Triumphal Entry of Peru Governor, Cristóbal Vaca de Castro
Castillo Ferreira,
Mercedes
Universidad de Granada
0000-0002-7743-6246
Abstract
This event describes the triumphal entry of Cristóbal Vaca de Castro, the first governor of Peru, in the city of Cuzco in November 1542, after having defeated Almagro's followers in the Battle of Chupas, restoring the peace after the civil wars which ravaged Peru between almagristas and the pizarristas. Various documents attest to the presence and the relevant role that music played in this event, as it was usual. Among them we can highlight a laudatory poem by Calvete de Estrella, a relation by Antonio Herrera, or those preserved in the Abadía del Sacromonte in Granada (place of burial of the Governor): a handwritten relation and a pictorial representation of the entrance.
Keywords
entry , street music , heraldic music , bustle in the street , ephemeral architecture , songs , musket salute , psalm , Te deum laudamus (hymn) , Christmas song (villancico) , Cristóbal Vaca de Castro (governor of Peru) , wind players , Juan Pérez de Guevara (captain) , Nuño de Castro (captain) , singers , trumpets
El 11 de Noviembre de 1542 entró triunfalmente a Cuzco Cristóbal Vaca de Castro, primer gobernador del Perú, que acababa de vencer a los seguidores de Almagro (que habían asesinado a Pizarro) en la llamada Batalla de Chupas. La entrada triunfal se encuentra descrita en varios documentos de la época y fue reflejada también de manera poética por Calvete de Estrella. Una de estas relaciones se conserva manuscrita en la Abadía del Sacromonte de Granada, lugar de reposo de los restos mortales de Vaca de Castro, junto con unos cuadros anónimos que ilustran las andanzas del llamado “pacificador del Perú” en las Américas. La entrada, que fue acompañada por trompetas y ministriles, se describe así en la relación manuscrita:
“Llegó a Limatambo viernes 9 de este presente año, y el domingo 11, llegando a una legua de la ciudad [de Cuzco], ordenó a la gente de la manera que había de entrar, que era de esta manera: (...)y luego iba el Gobernador en un caballo morcillo a la estradiota, y tras él iban diez pajes vestidos de terciopelo negro, y otros criados de su casa, y a sus lados iba la gente de la guardia, y a la mano derecha, porque el Gobernador iba un poco delante, iba la bandera y estandarte Real, la cual traía al Alférez General.(...) Y los capitanes Nuño de Castro y Guevara, con sus banderas tendidas con cierta copia de arcabuces en su ordenanza y concierto, y detrás de cada uno de ellos llevaban otras dos caídas que se habían tomado en la batalla, y delante de las cuatro banderas iban las trompetas. Los otros ministriles, y los dichos capitanes Castro y Guevara con la gente, iban junto al dicho Gobernador.”
La relación anónima describe detalladamente la presencia de arquitecturas efímeras como arcos triunfales encubiertos de juncias rojas y flores, y los adornos que las señoras españolas y damas principales de la ciudad colgaban de las ventanas de paños de sedas de muchos colores, y en la plaza:
“un castillo de madera, torreado y almenado con sus puertas muy grandes y bien pintadas, todo cubierto de diversas flores y rosas y otras frescas verduras. Y al pie del dicho castillo y puertas estaba hecho de bulto Cupido con un arco grande y su flecha enarbolada. Y desde lo alto del castillo, hasta el pie del dicho bulto, estaban puestas unas cuerdas muy tirantes, y en medio de ellas, junto a las almenas del dicho castillo, puesto un niño de edad de seis o siete años, vestido de un alba de lana y su estola y alas y diadema a la manera de ángel y unas dos llaves grandes en las manos; y las puertas del castillo do había de entrar estaban cerradas, y luego que el dicho señor Gobernador llegó junto allí, el dicho ángel desde lo alto bajó por las cuerdas en el aire, y así como llegó junto a donde el Gobernador estaba, hasta el altor de su caballo, y sin ningún detenimiento, extendió las manos y le dio las llaves de la ciudad, las cuales el dicho Gobernador recibió y llevó en sus manos".
En la relación de Calvete de Estrella, este niño cantó con dulce voz:
“Por ti están del Perú abiertos los muros; y las puertas del Cuzco, su metrópoli, por ti libres están. He aquí las llaves de la ciudad; y sin demora alguna, oh gran libertador, penetra en ella y rige al Cuzco y a las ricas Indias, gracias a tu valor, de los tiranos ya libres”.
