Nuns of the Poor Clare convents of Jerusalem and Saint Catherine in Saragossa celebrate with music the beatification of Teresa of Avila (1614)
Mazuela Anguita,
Ascensión
Universidad de Granada
0000-0002-7144-1335
Abstract
The nuns of the Poor Clare convents of Jerusalem and Saint Catherine in Saragossa contributed with music to the feasts of beatification of Teresa of Ávila in Saragossa. According to Luis Díez de Aux, they spent the night in the upper part of their convents singing “motets and villancicos with celestial voices in concerted choirs” in a way that could be heard from some distance away. Díez de Aux emphasizes the excellence of the voice of one of these nuns, describing it as one of the most outstanding in Spain. She sang, he writes, the antiphon Veni sponsa Christi in such a "celestial" way that it seemed impossible that her voice did not belong to an "angel”.
Keywords
Veni sponsa christi (antífona) , the pealing of bells , vespers , dances , Saint Teresa of Jesus songs (villancicos) , music in towers and balconies , Basilic of the Pilar music chapel , Francisco de Silos (chapel master) , music chapel of the cathedral , cello , harpist , fife , clarion player , drum players , Sebastián Aguilera de Heredia (organist, composer)
El poeta Luis Díez de Aux (1562–c.1630) describe en su relación los eventos organizados cada día en Zaragoza para festejar la beatificación de Santa Teresa en octubre de 1614. Desde el inicio, el autor enfatiza la absoluta integración de la música en los diferentes estadios de la fiesta, cuyo formato estaba bastante codificado en el mundo ibérico. El día de fiesta principal era el 5 de octubre y las celebraciones más importantes, que incluían misas y oficios, procesiones, mascaradas, certámenes poéticos, desfiles y justas caballerescas, se iniciaban la víspera de la festividad y se desarrollaban durante la octava. Las noticias de la beatificación de Santa Teresa llegaron a Zaragoza en mayo de 1614, lo que resultó en celebraciones no solo en los dos conventos de carmelitas, sino también en otras instituciones religiosas de la ciudad en las que se hicieron repicar las campanas, se lanzaron cohetes, se cantaron himnos y se tocaron órganos y otros instrumentos musicales. La relación refleja las jerarquías y redes establecidas entre las diferentes instituciones eclesiásticas de la ciudad.
El 4 de octubre, víspera del día de fiesta principal, las monjas carmelitas interpretaron el Oficio Divino con una variedad de música. Luis Díez de Aux indica que las chirimías y campanas hicieron tal celebración que los cielos parecían abrirse. A mediodía, las campanas de todas las iglesias y conventos de Zaragoza repicaron, produciendo, según el autor, una armonía que llenó la ciudad de alegría. La capilla de música de la Basílica del Pilar interpretó las Vísperas en el convento de monjas carmelitas, mientras que en el convento de monjes fueron interpretadas por la capilla de música de La Seo. El maestro de capilla en esta institución entonces era Francisco de Silos (m.1632), y Sebastián Aguilera de Heredia (1561–1627) ocupaba el puesto de organista. En la relación se alaba esta interpretación musical proporcionando importantes detalles no solo sobre los instrumentos musicales utilizados, sino también acerca de los espacios involucrados y el impacto de la música en la audiencia.
Después de las Vísperas, hubo un espectáculo de danza en la iglesia: un grupo de muchachos bajó de un carro triunfal y, acompañado por seis “salvajes”, bailó al son de arpas y otros instrumentos ante el altar mayor. En el convento de monjas, se tocaron arpas y violones y se cantaron villancicos y motetes. Las melodías de las chirimías alternaban con los sones militares de pífanos y tambores mientras que, por la noche, los clarines daban paso a trompetas y tambores ubicados en la parte más alta del convento. Se cantaron maitines, que Díez de Aux califica de “tiernos” y “celestiales”. El autor recurre a un tropo bien establecido cuando indica que los coros celestiales ayudaron a los terrenales a cantar de forma gloriosa. Por tanto, los conventos de carmelitas contribuyeron al paisaje sonoro de la fiesta, pero las monjas de los monasterios de clarisas de Jerusalén y Santa Catalina también se distinguieron por su música como demostración de alegría. Según la relación, pasaron toda la noche en la parte alta de sus monasterios cantando motetes y villancicos con voces “celestiales” en “concertados coros” de modo que podían oírse desde la distancia. Díez de Aux enfatiza la excelencia de la voz de una de estas monjas como una de las más destacadas de España y comenta que cantó la antífona Veni sponsa Christi de forma tan “celestial” que parecía imposible que su voz no fuese la de un “ángel”:
"Estos Angeles [monjas de todos los conventos de Zaragoza] dieron increybles muestras de gozosa alegria: Y extraordinariamente aquellas exemplares Religiosas de Ierusalem, y santa Catalina; pues la mayor parte de aquella noche, que a fuerça de luzes era dia claro, la passaron en las mas altas vistas de sus famosos Alcaçares: cantando con celestiales vozes, en concertados Coros, motetes, y Villancicos proporcionados con su alegria y nuestra: De manera cantauan, que con el sosiego que el cielo puso en aquella noche, se oya de muy lexos su melodia. Señaladamente vna voz de las mejores, o quiza la mejor que oy se sabe en España, cantò en santa Catalina a solas, vn Vn [sic] beni sponsa Christi, tan celestialmente, que parecia imposible no ser de Angel aquella voz (Díez de Aux 1615: 44)".
El prior del convento de carmelitas descalzos también escribió una relación de las festividades en Zaragoza, publicada en la compilación de Diego de San José, en la que destaca que los monasterios de Santa Catalina y Jerusalén compitieron entre sí desde el punto de vista musical y que más de ochenta monjas tocaron y cantaron esa noche. Las instituciones religiosas no eran los únicos espacios urbanos donde se hizo música: en el palacio del marqués de Ayerbe, cerca de la Basílica del Pilar, hubo chirimías y, en su torre, tambores y trompetas. Al día siguiente, el 5 de octubre, día de la fiesta principal, sería la capilla de música de La Seo la que dominaría la escena musical.