Domestic music in the house of Lesmes de Miranda (1561)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Keywords
teaching , domestic music making , Juan Méndez Nieto (doctor, harp player, singer) , Lesmes de Miranda (merchant) , dance teacher
Entre 1606 y 1609, Juan Méndez Nieto, médico portugués, escribió en Cartagena (Colombia) sus Discursos medicinales, en los que nos da cuenta de su experiencia profesional y personal a lo largo de su dilatada carrera. Había nacido en Miranda do Douro hacia 1531 y se había formado en la Universidad de Salamanca, donde estuvo hasta 1559. Su formación musical en esos años debía ser consistente, ya que durante su estancia en esa ciudad enseñó al rector de la Universidad “a tocar arpa”. Sus pasos lo llevaron a Sevilla a principios de 1560 y en esta ciudad ejercerá su profesión con gran éxito social y económico hasta mediados de 1561. En Sevilla, se casará, en secreto, con Marta Ponce, sobrina de la marquesa de Villanueva, con una fuerte oposición de parte de la familia, lo cual les obligará a abandonar rápidamente la ciudad, con destino a Sanlúcar de Barrameda y, de allí, a la isla de la Palma, desde donde se trasladarán a Santo Domingo, lugar al que llegaron el 26 de enero de 1562.
Aunque la credibilidad sobre ciertos episodios que nos narra de su vida, en especial de algunos de sus éxitos profesionales, es más que dudosa, el que aquí nos interesa viene corroborado al menos por la autenticidad del personaje en cuya casa transcurre, Lesmes de Miranda. Este acomodado comerciante burgalés tenía siete hijas y un hijo, lo que casi concuerda con la afirmación de Méndez Nieto de que tenía ocho hijas. Producto de sus florecientes negocios de compra-venta de paños, tejidos y cueros, su residencia debía encontrarse provista de un mobiliario acorde a su situación económica, prueba de ello es que, en 1557, Bernardino García del Castillo, vecino de Gran Canaria, cancelaba con él, a través de Bernardino de Riberol, una deuda que ascendía a “100.000 maravedís de la moneda de Canaria”, incluyendo en esta operación “un escriptorio de Flandes”. En Santa Cruz de la Palma existía en estas fechas una boyante colonia flamenca muy activa comercialmente.
Pero veamos la curiosa escena que nos narra Méndez Nieto y que nos permite acercarnos a la música doméstica que debía escucharse en las casas de estos ricos comerciantes. Méndez Nieto arribó al puerto de Santa Cruz de la Palma en 1561, acompañado de tres vecinos de Santo Domingo de la Española: Cristóbal de Tapia, Baltasar García y Luis de Angulo, los cuales fueron alojados por Lesmes de Miranda en una “casa suya que lindaba con su propia residencia, y allí los colmaba de regalos...”. Hacía poco más de un mes que estaban en la isla, cuando el joven Luis de Angulo hizo un agujero en la pared de la casa: “para poder hablar con una hija de su huésped, de ocho que tenía, todas ellas buenas mozas y que estaban ya casaderas”. El comerciante se percató de este hecho y para desenmascararlo se valió de la siguiente argucia:
“Ordenó que un día de entre semana las hijas todas se vistiesen y aderezasen lo mejor que pudieron, y las sacó a la sala y asentó en sus cojines y estrado por su orden, enfrente de las ventanas, porque se dejasen mejor ver. Y sacando allí un clavicordio, que algunas dellas tocaban muy bien, hizo llamar a un maestro que las había enseñado a danzar”.
Preparado el escenario, Lesmes de Miranda fue a la casa vecina a invitar a sus huéspedes y con ellos a Méndez Nieto y a Juan de Gudiel, “que venía por gobernador de Jamaica”, los cuales se encontraban allí porque acababan de comer juntos. Estando ya en casa de su anfitrión:
“Comenzó el danzador, tocando la una dellas, demostrar sus habilidades, y danzó escogidamente; y luego las fue sacando todas una a una y danzando con cada cual, una, dos y más danzas, todas ellas diferentes, con mucho primor y sin errar punto. Danzaron después todas juntas la Hacha con tanta desenvoltura, que era cosa de ver; y por remate bailó la menor dellas un Canario, con tantas diferencias y armonía, que afirmaron todos aquellos señores que en la corte de donde venían no habían visto cosa semejante”.
Acabada “la fiesta cerca de la oración”, Lesmes de Miranda les interrogó sobre la opinión que les habían merecido sus hijas y les pidió que se dejaran de hacer agujeros y que cuándo quisieran verlas solo tenían que acudir a su casa y ellas les “servirán y harán lo que les quisieren mandar”.
En la redacción original del texto, en castellano y en tierras hispanas de ultramar, el término “clavicordio”, en 1607, debería referirse a un clave, probablemente de origen flamenco. Los Canarios y la danza del Hacha fueron dos danzas cortesanas muy populares en el siglo XVI.