The rise of pendons in Madrid by Felipe III (1598)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
After the death of King Felipe II, on October 11, 1598, the raising of the pendons took place in the town of Madrid. A ceremony with a high symbolic content through which the city affirmed its loyalty and recognition to the new monarch and which has a series of characteristic sonic elements displayed in emblematic urban spaces.
Keywords
pendon rise , street music , bustle in the street , Felipe II (king) , Felipe III (king) , city council , trumpets , drum player , minstrels of the city council , crowd
El 13 de septiembre de 1598, a las cinco de la mañana, fallecía en el monasterio de El Escorial el rey Felipe II. Tras la celebración de los funerales, el rey Felipe III partía de El Escorial el 16 de septiembre y entraba en Madrid el día 17, dirigiéndose al monasterio de San Jerónimo donde permaneció hasta que se celebraron las exequias reales los días 18 y 19 de octubre.
El día 18 de septiembre, Felipe III comunicaba por escrito al cabildo municipal el fallecimiento de su padre para que se iniciara el luto y las ceremonias que llevaba aparejadas el fallecimiento del monarca, entre ellas la del alzamiento del pendón, símbolo y representación del poder real de su sucesor, la cual se fijó para el domingo 11 de octubre.
En esos años, el cabildo ciudadano se reunía en la iglesia de San Salvador, en el claustro o en una pequeña sala capitular situada encima del pórtico del templo. El cronista Antonio de León Pinelo nos relata cómo se había aderezado para la ocasión el “corredor del ayuntamiento”, que debía dar directamente sobre la plaza, y colocado en él un dosel con las armas reales. Nos describe también el pendón real que se encontraba en la sala capitular: “de damasco carmesí, con fleco de oro y por ambas partes las armas de Castilla y León, en una lanza estirada y colorada”. Rodrigo del Águila, corregidor de Madrid, inició la ceremonia, tomando el pendón y diciendo ante todos los que se encontraban en la citada sala:
“Escribanos que estáis presentes dadme por testimonio como en nombre de esta villa entrego al señor don Íñigo de Cárdenas, alférez mayor de ella, este pendón real para que por esta villa y conforme a su título le levante y alce por el rey don Phelipe, nuestro señor Tercero de este nombre (que Dios guarde muchos años)”.
Al salir Íñigo de Cárdenas al corredor del ayuntamiento, portando el pendón real:
“Empezó la música de trompas [= trompetas] y chirimías y atabales a la plazuela y subieron a caballo en forma de acompañamiento. Iban delante los atabales y trompetas con las armas reales, luego los ministriles de la villa y 6 alguaciles...”
En el cortejo se encontraban miembros de la nobleza a caballo, vestidos con sus mejores galas, ya que se había suspendido el luto para esta ceremonia, los dos maceros representantes de la corporación municipal con sus mazas doradas, vestidos de damasco carmesí, los dos escribanos mayores del ayuntamiento, los regidores, de dos en dos, cuatro reyes armas, con sus cotas y, algo más retirado, el corregidor que iba acompañado del alguacil mayor, situado a su derecha. Cerraban la comitiva tres alguaciles a caballo que controlaban a la gente que seguía a la comitiva. En su recorrido pasaron por el monasterio de las Descalzas reales y la puerta del Sol, continuaron por la calle Mayor y por la calle de los Boteros entraron en la plaza Mayor. En este último lugar, se había dispuesto un “teatro”, es decir una estructura en forma de gradas alfombrada y adornada de colgaduras, como el resto de las calles por las que transitaron. A ella se subió parte de la comitiva: alguaciles, maceros, reyes de armas, etc., así como el corregidor y el alférez mayor. El rey de armas más antiguo que se llamaba Juan de España, en alta voz, dijo:
“Silencio, silencio, oíd, oíd, oíd y tomando el alférez mayor el pendón en la mano derecha, descubriéndose toda la gente, dijo: Castilla, Castilla, Castilla, por el católico rey don Phelipe tercero de este nombre que Dios guarde, y tremoló el pendón de una parte a otra a que el pueblo respondió: Amén, amén. Luego, tocando las chirimías, trompetas y atabales se pusieron a caballo los diez que se habían apeado...”
De la plaza Mayor se dirigieron al palacio real y enfrente de la puerta principal, sin bajarse del caballo, hicieron de nuevo la ceremonia. De allí, por la iglesia de Santa María, volvieron a la plazuela y casas del ayuntamiento, donde en los corredores volvieron a repetirla, “tocando los instrumentos”. Terminada esta actuación, cargada de simbolismo y revestida de elementos sónicos que realzaban su teatralidad y exhibicionismo, en la que encontramos un escenario, actores principales, secundarios y público, el alférez mayor entregó el estandarte al corregidor, dándose por terminada la función de alzamiento del pendón real, por medio de la cual la ciudad afirmaba su lealtad y reconocimiento al nuevo monarca.
Véase: http://www.historicalsoundscapes.com/evento/1059/plasencia/en.