Celebrations made in Manila by the birth of Prince Luis Felipe (1708)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
In 1708, the city of Manila celebrated the birth of Prince Luis Felipe, firstborn of the kings Felipe V and María Luisa de Saboya. To the nine morning masses officiated in the cathedral, a wide display of festive elements characteristic of this type of events imported from the metropolis and sponsored by the city council was added, in which a clear local influence is present.
Keywords
procession , artillery salute , musket salute , announcement , fireworks , pyrotechnic devices , ephemeral architecture , comedia (secular play) , loa (a short theatrical piece) , entremés , sarao ( a party with instrumental music and courtly dances) , dances , the pealing of bells , illuminations , mass , pontifical mass , sermon , civic celebration for a royal birth , cathedral chapter , city council , clergy , town crier , shawn player , drum player , crowd , music chapel of the cathedral , clarion player , Agustín Moreto Cabana (writer) , Sor Juana Inés de la Cruz (writer) , Juan de Guevara (writer)
El 25 de agosto de 1707, nacía el príncipe Luis Felipe, primogénito de los reyes Felipe V y María Luisa de Saboya. Los festejos por este acontecimiento recorrieron toda la geografía territorial de la corona española, prolongándose la publicación de sus relaciones hasta 1709. Un ejemplo de ellas es la voluminosa Leales demostraciones, amantes finezas, y festivas aclamaciones de la ... Ciudad de Manila ... en accion de gracias por el dichoso, y feliz Nacimiento de Nuestro Principe ... D. Luis Phelipe Fernando Ioseph... impresa en Manila por Gaspar Aquino de Belén en 1709.
La noticia del alumbramiento real llegó a Manila desde Acapulco, en la nao almiranta Nuestra Señora de la Encarnación, capitaneada por Fermín de Zalaberría, el 10 de julio de 1708. Esa misma noche, a las diez y media, repicaron todas las campanas de la ciudad y se colocaron abundantes luminarias por todo el recinto urbano. Las primeras demostraciones festivas se prolongaron durante nueve días y el 15 de julio se celebró misa pontifical en la catedral, oficiada por el arzobispo Francisco de la Cuesta, con asistencia de la real audiencia de la ciudad y numeroso concurso de fieles. Concluidos estos nueve días, el 23 de julio, el cabildo de la ciudad decidió iniciar la organización de las fiestas reales por el nacimiento del príncipe durante las cuales incluirían la celebración de misas solemnes, sermones, juegos, toros, cañas, comedias, máscaras y fuegos de artificio. En una segunda reunión del cabildo ciudadano, al cual asistieron dos miembros del cabildo de la catedral, estos ofrecieron organizar un novenario de misas de acción de gracias que se iniciaría con una misa pontifical. Todas las celebraciones estarían presididas por la imagen de Nuestra Señora de la Guía que para ello sería trasladada en procesión desde su ermita hasta la iglesia catedral el día 8 de diciembre, festividad de la Purísima Concepción de María. Se invitó a todas las corporaciones civiles y sacras para participar en esta procesión y se acordó que se pregonase por toda la ciudad la obligación de que todos los vecinos intramuros y extramuros pusieran luminarias el día de la víspera y en la tarde del día 8 adornasen las calles que recorrería la procesión, la cual entraría por la puerta Real para dirigirse a la catedral. El novenario de misas empezaría el 10 de diciembre y el calendario festivo acordado, para cuyos distintos festejos se nombraron los correspondientes comisarios, fue el siguiente:
* Domingo día 9 de diciembre, fuegos y luminarias.
* Lunes martes, miércoles y jueves (10 al 12), se correrían toros.
* Jueves, viernes y sábado (13 al 15), máscaras y carros triunfales.
* Domingo, lunes y martes (16 al 18 de diciembre), representación de tres comedias con loas, saraos y entremeses.
