Feasts devoted to the Pope, the King and the bishop Pedro de Quevedo y Quintano in his investiture as Cardinal (1816)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
Historical Soundscapes completes the account of the investiture acts of the Cardinal Pedro de Quevedo and Quintano with a second event dedicated to the three days that followed the investiture, which were dedicated to Pope Pius VII, Cardinal himself and King Ferdinand VII and in which they took place, in addition to religious ceremonies, concerts of military and sacred music outside the cathedral and in the Plaza Mayor.
Keywords
illuminations , fireworks , street music , military music , sacred concert , music in towers and balconies , the pealing of bells , pyrotechnic devices , bustle in the street , mass , hymn , Te deum laudamus (hymn) , investiture ceremony of a Cardinal , Pius VII (Pope) , Fernando VII (king) , Pedro de Quevedo y Quintano (bishop, cardinal) , cathedral chapter , city council , drum player , drum players , choirboys , children , music chapel of the cathedral , Joaquín Pedrosa (organist, composer) , Manuel Rábago (chapel master, composer)
Para complementar la ceremonia de investidura del cardenal Pedro de Quevedo y Quintano, obispo de Orense, en 1816, el cabildo orensano determinó realizar otras tres funciones dedicadas al Papa, al propio Cardenal y al Rey.
Véase: http://www.historicalsoundscapes.com/evento/1068/orense/es.
Para estas funciones, en la puerta del mediodía, al exorno del edificio catedralicio se añadió una estructura figurando piedra, con un gran arco sobre cuatro columnas de orden dórico. Sobre el arco, un gran “lienzo de trasparente” para la iluminación nocturna con una alegoría de la iglesia de Orense. En un segundo cuerpo, había otro lienzo con el patrón de la diócesis, San Martín, y se coronaba toda la fachada efímera con un frontón triangular, situándose en cada uno de los ángulos los escudos del papa Pío VII, a la derecha, el del Cardenal, a la izquierda, y en la parte central el de España y Portugal unidos. Se cuidó especialmente la iluminación interior del templo que se reflejaba en cuatro grandes espejos colocados estratégicamente en el retablo. Todo ello salpicado de los tarjetones con los emblemas y jeroglíficos propios de este tipo de celebraciones.
La primera de estas fiestas tuvo lugar el día 20 de noviembre y fue la dedicada al pontífice Pío VII que había concedido el capelo cardenalicio al obispo orensano. Cuatro canónigos fueron a recoger al obispo a su palacio. Tanto a la ida como a la vuelta iban acompañados por los seises y niños del colegio de primeras letras que fueron cantando el himno gratulatorio del primer día de la investidura, así como por la banda de cajas y tambores del regimiento provincial de Orense. Recibido por el resto del cabildo a la puerta de la catedral, fue conducido al trono que se había dispuesto para su investidura cardenalicia en el lado de la Epístola, en la capilla mayor. Tras la primera parte de la ceremonia, en la que se expuso el Santísimo Sacramento, el obispo dijo el Introito con los oficiantes en el altar, tras lo cual fue acompañado de cuatro dignidades al coro. La misa votiva que se cantó fue del Sacramento, con toda solemnidad y la participación de la capilla de música, la cual se aplicó por la paz de la Iglesia y la prosperidad del papa Pío VII. Tras dar la bendición, el obispo se quedó en el trono para el “solemnísimo” Te Deum laudamus. Duró la función hasta las 12 del mediodía, tras lo cual se acompaño al prelado a su palacio.
Por la noche se encendió toda la iluminación exterior:
“Con multitud de luces en vasos de colores, faroles comunes y de bomba, cazoletas y morteretes, la torre desde el corredor por bajo de las campanas hasta lo más elevado de la cúpula. Lo mismo el cimborrio del crucero y toda la fachada de perspectiva, cuya decoración y transparentes describimos antes”.
Al lado de la torre del reloj, se colocó “la música marcial” (militar), en el opuesto, sobre un tablado espacioso “la orquesta de música eclesiástica” y ambos grupos fueron alternando con las campanas y los fuegos de artificio. La capilla musical cantó las letrillas del día de la investidura “con una música de tanto gusto que a instancias del público se repitieron muchas veces”.
El cronista describe con gran minuciosidad el gran despliegue de fuegos de artificio y dispositivos pirotécnicos disparados desde la torre y la fachada de la catedral. Para que el obispo pudiera disfrutar de ellos, el “principal aparato para los fuegos artificiales se colocó en la plaza mayor, frente a los balcones de palacio”. Los vecinos de la plaza habían iluminado también sus casas, al igual que en otros muchos lugares de la ciudad, destacando las luminarias del consistorio. En las cuatro aspas de un dispositivo diseñado como molino de viento, “con canutillos espesos de luceros” podía leerse:
1ª. Viva el Padre Santo.
2ª. Viva su Eminencia.
3ª. Y viva Fernando.
4ª. Y viva Isabela.
La iluminación y los fuegos se prolongaron durante cuatro horas.
El día 21, la función se dedico al nuevo cardenal y el 22 al rey Fernando VII, siguiendo ambas un protocolo similar al del día anterior. En la noche del 21, el viento impidió el despliegue de luminarias y la pirotecnia. Se especifica: “que se varió en cada uno de ellos [días] la composición música de la misas y Te Deum”. En la última jornada, por la noche:
“Se iluminó la torre de la catedral con faroles para resistir el viento, y las casas que tiene el cabildo en la plaza mayor, con vasos de colores y candilejas... la orquesta se colocó en un balcón inmediato y la banda de tambores en la plaza. Hubo cohetes, cubos, carros de fuego de tan ingeniosas invenciones como la primera noche”.
La fiesta se prolongó hasta la media noche, concluyendo así los cinco días festivos con que la catedral y la ciudad celebró el cardenalato de su obispo.