Organist and singer at the convent of Santa Clara in Trujillo (Perú)

Ruiz Jiménez, Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988

Abstract

Isabel Arias de Bobadilla, born in Cuzco, was an outstanding singer and organist who spent seventy-three of her eighty years in the convents of Poor Clares in the Peruvian cities of Cuzco, Huamanga and, finally, Trujillo where she was abbess and mistress of novices, in which she contributed to the flourishing of the musical activity that developed in them.

Keywords

dedication of a church , to play the organ , mass , vespers , Isabel Arias de Bobadilla (nun, singer, organist) , nuns , wind players , trumpets , birds


Fray Diego de Córdoba Salinas, en su Crónica franciscana de las provincias del Perú, nos proporciona todos los datos que conocemos sobre Isabel Arias de Bobadilla, cuya cronología presenta algún pequeño desajuste y contradicción. Natural de Cuzco (Perú) y de familia noble, a los siete años: “obligó a sus padres la dedicasen a Dios en el monesterio de la Orden de Santa Clara que se acababa de fundar en aquella ciudad, en compañía de algunas primas suyas que la quisieron seguir y eran de lo principal de la ciudad”. El cronista nos dice que falleció el 2 de octubre de 1620, a la edad de 80 años y “setenta y tres de religión”. Esta información nos lleva a establecer su fecha de nacimiento en 1540 y su primera profesión en 1547. Aquí aparece la primera contradicción, ya que al inicio de su biografía había señalado: “A los diez años, hizo profesión, porque fue antes de publicado el santo Concilio de Trento, más después de intimado, a los diez y seis años cumplidos de su edad, volvió a hacer su profesión...” Profesó como Isabel de Santa Clara. Intentemos ver cómo se pueden ajustar y clarificar estos datos. El convento de Santa Clara de Cuzco tiene su origen en un “recogimiento” que posiblemente se fundara c. 1547 y en el que ingresaría Isabel Arias de Bobadilla. El 30 de abril de 1551, el corregidor Alonso de Alvarado hacía entrega a Francisca Ortiz de Ayala, rectora de dicha congregación, de unas casas en el barrio de Chaquilchaca, próximo a la parroquia de Santiago, en las que se establecerían con el nombre de San Juan de Letrán. En 1557, se adquirían unas casas en la plazoleta de San Antonio (= de las Nazarenas), estableciéndose las condiciones por las que debía regirse la comunidad el 16 de junio de 1558, nombrándose como abadesa a la citada Francisca Ortiz de Ayala que tomaría el velo con el nombre de Francisca del Niño Jesús. El rey Felipe II, en 1560, daba una Real Cédula en la que se les otorgaba el rango de convento de clausura con el nombre de Santa Clara del Cuzco quedando desde ese momento bajo la dirección espiritual de los franciscanos y el patronato del cabildo de la ciudad. De 1560 datan los primeros ingresos de los cuales conocemos el nombre de las monjas, su origen y dote.

Véase: http://www.historicalsoundscapes.com/evento/1223/cuzco/es

En algún momento, c. 1569, Isabel de Santa Clara salió del convento de Cuzco para ir al cenobio de clarisas de Huamanga (Perú) que se había fundado en esta ciudad por los encomenderos Antonio de Oré y su mujer Luisa Díaz de Rojas el 16 de mayo de 1568. En la documentación del convento de clarisas de Trujillo se dice que fue una de las fundadoras del convento de Huamanga, por lo que debió llegar poco tiempo después de Leonor de la Trinidad que fue su primera abadesa. 

Véase: http://www.historicalsoundscapes.com/evento/1224/ayacucho/es

En 1587, Isabel de Santa Clara abandonaría Huamanga junto a otras dos hermanas para hacerse cargo, como abadesa, del convento que acababa de fundar en Trujillo (Perú) Fernando de Torres y Portugal, conde del Villar, virrey del Perú, “con ayuda de costa que para ello dio de la rentas reales y de veinte mil pesos que liberales ofrecieron sus vecinos, deseosísimos que sus hijas (que muchas lo eran de conquistadores de la tierra) que quisiesen servir a Dios en recogimiento y clausura lo pudiesen hacer”. Las otras dos clarisas que la acompañaban eran Catalina Robles de los Ángeles que debía desempeñar el cargo de portera y Ana Carrillo de la Concepción que sería vicaria del coro y maestra de novicias.

Tras pasar por Lima y embarcarse en el puerto del Callao, acompañadas de fray Francisco de Cabrera, llegaron al puerto de Huanchaco, “a dos legua de Trujillo”, desde donde fueron conducidos a la ciudad:

“Fueron recibidas de toda ella [la ciudad] a veinte y cinco de marzo de mil y quinientos y ochenta y siete, con chirimías y trompetas, haciéndose pedazos las campanas de todas la iglesias en señal de su gozo y alegría”.

