Celebration of the birthday of King Felipe V (1708)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
To the celebrations to commemorate the birth of Prince Luis Fernando celebrated in Manila, in 1708, those organized on the occasion of his father King Felipe V's birthday were added. A promenade, accompanied by a large triumphal carriage, was his main festive element. In the Plaza Real, at the foot of the municipal council houses and the Governor's Palace, theatrical performances of a vejamen and two loas took place, which were accompanied by the two musical choirs that were in the aforementioned triumphal carriage.
Keywords
artillery salute , movable platforms for theatrical representations , promenade , ephemeral architecture , vejamen , loa (a short theatrical piece) , bustle in the street , theatre performance , birthday , civic celebration for a royal birth , Martín de Urzúa y Arizmendi (I Count of Lizárraga, governor of Philippines) , Juan Antonio Pimentel (Juan Antonio Pimentel (governor of the Mariana Islands) , clarion player , crowd , musicians , actor-singers , Nicolás de San Pedro (Augustinian, writer)
Véase: http://www.historicalsoundscapes.com/evento/1039/manila/es.
Al amanecer, se escuchó por toda la ciudad “el tormentoso ruido de toda la artillería rompiendo el nombre [de aurora] con salva real en la inexpugnable muralla”. El cronista describe como todos los españoles vistieron sus mejores galas, sin que ninguno dejara de estrenar alguna prenda de su lucido vestuario, “según la posibilidad de cada uno”. El gobernador de la colonia, Martín de Urzúa y Arizmendi, primer conde de Lizárraga, recientemente nombrado en el cargo, dio audiencia general en su palacio de la plaza Real, asistiendo a ella toda la élite local. En la catedral, se celebró misa solemne con la presencia del arzobispo fray Francisco de la Cuesta y el cabildo en pleno.
Por la noche, alumbrada la ciudad con innumerables luminarias, se juntó en la casa de Juan Antonio Pimentel, gobernador de las Islas Marianas, lo más granado de la ciudad. Desde ella partiría un paseo, en el que el cronista, para ponderar su grandeza y evitar “la nota de apasionado”, cuantifica el gasto “de las galas, sillas, jaeces y libreas en cincuenta mil pesos”. El cortejo iba precedido por seis clarineros “rícamente vestidos”, tras ellos un paje de armas al que seguían, a caballo, Francisco de Atienza y Váñez, regidor más antiguo de Manila y el general José Maderazo. El cronista va citando todos los personajes relevantes presentes en este desfile, describiendo sus vestidos y la decoración y letras alusivas al evento celebrado en los escudos que portaban distintos pajes. Cerraba el cortejo un extraordinario carro triunfal, sobre cuatro ruedas. Tenía forma ochavada y cubierta la superficie de estaño esmaltado con espejuelos. El primer cuerpo estaba ornado “con finas pinturas”, las cuales son descritas por el cronista, y era lo suficientemente espacioso como para que se pudieran representar en él las obras que más adelante se especificarán. En cuatro de los lados se dispuso la música “que hacía dos muy acordes coros”. El segundo cuerpo tenía ocho columnas “con sus cornisas y corredores volados con cortinas de lamilla encarnada con guarniciones y flecos de plata”. Este segundo cuerpo estaba rematado por cornisas esculpidas y corredores por la parte exterior. Sobre él, se levantaba un tercer cuerpo, algo más pequeño, formado por otras ocho columnas y con similar adorno. Estaba ocupado por tres esculturas sentadas sobre un hermoso trono, las cuales representaban al rey Felipe V, la reina María Gabriela de Saboya y al príncipe Luis Felipe. Junto a ellos, otra escultura femenina, con un castillo y unas llaves en la mano, que representaba a la ciudad de Manila. Cerraba el tercer cuerpo una ingeniosa escultura que se apoyaba sobre las columnas y remataba el carro una corona sobre la que había dispuesto una representación de la Fe tremolando los estandartes reales. Tiraban del carro doce hombres que representaban distintos animales, ayudados de dos caballos.
En la puerta de las casas del cabildo, se había dispuesto una decorada estructura (“teatro”) donde había “un diestro coro de música”. Al llegar el carro a la entrada de la plaza Real, se representó, en la citada estructura, el vejamen escrito por fray Nicolás de San Pedro, prior del convento de San Agustín. Este vejamen, compuesto con la doble finalidad de la celebración del cumpleaños del rey y del nacimiento del príncipe Felipe, se inicia con una larga introducción musical en la que se combinan partes cantadas por todo el conjunto con otras interpretadas por cada uno de los dos coros en los que este se dividía y por cuatro solistas. Terminado este preámbulo, sale la personificación de la diosa Juno que irá alternando su discurso en castellano con los pasajes en latín cantados por la música.
Finalizado el vejamen, el cortejo, con su carro triunfal, entró en la plaza Real en la que, “después de varias escaramuzas y encuentros que con destreza tuvieron también ejercitados jinetes”, acercaron el carro a los balcones del palacio del gobernador. En presencia de este, representaron una loa dedicada al nacimiento del príncipe, en la que participaban cuatro actores que personificaban a Júpiter, Marte, Neptuno y Vulcano y los dos coros de música que iban en él.
Terminada la primera loa, dirigieron el carro hasta las casas del cabildo, donde se representó una segunda loa con la que se celebraba tanto el cumpleaños del rey como en nacimiento del príncipe. En ella, un solo personaje, Neptuno, alterna con los dos coros de música. Una vez finalizada esta segunda loa, salieron de la plaza por la calle Real para recorrer las principales arterias de Manila hasta regresar al punto de partida, la casa de Juan Antonio Pimentel:
“Dejando satisfecha la vista de los ricos, con tanta opulencia, de los altivos, con tanta bizarría, de los vanos, con tanto lucimiento, y de lo restante del pueblo, con tan gustosa curiosidad”.