La relación anónima continúa describiendo otros momentos musicales:
“Y de arriba del castillo soltaron arcabuces y munición que allí había. Y así como entró el Cabildo, dignidades y clérigos de la dicha iglesia estaban tras las puertas del castillo con sus capas y báculos en las manos, y le hicieron su acatamiento, y empezaron a cantar por canto de órgano algunas epístolas y villancicos al propósito de la venida del señor Gobernador y libertad que había dado a la tierra, y del ánimo y sagacidad con que había vencido a los que la tenían usurpada y tiranizada. Y acabados siguen su camino a la iglesia e iban cantando ciertos salmos y canciones buenas y al parecer de todos muy sabrosas para loar a Dios, y todas en loor de la historia que había habido de recuperación de la tierra y libertad de los habitantes de ella, y así fueron cantando hasta la iglesia el salmo Te Deum Laudamus.
Ésta es, si no la primera, una de las noticias más tempranas que se refieren a la interpretación de música polifónica en Cuzco. Stevenson (1960) señala un inventario de 1546 que recogía la existencia de 16 libros de canto llano, pero ninguno de polifonía. La circunstancia de que fueran “epístolas” nos indica que probablemente para éstas se empleara un tipo simple de polifonía, quizás improvisada como el fabordón, en lugar de un contrapunto elaborado. La presencia de polifonía en este contexto debe ser interpretada como símbolo del poder y la realeza. Es interesante la composición de villancicos ex profeso para el acontecimiento, porque refleja la continuidad de la práctica musical hispana a la vez que la existencia de músicos con un grado relativamente alto de especialización. El programa musical se completa con “salmos y canciones buenas y muy sabrosas para loar a Dios” y el obligado Te Deum. En esto coincide con el relato más sucinto de Herrera y con el Elogio de Calvete. El canto del Te Deum es un lugar común en las ceremonias de recibimiento de reyes y personajes nobles desde la Edad Media, debido en gran parte a su carácter procesional. El que aquí nos ocupa pudo ser monódico, aunque también encontramos este himno tratado polifónicamente en el Renacimiento.
El Elogio de Calvete de Estrella señala dos momentos musicales más, que probablemente sean invención del poeta en el caso de esta entrada a Cuzco, pero que eran algo frecuente en otras entradas:
"Retumban los cañones con alegres estampidos y corren por los aires estruendosos clamores y sonidos. Luego de Castro los hechos celebran con sonoras melodías y pregonan con grandes alabanzas-que van hasta las nubes- que de Castro, merced a la sagaz inteligencia y al preclaro talento, de los crueles y feroces tiranos se vio libre la ciudad, y el Perú sacudió el yugo ominoso de Almagro (...). Ver podrías todo el Cuzco saltar de gozo y resonar con cantos de júbilo los coros por las plazas. Más amenos resultan los festines, con las chanzas alegres y donaires, y los cantos festivos que el poeta español arrancaba de su lira de marfil, celebrando las victorias del magnánimo Carlos".
Dejando a un lado las posibles licencias poéticas que Calvete se pudo haber tomado, estas canciones de alabanza al licenciado Vaca de Castro podemos identificarlas con los villancicos que señala la relación anónima, aunque también podían ser otro tipo más simple de canción, como el romance. La composición de romances es algo propio de la lírica hispánica y con amplia presencia en el folclore de donde pasó a la música cortesana en el siglo XVI. Estos cantos de alabanza podían ser romances, por su carácter de gesta muy apropiado para narrar hechos. Aunque no indica sus fuentes, José Quezada, a propósito de la música en el Perú, señala que “los romances en esta época adoptaron formas coloquiales y dialogadas. Además de los que se cantaron a Gonzalo [Pizarro] y sus hazañas, se tiene conocimiento de los que se hicieron a la muerte de Almagro y los que rememoraban al rebelde Hernández Girón”. Calvete no estaría sino dando testimonio de una costumbre que existía en el Perú.
Calvete, al mencionar “los cantos festivos celebrando las victorias del magnánimo Carlos”, sin duda pretendía reafirmar que Vaca de Castro no quería usurpar la autoridad real como sus enemigos habían pretendido, por lo que esta alusión al canto laudatorio de las gestas del emperador no es un hecho baladí. Estos cantos bien podían ser también romances, pues Calvete nos advierte del argumento de algunas de ellas, como las victorias sobre los protestantes, la paz con Francia, etc.
Vaca de Castro contó con poco tiempo para gobernar, ya que dos años después de su llegada, en 1542, con la puesta en vigor de las Leyes Nuevas (que supusieron un duro golpe para los caciques) Carlos I, que sabía las dificultades a las que se enfrentaban dichas ordenanzas, nombró a Blasco Núñez de Vela primer virrey del Perú.