El convento no estaba terminado, por lo que se alojaron en casa de Florencia de Sandoval y Escobar donde permanecieron hasta el 12 de agosto de 1582, festividad de Santa Clara:

“En el cual [día] fueron llevadas, a las nueve de la mañana, al convento de Nuestro Padre San Francisco, y de allí con solemnísima procesión, música, repiques de campanas, pasaron debajo de los arcos triunfales a su nuevo monasterio, asistiendo a este piadoso acto el clero, prelados, religiones, cabildo, justicias e innumerable pueblo. Capitaneaba aquel pequeño escuadrón de vírgenes el que tanto lo fue en cuerpo y alma, el alférez de la milicia del cielo, San Francisco, nuestro padre, y en la retaguardia iba la gloriosísima madre Santa Clara, espejo clarísimo de innumerables vírgenes... llegadas a su nuevo relicario y monasterio y cantada con toda solemnidad la misa del día, dieron la obediencia al dicho padre fray Francisco de Cabrera que la religión nombró por su prelado y con las debidas ceremonias tomaron posesión del monasterio y se encerraron en él”.

El 18 de agosto de 1595, por se el sitio “húmedo, malsano y por otra parte falto de agua”, se trasladaron al lugar en el que actualmente se encuentra el convento de Santa Clara. El 14 de febrero de 1619, el convento fue destruido por un violento terremoto que asoló la ciudad y tuvo que ser reconstruido. En el convento de Santa María de Gracia de Trujillo, Isabel de Santa Clara desempeñó también el cargo de maestra de novicias. 

El cronista franciscano resalta dos aspectos de la vida de Isabel Arias de Bobadilla que tienen para mí, en este artículo, particular interés. El primero es su afición a la lectura, su conocimiento profundo de los textos sagrados, su elocuencia y el cultivo del género epistolar:

“Después de unos maitines largos y de haber leído la lección espiritual (como es costumbre en el coro) volvía a sus libros espirituales, los cuales tenía en su cabecera a un lado y a otro; ya leyendo en uno, ya en otro se le pasaba parte de la noche, sin faltar nunca a este santo ejercicio... Destilaba en su alma este estudio una suavidad celestial, de la que nunca se veía harta, antes mientras más le gustaba más le apetecía... Comunicábale el Señor particular luz, no solo para entender la Sagrada Escritura y sus misterios, sino también para declararlos en las pláticas que hacía en la comunidad y refectorio y otras en las profesiones que daba, tan fundadas y con tantos lugares de la Sagrada Escritura y originales de Santos que suspendía a los que la oían y aún enseñaba a muchos predicadores y hasta las criadas y esclavas no faltaban a ellas. Tanto las encendía en el amor de las virtudes y en los deseos del cielo... Era devotísima de la pasión de Cristo Nuestro Señor. Ocupaba lo más del tiempo en leer y contemplar los misterios sagrados de nuestra redempción... A la fama y olor de sus virtudes, le buscaban y visitaban personajes graves y los ausentes la comunicaban por cartas y su correspondencia era tan celestial y cabal que todos le respetaban por señora y le veneraban por santa”.

La segunda de las cualidades que fray Diego de Córdoba Salinas destaca de esta religiosa son sus extraordinarias dotes para la música como cantora y como organista, especialmente su habilidad para la improvisación:

“Así como era singular en la devoción fue peregrina en la música de canto llano y de órgano, en que fue muy entendida maestra y tan rara en la tecla que de muchas partes le buscaban famosos organistas y, en viéndola tocar, le rendían la palma; tal era su destreza y buen aire, sin que lo que una vez tocaba lo volviese a repetir, porque lo más era de fantasía”.

Podemos deducir de este pasaje que el convento de Trujillo contó desde una fecha próxima a su fundación con un órgano. 

Contribuía también al paisaje sonoro del convento a través de su afición a los pájaros:

“Tenía pajarillos de diversas maneras en sus jaulas. Y era mucho de ver que en llamando a cada uno por el nombre que le tenía puesto, se le venían a las manos, le cantaban y le hacían fiesta, y tal vez iban al coro donde hacían una armonía suavísima cuando la sierva de Dios tocaba el órgano”.

Fallecía esta singular mujer el dos de octubre de 1620, como he señalado, a los ochenta años de edad. Contaba el convento en ese momento con cuarenta y cuatro religiosas.

Source:

Diego de Córdoba Salinas, Crónica franciscana de las provincias del Perú [Lima, 1651]. Mexico, Editorial Jus, 1957, 822, 834-835, 872-879.

Bibliography:

Navarro Linares, Daysi. “El convento de Santa Clara y la mujer mestiza cusqueña: 1560-1600”. Tesis presentada para optar al título profesional de Licenciada en Historia. Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, 2012, 52-59, anexo II.

Created: 16 Nov 2020
Modified: 22 Nov 2020
Referencing: Ruiz Jiménez, Juan. "Organist and singer at the convent of Santa Clara in Trujillo (Perú)", Historical soundscapes, 2020. e-ISSN: 2603-686X. https://www.historicalsoundscapes.com/en/evento/1225/trujillo.
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Resources

convent of Santa Clara

Main chapel of the church of Santa Clara

Modo quarto. Juan Bermudo. Alabanza de Tañedores. Organistas en Andalucía (1550-1626). Andrés Cea Galán (organist). Documentos Sonoros del Patrimonio Musical de Andalucía. Consejería de Cultura, Junta de Andalucía, 1995

Modo quarto. Juan Bermudo. Alabanza de Tañedores. Organistas en Andalucía (1550-1626). Andrés Cea Galán (organist). Documentos Sonoros del Patrimonio Musical de Andalucía. Consejería de Cultura, Junta de Andalucía, 1995