Organist in the convent of Santa Clara in Marchena (1598)

Luis Venegas de Henestrosa, en su Libro de cifra nueva (1557), avisaba del riesgo que entrañaba el frecuente contacto entre maestros tañedores y sus discípulas:

“Plega a la divina magestad, que si en esto me engaño, que a lo menos sea motivo como se haga algún arte, para que las raras y pocas liciones valgan por muchas, porque de la frecuente conversacion que dellas procede, entre maestros, y discipulas no nazca algun atrevimiento o desverguença, con que Dios se offenda”.

Uno de estos casos de “atrevimiento” fue el que acaeció en Sevilla entre el racionero organista de la catedral hispalense Jerónimo de Peraza I y su alumna Blasina de Mendoza.

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Toda la información sobre este asunto procede del expediente de limpieza de sangre de Jerónimo Peraza II, efectuado con motivo de su elección como capellán organista de la capilla real de Granada en 1604. Uno de los encargados de la investigación fue Francisco Arzeo, capellán real, el cual se desplazó a la ciudad de Marchena (Sevilla) para hacer unas averiguaciones:

 “En cumplimiento de la dicha comisión y de otra secreta que de palabra me dio su Sª. Illma. [D. Pedro de Castro y Quiñones, arzobispo de Granada] que la hiciese por mi persona, sin notario escribano, por ser negocio tocante a la honra de tercero”.

Se trataba de recabar información sobre la madre de Jerónimo Peraza II, Blasina de Mendoza, la cual en ese momento era monja en el convento de Santa Clara en Marchena. Entre los testigos, se mando llamar a la abadesa del convento, doña Juana Ponce de León, hermana del duque de Arcos. La hermana de Blasina de Mendoza, monja en el convento de Santa Clara de Sevilla, nos dice en su testimonio que había sido Juana Ponce de León, “habrá cinco o seis años”, la que se había llevado a Blasina a Marchena, desplazándola del cenobio hispalense donde había hecho su primera profesión. Este dato nos permite saber que había llegado a Marchena entre 1598 y 1599.

Francisco Arzeo llamará también como testigo a Blasina de Mendoza, la cual confirma las lecciones de “tañer y cantar” que tuvo del organista Jerónimo de Peraza I y del resultado de las mismas:

“Estando esta declarante en casa de Luis Núñez de Mendoza y Dª Luisa de Esquivel y Martel, padres de esta declarante, siendo doncella honesta y recogida, habrá veinte y siete años, poco más o menos, le dieron por maestro de tañer e cantar al dicho racionero, el cual con muy gran secreto y recato trató de amores y amistad con ella, de la cual hubieron por su hijo al dicho Jerónimo de Peraza [II], presentado a la dicha capellanía, al cual esta declarante ha visto algunas veces que la ha venido a ver al monesterio, aunque ha sido con tan gran secreto que jamás se ha entendido en su religión cosa ninguna, por haber siempre procurado tenerlo secreto por su honra”.

Declara Blasina de Mendoza tener en el momento de su testimonio 43 años, lo que cifra su fecha de nacimiento c. 1561. No cabe duda del resultado de las clases de “tañer e cantar”, ya que uno de los testigos de todo el proceso declaró, refiriéndose a ella: “ser gran música de tecla”. Era frecuente que el aprendizaje de un instrumento de tecla por parte mujeres, al menos desde el siglo XVI, estuviese encaminado a su futura profesión conventual. En el caso que nos ocupa, más parece ser que esta pudo venir determinada o desde luego acelerada por el embarazo de Blasina, la cual, probablemente, ingresó en el convento de Santa Clara de Sevilla después de dar a luz a Jerónimo Peraza II, el cual se convertiría en otro reputado miembro de la dinastía de organistas de apellido Peraza, criado e instruido por su padre Jerónimo de Peraza I y por su tío Francisco de Peraza I.