Liturgical and musical activity at the Jesuit residences of Gorgora in Ethiopia (1607-1632)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
The restoration of the Jesuit missions in Gorgora (Ethiopia) by the Spanish priest Pedro Páez Jaramillo (c.1564-1622) marked the beginning of a period of expansion of Catholicism in Ethiopia. In the Ethiopian missions, the same pedagogical and doctrinal system was followed as in their Indian counterparts, and the cultivation of European sacred music proliferated, accompanied by a great variety of instruments, with the figure of Luis Cardeira standing out in this context. In 1632, the rise to power of Emperor Fasilides and the pressures exerted by his court environment precipitated the expulsion of the Jesuits and the clandestinity of the Catholics who remained in Ethiopia.
Keywords
teaching , ceremony to lay the foundation stone , sing at the organ , to play the harpsichord , to play the organ , songs , music lessons , mass , Holy Week , mapping Francisco Guerrero , Benedictus , Laudate Dominum omnes gentes (salmo 116) , psalm , organ , harpsichord , clavichord , viol , harp , rebec , Miserere mei Deus (psalm 51) , litany , magnificat , Society of Jesus , Susenyos (emperor) , Manoel da Veiga (jesuit) , Afonso Mendes (jesuita) , instrumentalists , harpist , harpsichordist , Pedro Páez Jaramillo (jesuita) , Felipe II (king) , Luis Carteira (jesuit, musician, mathematician) , Se’elä Krestos , Fasilides (emperador) , singers , organist , viol-player , music chapel , Francisco Guerrero (composer, chapel master) , Tomás Luis de Victoria (composer) , Giovanni Pierluigi da Palestrina (composer) , children of the college of Gorgora Velha , children of the college of Bon Jesus in Diu , rebec player , Francisco Márquez (jesuit)
Las investigaciones realizadas por diversos historiadores y arqueólogos entre los que destaca Andreu Martínez d’Alòs-Moner nos permiten acercarnos a la labor desarrollada por los jesuitas en las tierras del Preste Juan. Desde el siglo XV, estos territorios se situaban en la actual Etiopía, como podemos ver en uno de los portolanos españoles de la segunda mitad del siglo XVI conservados en la Bodleian Library (Ms. Douce 391).
Las misiones jesuíticas en Etiopía (1557-1632) fueron uno de los proyectos más importantes en los primeros años de la Compañía de Jesús, en los que la figura de su fundador, Ignacio de Loyola, como veremos más adelante, jugó un importante papel. En 1588, el rey Felipe II (Felipe I de Portugal) ordenaba al virrey de Goa (India) que restableciese la misión jesuítica en Etiopía que se había cerrado durante el gobierno del emperador Sarsa Dengel (1563-1597). El encargo de esta tarea fue encomendado a los jesuitas españoles Antonio de Monserrat (c.1536-1600) y Pedro Páez Jaramillo (c.1564-1622) que zarparon desde Goa a principios de febrero de 1589. Fueron hechos prisioneros cerca de Dhofar (Omán) y cautivos en Heinan, Sa’ana y Al Mukha (Yemen), desde donde, tras el pago de un rescate de 500 cruzados ordenado por el gobernador de Goa, regresaron a India en diciembre de 1596. En 1603, Páez emprendería de nuevo la aventura, esta vez con éxito, llegando a Fremona el 15 de mayo. El cambio de actitud hacia la iglesia de Roma del emperador Jakob (1597-1604; 1605-1607), de su tío Za Dengel (†1604), que lo depuso y exilió, y de Susenyos (Seltan Sagad, 1608-1632), coronado emperador en Aksum el 18 de marzo de 1608, facilitó a Páez el restablecimiento de la presencia jesuita en Etiopía. En la península de Gorgora, al norte del lago Tana, Páez funda una importante misión, Gorgora Velha (1607-1622), en cuya iglesia, dedicada a la Virgen María y edificada con los los fundamentos constructivos aprendidos en Diu (India), sería enterrado tras su fallecimiento el 22 de mayo de 1622. Un tiempo después, sus restos mortales se trasladaron a la nueva iglesia de Iyäsu (Jesús) en Gorgora Nova (1622-1633), la cual fue erigida siguiendo las directrices del maestro arquitecto y jesuita español Juan Martínez [= João Martins], como una copia exacta de la de San Pablo en Diu, modelada a su vez según la homónima de Goa. En su Historia de Etiopía (1622), Páez da cuenta de distintos aspectos de la historia, la teología, botánica, zoología, antropología y geografía etíopes y deja constancia de su visita a las fuentes del Nilo Azul en abril de 1618, siendo el primer europeo que lo conseguía. Su conocimiento de la lengua local, el amárico, y de la litúrgica, el ge’ez, le permitieron la traducción y elaboración de textos católicos para la población autóctona.