En esta distribución, las mañanas corresponderían a las celebraciones religiosas y las tardes y noches a las de carácter profano. Veamos algunos de los elementos sensoriales más destacados presentes en los distintos actos celebrados durante estos días:
Procesión de traslado de Nuestra Señora de la Guía
La imagen de Nuestra Señora de la Guía está considerada como la talla mariana más antigua de Filipinas. Se encuentra en una ermita, extramuros de la ciudad, construida en la zona en la que se encontró en 1571 y que ha sido reconstruida en varias ocasiones (la última finalizada en 1953). La procesión salió de su ermita, como estaba previsto, el 8 de diciembre: “con salva real de artillería que estuvo disparando todo el tiempo que tardó en llegar a la puerta Real, en donde fue recebida de las compañías de guardia, que tendidas con admirable orden hicieron varias salvas con mosquetes”. Prosiguió por la calle Real, adornada profusamente con telas de China, Persia, Europa, etc., hasta llegar a la catedral y se colocó en el altar mayor, ornado e iluminado especialmente para la ocasión.
9 de diciembre
La misa de la mañana fue cantada por el señor arcediano de la catedral, el doctor José Altamirano y Cervantes. Es de suponer que toda esta serie de misas, dada su extraordinaria solemnidad, serían acompañadas con la capilla de música de la catedral de Manila, aunque el impreso no la menciona en ningún momento.
Terminada la misa, la corporación municipal se retiró a las casas del cabildo (ayuntamiento) que se encontraban enfrente del palacio del gobernador, en la plaza mayor, a la derecha de la catedral. Aquí firmaron el pregón con el que se publicarían las fiestas, el cual ya estaba preparado:
“La cual función se ordenó con muy lucido aparato de clarines, chirimías y atabales que iban vestidos de ropones y sombreretes de damasco carmesí, con gualdrapas de lo mismo en caballos de iguales señales en el color y las pintas, tan bien industriados que ni la destreza de los jinetes, ni el cercano ruido de los clarines, ni el ronco estruendo de los atabales fueron poderosos para sacarles de su paso sentado y grave”.
En el cortejo del pregón iban numerosos integrantes del cabildo municipal y algunos destacados militares, todos ellos a caballo y ataviados con sus mejores galas: “pasearon las más principales calles de esta populosa ciudad y sus extramuros, publicando la sonora voz de su pregonero lo que el alborozo de todos dictaba en lealísimos efectos”.
Por la noche, la plaza Real se había adornado con colgaduras y hachas de cera para su iluminación. La crónica cita, no queda claro si únicamente en sentido figurado, que la ciudad “empezó a entonar canciones reales de alegría”. Lo que sí tuvo lugar en ella fue el primero de una serie de extraordinarios despliegues pirotécnicos, en torno a un castillo central de cinco cuerpos en forma hexagonal, que son descritos con todo detalle: “en que se manifestaron las habilidades de los asiáticos ingenieros”.
Lunes, 10 de diciembre
La misa en la catedral fue oficiada por el arzobispo. El sermón estuvo a cargo del arcediano José Altamirano y Cervantes (recogido completo en el impreso). En la plaza de Armas, enfrente de la Real Audiencia, se dispuso un grandioso monumento efímero (“teatro”), cuyo ornato, como era habitual, estaba plagado de símbolos de exaltación del poder monárquico. En este monumento, tuvo lugar la primera de las tres representaciones teatrales que se hicieron durante estos festejos. Se comenzó con una Loa al nacimiento de el serenísimo príncipe de España don Luis Felipe, del padre agustino Gaspar de San Agustín, que se recoge en el impreso. Tras la loa, se canto el tono Cortejos cómicos Luis... compuesto para esta ocasión y con un texto alusivo al príncipe. A continuación, se representó la comedia El mejor amigo el Rey de Agustín Moreto, la cual incluye entre los personajes a un grupo de músicos que intervienen en la primera jornada y que debieron ser los que interpretaron el tono citado. Después de la primera jornada, “se entretuvo al auditorio con un gracioso entremés, al uso de la tierra”, que pudo ser en tagalo, y después de la segunda jornada, tuvo lugar “un majestuoso sarao”.
Martes, 11 de diciembre
La misa fue cantada por el arcediano José Altamirano y Cervantes. En la plaza Real tuvo lugar el primer festejo taurino, en el que participaron cincuenta toros. Por la noche, se hizo otro notable espectáculo pirotécnico, centrado en este caso “en un árbol grande, en forma de ramillete, cuya altura era de siete brazas” [la braza española equivale a 1,6718 metros].
Miércoles, 13 de diciembre
Misa en la catedral por la mañana y por la tarde se corrieron otros cincuenta toros.
