicio y los capellanes de la capilla real.
Llegando la procesión a la plaza llamada Peloudino viejo, había un catafalco muy grande al que se subía por cuarenta escalones decorados con sedas. Este escenario representaba la Gloria, con columnas y un cielo pintado y decorado de estrellas, rodeados de doseles brocados y velos “a la manera de nubes”. Encima del escenario había muchas personas –la mayoría niños–, todas vestidas de ángeles. Representaban las tres Hierarchias angelicales y se distribuían en niveles. Cuando llegaron las primeras andas de reliquias, se abrieron las cortinas “y aparecieron más de 60 ángeles”, que formaban un coro, más abajo [de] los “principados” formando un segundo coro que representaban arcángeles y “en la postrera y más baxa grada estavan los ángeles vestidos de varias [sic] colores con puñales y alfanjes ricos en las manos. Aunque algunos dellos en lugar desta divisa, llevaban vihuelas, harpas, rabeles, y citharas con que tañían y cantavan, imitando con su música la gracia y suavidad de los Ángeles. En este encuentro se levantaron todos, recibiendo las sanctas Reliquias con un alegre canto muy al propósito de la fiesta”.
El poema, estructurado en versos asclepiadeos, demuestra la admiración a las reliquias con referencias alegóricas a Virgilio, Dante y otros autores clásicos. Al terminar, los ángeles se incorporaron a la procesión delante de las primeras andas “continuando su música, ya unos ya otros, cantando varios motetes y canciones en loor de las sanctas reliquias”.
Cuando llegó el segundo grupo de andas a esta plaza, se descubrió otra parte del catafalco y “con gran música y estruendo de chirimías” apareció la segunda jerarquía de ángeles. Más de cincuenta personas vestidas de ángeles se incorporaron a la procesión cantando Quid non terras sperare iubent en metro anapesto con “muy suave música de varias suertes; porqué demás del coro que entre ellos venía, avía también dos ternos de ángeles de escogidas voces, que se remudaban a vezes, cantando varias rimas y sonetos con instrumentos que tañían”. En el momento en que el tercer grupo de andas llegó a la tarima se descorrieron las cortinas que cubrían la tercera jerarquía de ángeles: serafines, querubines y los tronos (Ophanim) recibieron a las reliquias entonando Quisquis haec Divinum monumenta cernis “y con este canto baxavan todos la escalera por su orden”.
De los arcos de triunfo dispuestos durante la procesión existen muchos detalles, pero no hay indicaciones de músicos en estos emplazamientos.
A la llegada a la plaza de São Roque “quiso el serenísimo Príncipe Cardenal Alberto, ver y recebir la procesión desde una ventana que está en la misma frontera de la iglesia"…"acrecentando con su presencia y autoridad"…"y para tal efecto, antes que la procesión saliesse de la yglesia mayor, quiso su Alteza dar un passeo por las calles, que para ello estavan adereçadas”.
Las fiestas de las reliquias
Durante los ocho días siguientes se hicieron otras celebraciones en honor de las reliquias. Las descripciones de la crónica de Campos son también prolijas en cuanto a los elementos musicales. Desafortunadamente, como el resto del texto, los detalles no nos permiten reconstruir qué interpretaron ni los autores. El día siguiente a la procesión, 26 de enero, se hizo traslación y colocación de las reliquias en São Roque. La misa “de todos santos de Pontifical” la ofició el “reverendíssimo de Hybernia” estando presente el arzobispo de Lisboa. El virrey no pudo asistir, pero envió a “toda su capilla y música con todo género de instrumentos, y al obispo Deán de la capilla Real, para que la fiesta se hiziesse con toda la solemnidad possible”.
La mayor parte de cofradías de Lisboa y otras gentes dedicaron un día para peregrinar a la iglesia a honrar a las reliquias. La crónica las describe con detalle. Los pobres de la Misericordia acudieron con “cañas verdes en las manos, y con capilla de canto de órgano y chirimías, que procuró la cofradía de S. Alexo”; así como también hicieron los “moços que andan ganando en la plaça” que con “ramos verdes en las manos, y con música de vozes y chirimías” llevaron una imagen de San Gonzalo de Amarante hasta São Roque. Del mismo modo lo hicieron los “Morenos, viniendo de todas las naciones dellos, que hay más de veinte en Lisboa” con “mucha cera y cruzes”.
El cronista dedica varias páginas a los estudiantes del colegio de Santo Antônio de la Compañía que ya habían participado en la procesión principal como ángeles, santos y otros figurantes. El sábado 30 de enero salieron más de mil quinientos estudiantes en procesión con la cofradía de “nuestra Señora de la Anunciada” que era del propio colegio –donde estudiaban hijos de nobles y mercaderes ricos–. La música fue a cargo de “la capilla de canto de órgano que tiene la misma cofradía, y a vezes ella, y a veces los clérigos que en el dicho collegio estudian Theología moral, y a vezes las chirimías que llevavan, cantavan y tañían siempre hymnos y psalmos con mucha solemnidad”. Al ser sábado y la cofradía tenía costumbre, se cantó “una Salve a nuestra Señora… allí delante de las sanctas Reliquias, con variedad de vozes, e instrumentos músicos. Y mientras llegavan a besar las sanctas reliquias, continuó siempre la música, ya tañendo, ya cantado al harpa y a los órganos, canciones devotas, en loor de los gloriosos sanctos”.
Esta procesión es un buen ejemplo de estudio de elementos y prácticas musicales urbanas en la Edad Moderna a partir de crónicas. Evidentemente, éstas deben leerse siempre de forma crítica, pero sin duda, aportan informaciones muy valiosas para el conocimiento de la historia musical a través de eventos.