Desde el establecimiento en Etiopía de la primera misión jesuítica en Fremona (en honor de San Frumentius, patrón de Etiopía), las residencias de la Compañía de Jesús mantuvieron estrechas relaciones con los establecimientos jesuíticos asiáticos más importantes, especialmente con el de Goa, desde donde llegaban la mayor parte de sus efectivos. Páez, de hecho, había completado su formación y se había ordenado sacerdote en esta ciudad antes de su primera expedición a Etiopía. En las misiones etíopes se siguió el mismo sistema pedagógico y doctrinal que en sus matrices indias, en las que las escuelas o seminarios para niños jugaron un papel trascendental en el proceso de evangelización. A principios de la década de 1550, cuando el monarca João III se alía con la recién fundada Compañía de Jesús para conseguir una transformación religiosa de las tierras del Preste Juan, Ignacio de Loyola, en un primer momento con una actitud reticente a la incorporación de efectivos musicales propios entre sus filas, se mostrará más flexible en lo que concernía a la incorporación de la música polifónica vocal e instrumental en las nuevas misiones que ya planeaban en el horizonte cercano. Cuando Loyola redacte las instrucciones para los futuros misioneros en Etiopía, incluirá un párrafo en el que esta posición queda plasmada de forma explícita:
“Che se al Re [João III] piacesse aver capella di cantori e organi, quantunque tali cose sembrino giovare su queste principii, pure come cosa estranea al nostro istituto si dovrebbe a questo provvedere per mezzo di persone… fuori della Compagnia”.
Al final de la década, esa intención queda ratificada en las anotaciones de Juan de Polanco, secretario de la Compañía de Jesús, redactadas en Roma alrededor del mes de agosto de 1558:
“3. De pueris domi tenendis: An in huiusmodi locis remotissimis retinere poterum nostri domi suae pueros quos instituendos susceperint, ut fit Goae el alibi, et si omnino id conveniet and distinctum refectorium et habitationes saeparatae nostrum et illorum esse debeant”.
5. De cantu: An permitti debeat cantus in India e aliis in locis remotissimis, quanvis in Europa non sit Societatis concessus [acorde con las directrices de las Constituciones de la Compañía de Jesús], si animadvertetur eas nationes ad Dei cultum et spiritualem profectum ex eo iuvari, ut Goae observatum est, en in Ethiopia”.
En las escuelas fundadas en Fremona (1563) y Gorgora (1607), al igual que en Goa, era práctica común el que los niños cantaran la Doutrina por la noche.
Véase: http://www.historicalsoundscapes.com/evento/1020/goa/es.
En enero de 1624, procedente de Goa, llegaría a Gorgora uno de los activos más importantes de esta misión, el portugués Luis Cardeira (1585-1640), músico, matemático y con grandes dotes lingüísticas. Su dominio de la lengua local le permitió escribir su libro Ars lingua aethiopicae y componer una gramática de la lengua amárica. Luis Cardeira tuvo a su cuidado la iglesia, el seminario y el “canto”, según relata el padre Manoel da Veiga (1566-1647), misionero también en Etiopía, en el capítulo XV, “Residencias de Gorgorrà em Dambià”, del libro primero de su obra Relacam geral do estado da christandade de Ethiopia (Lisboa: Mattheus Pinheiro, 1628):
“Entrou em Ethyopia mais morto que vivo, dalhe Deus forças & saude pera todas estas occupaçoens, & paciencia, & arte pera meter na cabeça aos Ethiopes a nossa musica, por serem naturalmente priguiçosos & pouco applicados a semelhantes cousas, com tudo, o trabalho do Padre venceu seu descanço de sorte que em seis meses formou hua capella de baixos, tenores & tipres, cousa que iguamente espanta & consola, assi aos de casa como de fora”.