Jueves, 14 de diciembre
Misa cantada en la catedral por la mañana. Durante la tarde se corrieron otros cincuenta toros. Por la noche, alumbrada la ciudad como el resto de los días por numerosas luminarias, tuvo lugar en la plaza Real un espectáculo a cargo de la población autóctona y de los emigrantes chinos (“sangleyes”):
“Ya en este tiempo estaban deseosos de lucir sus particulares ideas los indios naturales y los mestizos de sangley que aguardaban en la puerta del Parián para entrar en la ciudad a hacer un festejo a nuestro príncipe en el mejor modo que alcanzó su cortedad... conducidos y gobernados por su alcalde mayor de la provincia de Tondo, el capitán D. Francisco Cortés de Arquiza. Llegaron a la plaza, en donde lucieron muy bien discurridas invenciones, así serías como jocosas, que es a lo que más se inclinan los mestizos sangleyes... hicieron los acatamientos debidos a la real audiencia, señor arzobispo y ciudad que estaban en sus balcones. Después, el alcalde mayor... distribuyendo en cuadrillas su gente para que hiciesen las escaramuzas, parejas, caracoles y otras habilidades que el celo de su alcalde mayor les había enseñado. Consiguieron por fin su intento, pues divirtieron gran parte de la noche a la república, dejándola con grande gusto. Salieron de la plaza a pasear las calles de la ciudad hasta volver a salir por donde entraron... hasta despedirlos en la misma puerta del Parián”.
Viernes, 15 de diciembre
Misa por la mañana en la catedral y por la noche fuegos artificiales, en la que el ingenio colocado en el centro de la plaza era una fuente “de tres brazas y media de alto, con tres tazas”.
Sábado, 16 de diciembre
Misa por la mañana en la catedral. Por la noche fuegos artificiales con una estructura similar a la del viernes. Terminados los fuegos:
“Le siguió una máscara de indios naturales y mestizos que fue el cumplimiento de la alegría en esta noche”.
Domingo, 17 de diciembre
Misa solemne en la catedral por la mañana. La lluvia impidió la representación de la comedia prevista, pero por la noche permitió los fuegos artificiales.
Lunes, 18 de diciembre
Misa solemne en la catedral, “con el lucido concurso de los antecedentes”. Por la tarde, se descubrió el “teatro” construido en la plaza de Armas y se inició la representación teatral con una Loa al nacimiento del príncipe don Luis Fernando, de Gaspar de San Agustín (se recoge el texto completo en el impreso). Terminada esta:
“Se dejó percibir un diestro coro de música, que con acorde y bien compuesto punto principio la comedia con este ingenioso tono: Al arma toca el placer...” (el cronista recoge el texto completo).
La comedia representada fue Amor es más laberinto de Sor Juana Inés de la Cruz, “con el entremés y certamen de danza, que en sí tiene”. Como es habitual, en esta comedia encontramos también diversas intervenciones musicales, en este caso al inicio de la primera jornada y mediada la segunda que probablemente estarían a cargo de la misma agrupación musical que canto el tono de apertura.
Martes, 19 de diciembre
Este fue el último día de la novena. La misa en la catedral fue oficiada por el arzobispo y el sermón, recogido íntegro en el impreso, estuvo a cargo de Jerónimo de Herrera, maestrescuela de la catedral.
Por la tarde, tuvo lugar la tercera representación escénica. Comenzó con una Loa al nacimiento del serenísimo Luis Fernando, príncipe de España de Gaspar de San Agustín (como las anteriores, se recoge íntegra en el impreso). Tras la loa, se canto el tono Cortejos cómicos Luis... el mismo que había precedido a la comedia de Agustín Moreto. El final de la última representación coincidió con el ocaso y toda la artillería real disparó desde la muralla. Concluyeron los festejos con un gran aparato pirotécnico, el más ostentoso de todos los consumidos en jornadas anteriores, para el cual se había dispuesto en el centro de la plaza un castillo “de cinco cuerpos, cada uno con diferente figura...”, en el que se desplegaban las armas de los distintos territorios hispanos.
Como hemos visto, se aprecia una clara influencia local en algunos de los elementos característicos de este tipo de eventos importados de la metrópoli. El dispendio que hizo la ciudad en estos festejos fue enorme, superando con creces la cifra máxima de 2.000 pesos que por Real Cédula de 1686 se había estipulado que podían gastarse en fiestas reales, para lo cual se obtuvo el permiso del gobernador.