Francisco Guerrero's books embarked for the Indies (1601)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
In 1601, twenty-four volumes with music by Francisco Guerrero were embarked on the ship San Francisco, including sixteen copies of the Liber vesperarum (Rome, 1584). Individually packed in wooden boxes, they left the port of Seville bound for San Felipe de Portobelo (Panamá) from where, all or a part of them, would probably continue their journey to Lima, capital of the viceroyalty of Peru, the place where they had established its commercial headquarters Martín Sanchez de Solís who was in charge of the acquisition and transportation of the books.
Keywords
purchase of a book of polyphony , mapping Francisco Guerrero , printed works by Francisco Guerrero , Francisco Guerrero. Liber vesperarum (1584) [G 4873] , Martín Sánchez de Solís (merchant) , Francisco Guerrero (composer, chapel master)
En 1601, partía del puerto de Sevilla con destino a San Felipe de Portobelo (Panamá) una flota comandada por Francisco del Corral y Toledo, la cual estaba constituida por las naos San Francisco, comandada por el maestre Gaspar de Vera Maldonado, Nuestra Señora del Valle, por Lupercio de la Cruz, y Santa Clara, por Antonio de Obregón. En la nao San Francisco, se embarcaban ochenta y una cajas de libros que contenían un abultado número de ejemplares de temáticas y formatos muy variados, los cuales fueron tasados el 5 de marzo de 1601 en 38.000 reales. El registro de estos volúmenes había sido efectuado por el factor Martín Sánchez de Solis (fol. 79r), comerciante responsable de adquirir estos libros y de su embarque, el cual viajaba en la expedición. Su base de operaciones estaba establecida en Lima (Perú), pero también tenía una sociedad o compañía con su suegro el cuzqueño Fernando Lamero de Andrada, por lo que su ámbito de actuación y negocios debía expandirse por la rica comarca de Cuzco, ya que esta ciudad era uno de los principales núcleos en la organización del tráfico comercial en el interior del virreinato.
Véase: http://www.historicalsoundscapes.com/evento/404/sevilla/es.
El contenido de estas cajas es anotado con todo detalle. Las cajas de la cuarenta a la cincuenta y cinco (la caja cuarenta y cinco está anotada dos veces) contenían, cada una de ellas (fols. 88rv):
“Un libro de canto de Guerrero con las vísperas de todo el año”.
Se trataba, por lo tanto, de dieciséis ejemplares del Liber vesperarum (Roma, 1584) que probablemente fueron adquiridos en Sevilla y que se embarcaban para las Indias cuando habían transcurrido diecisiete años desde su impresión y poco más de uno de la muerte del compositor.
Me llama la atención el que cada libro fuera en un contenedor independiente, ya que son los únicos volúmenes de todo el cargamento que iban en cajas separadas, lo cual podría sugerir una comercialización o distribución individualizada de parte de estos ejemplares en ruta, antes de llegar a su probable destino final en Lima.
No eran estos los únicos libros de Francisco Guerrero que iban en este flete (fol. 97r). La última caja, la ochenta y una, es también peculiar. Contenía veinticinco ejemplares de La genealogía y descendencia de los reyes de España y nueves cajas:
“8 cajas con 8 libros de canto de Gerero en pergamino”.
Con este escueto e impreciso registro, solo me queda exponer alguna hipótesis justificada que explique su contenido. Todo apunta a que eran ocho volúmenes independientes, ya que cada uno de ellos iba en una caja. Descarto el que se tratara de libretes impresos, ya que no hay manera de cuadrar los ocho libros con las colecciones impresas de motetes del compositor. En el caso de libretes manuscritos, sí podríamos pensar en dos colecciones de cuatro libretes cada una, pero no tiene sentido el que se dispusiera cada uno de ellos en una caja por el sobrecoste que se derivaría de su mayor volumen y del embalaje de los mismos. El segundo detalle de interés es que son los únicos libros “en pergamino” que encontramos en las ochenta y una cajas. Si lo comparamos con otros fletes, probablemente se esté haciendo alusión a su encuadernación y no al soporte de copia de la música. El número de ejemplares, ocho, me parece excesivo para pensar que eran libros manuscritos, por lo que, finalmente, me decanto por la idea de que se trataba de volúmenes pertenecientes a las ediciones impresas de Guerrero que, al igual que la del Liber vesperarum, todavía podían adquirirse en Sevilla a principios del siglo XVII. El que estuvieran encuadernados en pergamino, hecho poco habitual en la comercialización de los impresos, encarecería su precio de venta pero contribuiría a protegerlos de la humedad durante la travesía, su principal enemigo.
También con un embalaje independiente:
“Una caja con un libro de cantos de difuntos de todo el año”.
Por asimilación, podíamos pensar que se trataba de un libro con el repertorio polifónico necesario para la solemnización musical de la liturgia de difuntos.
El 10 de enero de 1601, como era preceptivo, los libros pasaron un primer control inquisitorial en la sede hispalense de esta institución, el castillo de San Jorge, en Triana, firmada por el escribano Alonso de Montoya que autorizaba a Martín Sánchez de Solís a distribuirlos en cualquier “parte y lugar de la Indias que quisiere y por bien tuviere”, previa aprobación de fray Pedro de los Ángeles, guardián del convento de San Francisco de Sevilla, calificador del Santo Oficio. Esta segunda censura fue firmada, en el citado convento, el 10 de enero de 1601, expresándose que: “estos libros puede llevar su dueño a todas partes, son cathólicos y ninguno de los prohibidos por los señores inquisidores” (fol. 97v).
En 1597, Tras el saqueo del pirata Francis Drake a Nombre de Dios (Panamá), la importante actividad mercantil transítmica se trasladó a la recién fundada Portobelo. En sus ferias, se comercializaban los productos llegados de Europa con los que abastecía el mercado americano, al tiempo que se aprovechaba la flota para enviar a España los metales preciosos procedentes de las minas peruanas. Cabe pensar que el perulero Sánchez de Solis pudo haber vendido parte de los libros de su cargamento en la feria de Portobelo y que de aquí se distribuyeran al resto de los territorios coloniales, llevándose consigo otra parte hasta su central de negocios en Lima para comercializarlos desde esta ciudad y su satélite en Cuzco, o bien que trasportara el contenido íntegro de las ochenta y una cajas a la capital del virreinato para abastecer el mercado local y regional. Es muy probable que el ejemplar del Liber vesperarum conservado en la catedral de Lima proceda de este lote.
Otra cuestión importante a plantear es ¿a quién adquirió Sánchez de Solís los ejemplares con la música de Guerrero?. En el momento del flete, el compositor, como apuntaba anteriormente, hacía poco más de un año que había fallecido sin que sepamos a dónde fueron a parar los restos que quedaban de sus ediciones de música que, a tenor de este cargamento, todavía debían ser importantes. Salvo para su primer impreso sevillano de motetes, desconocemos el número de ejemplares que del resto de sus ediciones salieron de las prensas parisinas, romanas y venecianas, por lo que cualquier hipótesis queda a la mera especulación. Probablemente esos remanentes ya debían encontrarse en manos de algunos de los importantes libreros sevillanos involucrados en el comercio transoceánico del libro.