La fuente original que utilizó Manoel de Veiga para su relato son las cartas anuales de 1624, 1625 y 1626, que el jesuita español Gaspar Páez remitió a Mutio Vitelleschi, general de la Compañía de Jesús, desde la residencia de Tanqha, en la región etíope de Agäw, las cuales junto a otra del patriarca Afonso Mendes, de 1626, fueron impresas en Roma en 1628.
Como veremos en otro artículo, Luis Cardeira fue el responsable de la organización de las celebraciones de la canonización de los santos Ignacio de Loyola y Francisco Javier que tuvieron lugar en la misión de Gännätä Iyäsus.
Véase: http://www.historicalsoundscapes.com/evento/1398/azazo/es.
Manoel da Veiga nos proporciona otros testimonios directos sobre la actividad cultual y musical desarrollada en las misiones de Gorgora. En una visita del Emperador a la residencia de Gorgora Velha, cuyos posibles restos se han localizado en el lugar conocido como Quendo Nora, pudo constatar el riesgo de ruina en el que se encontraba la iglesia, ofreciéndoles costear una nueva, pero no en el mismo lugar, sino en unos terrenos que igualmente les donaba y que estaban a “mea legoa [a unos dos kilómetros y medio] junto a hua alagoa a modo de peninsola (que com pouco trabalho se pode fazer ilha) onde o Padre Pedro Páez de boa memoria tinha feito huas casas bem fermosas ao Emperador que por se nam habitarem estavan ja algum tanto danificadas”. Aquí se establecería el complejo jesuítico de Gorgora Nova. La primera piedra de la iglesia de Iyäsu se puso el 1 de mayo de 1627, festividad del día San Felipe y Santiago. Acabada la ceremonia, los padres agasajaron al emperador, pero antes de eso, entró en la iglesia provisional que debían tener acondicionada:
“Muyto bem concertada, fez oraçam & folgou muito de ver hum minino Iesu de rico feitio, que tinha vindo da India, & de ouvir a musica que se lhe cantou ao orgam, instrumento de que todos generalmente gostam”.
Después bajó las escalerillas que conducían a la capilla donde estaba enterrado Pedro Páez, situada en el lado del evangelio, mostrando grandes muestras de emoción y afecto. A su partida, dio una limosna de oro a la comunidad y posteriormente envió una alcatifa “muy rica” para que se pusiera de forma permanente en la sepultura del que había considerado su padre espiritual y su amigo.
En otro pasaje, refiere otras escenas de ceremonias litúrgicas y musicales en Gorgora Nova:
“Ras Cela Christos [Se’elä Krestos, hermano del emperador], quando veyo ao arrayal do Emperador passando por esta casa, nam se fartava de ouvir tanger nossos instrumentos & cantar ao nosso modo, porque ainda que elle he grande musico & diante dos padres cantou com os seus levandolhe o compasso, com tudo o seu canto he muyto desentoado & cada hum tira pera seu cabo & quanto aquí esteve pedia lhe tangessem ora arpa, ora viola, ora cravo, cantandolhe a tres vozes, desjou de ouvir hua cantiga que fosse sentida & cantandoselhe a do testamento de Christo na Cruz composta por Ledesma & declarada com hum bom exemplo polo padre Carderira, gostou muyto et nam cessava de louar a sutileza de nossas poesias e que tudo o bom traeiam os padres a Ethyopia. Rogou ao padre quisesse ir a Goyama pera ensinar tamben a seus filhos e a outros mininos nobres e deixou aquí dous dos mais destros de seus musicos pera aprenderem o nosso canto & a tanger orgam, instrumento de que muytos gostam, & nam sam poucos os que de Goyama vem a esta casa, sem outro negocio mais que pera ouvirem a musica. A Ras Cela Christos se officiou hua missa cantada… Do que fica dito se colligira a ventagem com que este anno se celebraram os officios da Somana [sic] Santa aos passados, pois avia tanta commodidade de musica pera elles…”.
Esta importante declaración pone de manifiesto el relevante papel que la música jugó en el proceso de evangelización y, como ocurrió en otras misiones, los intercambios culturales y el aprendizaje de la música europea por parte de los músicos locales. Como ya he apuntado, la arquitectura jesuítica etíope tomó como modelo las residencias indias de Diu y Goa; las imágenes de devoción, objetos y ornamentos litúrgicos llegaban procedentes también de estos enclaves, por lo que creo que es muy probable que la música polifónica que se cantaba en estas misiones etíopes fuera la misma que la que se interpretaba en Goa, donde, al menos desde la década de 1580, se estaban recepcionando los impresos italianos con música de Francisco Guerrero, Tomás Luis de Victoria y Giovanni Pierluigi da Palestrina. Véase:
http://www.historicalsoundscapes.com/evento/986/goa/es.
Refuerza esta idea constatar en las fuentes que esto era lo que sucedía con los instrumentos. Gaspar Páez deja constancia de este hecho al relatar su viaje desde India, junto a Luis Cardeira, en 1624, el cual, como ya he señalado, al llegar a Etiopía, se dedicaría, en distintos colegios jesuíticos de la región, a la enseñanza de:
“O nosso canto, e a tanger todos os nossos instrumentos, viola, rabequinha, harpa e principalmente orgãos, cravo e manicórdio, o que tudo trouxemos da Índia este ano”.
Vihuela de arco, rabel, arpa, órgano, clave y clavicordio constituyen los instrumentos más citados en otras fuentes, aunque no fueron los únicos que llegaron a estas tierras.
En la lettera annua de Gaspar Páez (junio de 1624 a finales de diciembre de 1625), se detiene en la descripción de las celebraciones de la Semana Santa en Gorgora (1625):
“La Settimana Santa si essercitorno molte divotioni. Il Giovedi Santo, fu notabile il numero della gente, che si communico. Il Venerdi, dopo la predica della Passione, udita con una pioggia di lagrime e gran commotione, all’adoratione della Croce, fu cantato un Miserere a due chori, ove molto piu si compunsero. Il Sabbato, pure si fecero gli Officii e si cantorono le Litanie in canto figurato com’e solito costa, & al fin della Messa il salmo Laudate Dominum et il Magnificat con l’organo sonato da uno scolare del Seminario”.
Este documento pone de manifiesto la práctica de la musica policoral, acorde a la práctica europea de la época, y el éxito que habían tenido las enseñanzas del padre Cardeira, ya que el acompañamiento al órgano había estado a cargo de uno de los seminaristas de esta residencia jesuítica.
Especialmente reseñable es también el hecho de que, en 1626, en la residencia de Gorgora, tal y como relata Gaspar Páez en su lettera annua de este año, la política de conversión desarrollada por los jesuitas favoreció el que los nuevos padres ordenados oficiaran la misa en la “lingoa litterale”, es decir en ge’ez, que era el idioma litúrgico de la iglesia ortodoxa etíope:
“L’inverno passato, sono stati promossi a gli Ordini sacri alcuni, ben prima instruiti con grande aiuto, celebrando in lingua loro letterale, ma al nostro rito, che è un’esca molto efficace, tanto per gli stessi sacerdoti, come per li popolani, i quali gioiscono di vedere & udire i suoi dir Messa nella sua lingua, e con le nostre cerimonie”.
El padre Antonio Fernández y Luis Cardeira se habían encargado de traducir a ge’ez el ordinario y el propio de las misas correspondientes a las principales fiestas y del tiempo ordinario. Además, ambos habían adecuado el calendario litúrgico al usado en Etiopía que todavía no había adoptado el calendario gregoriano.
En 1626, a instancias de Se’elä Krestos, Cardeira se trasladó a la nueva residencia de Saria (en la región de Gojjam), en la cual: “e succeduto il padre Francesco Marquez a carico della chiesa, del seminario e canto”.
La rígida e intolerante política religiosa de Afonso Mendes (1579-1659), nombrado patriarca de Etiopía por el papa Urbano VIII en 1623, el cual llegó a la misión de Fremona el 25 de junio de 1625, supuso el inicio de las tensiones con el entorno cortesano del emperador que había permanecido fiel a la ortodoxia alejandrina. Acompañando a Mendes iban otros seis padres jesuitas y “cinco moços destros na musica & outro que viera de Portugal”. Según una carta del propio Afonso Mendes, dirigida a los hermanos de la Compañía de Jesús, en Lisboa, relatándoles el viaje y la llegada a Etiopía, en la mención que hace de esos “moços”, se refiere a ellos como maestros de capilla: “… este lingogagem nam era so dos religiosos, padres e irmãos da Campanhia, mas atè dos moços, que sendo alguns delles muyto fracos e criados com mimos nos semminarios, en que eram mestres de capella, e outros em casa de sus pays, assi caminhavan dias inteiros a pé...”
Manoel da Veiga relata la visita que ese mismo año hizo el nuevo patriarca a la mision de Gorgora Velha:
“A entrada de Gorgorra, que dista hum dia de caminho [de la residencia jesuítica de Gännätä Iyäsus] o fairàm a receber polo discurso de todo elle os padres & clerigos de 12 ou 13 igrejas, debaixo de pallio, revestidos em ornamentos sacerdotaes, cantando psalmos, incensando com seus thuribulos & no fim lhe beijavam a mam e se despediam cheos de alegria de o terem visto.
O padre Luys Cardeira con os mininos do seminario vestidos em suas opas pretas, fez tambem seu recebimento, levantando o Benedictus em canto de orgam, que ajudavan algunas vozes que consigo trazia o Patriarcha… assi ja ao sol posto entrou na igreja que estava lustrosamente concertada com tres altares, cousa nunca vista em Ethyopia, onde todas nam tem mais que hum altar, os cantores no nosso tom, mas na lingua do livro, levantàram o Laudate Dominum, que todos gostavan muyto de ouvir, por ser invençam nova”.
En este caso, vemos cómo los alumnos etíopes de Luis Cardeira se unieron a los “moços” que acompañaban al Afonso Mendes, muy posiblemente seminaristas del colegio jesuítico de Bon Jesus en Diu, para la interpretación del repertorio polifónico que se cantó en su recibimiento en la residencia de Gorgora Nova. Las referencias a las características del Laudate Domino y a su condición de nueva “invençam” no resultan del todo claras, ya que podrían referirse tanto a la particular manera en la que se cantó, a que no se había escuchado nunca en esas tierras o a que realmente se trataba de una nueva composición (¿policoral?).
En 1632, la aventura jesuítica en territorio etíope llegaba a su fin. El 24 de junio, el emperador Susenyos, justo antes de morir (16 de septiembre), decretada la libertad religiosa, sucediéndole su hijo Fasilides, el cual inició un rápido proceso de eliminación de la presencia cristiana en la región, restaurando su tradicional dependencia del patriarca copto de Alejandría. El sólido núcleo cristiano surgido en el entorno jesuítico no se extinguió de manera súbita y, a pesar de las persecuciones, continuó una existencia clandestina durante unos años.
Con el exilio de los jesuitas, la música europea se vio aniquilada igualmente. De ello da cuenta Luis de Gama en la carta anual fechada en Goa el 28 de enero de 1635, donde relata el rápido proceso de expulsión de los jesuitas y el desmantelamiento de sus iglesias, con especial mención a la destrucción de los órganos y de otros instrumentos musicales que fueron: “arrastrados para ser colgados de los sauces”.