Naval music in the galleys of Portugal and Sicily (1599)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
En 1599, Catalina de la Cerda, hija del IV duque de Medinaceli, casada
con Francisco de Sandoval y Rojas, I duque de Lerma, visitaba Sevilla
para asistir al parto de su hija Juana de Sandoval y Rojas, condesa de
Niebla. Su entrada en la ciudad y las manifestaciones festivas que se
hicieron en su honor, por orden del rey Felipe III, fueron espléndidas.
Entre ellas destacó la espectacularidad de la naumaquia que tuvo lugar
en el puerto entre las galeras de Portugal y Sicilia, capitaneadas
respectivamente por Álvaro de Bazán y Benavides, II marqués de Santa
Cruz, y Pedro de Leyva, en las cuales había viajado Catalina de la Cerda
desde Valencia a Huelva, para luego dirigirse y atracar en el puerto
hispalense.
Keywords
naumachia , naval music , villanescas (secular songs) , songs , motet , fireworks , artillery salute , musket salute , women and musical networks project , Catalina de la Cerda (Duchess of Lerma, Marchioness of Denia) , Álvaro de Bazán y Benavides (2nd Marquis of Santa Cruz, captain general of the galleys of Portugal) , Pedro de Leiva (captain general of the galleys of Sicily) , Diego Carrillo de Mendoza y PImentel (mayor of Sevilla, 1st Marquis of Gelves) , shawn player , sackbut player , dulcian player , crumhorn player , cornetto player , dulzaina (double reed instrument) player , flute player , wind players , clarion player , city council , Juan de Medina (wind player, dulcian and alto shawm player)
En 1599, visitó Sevilla Catalina de la Cerda, hija del IV duque de Medinacelli, casada con Francisco de Sandoval y Rojas, I duque de Lerma y V marqués de Denia, primer ministro y valido de Felipe III. Viajó a principios de septiembre desde Valencia en las galeras de Portugal y Sicilia, capitaneadas, respectivamente, por Álvaro de Bazán y Benavides, II marqués de Santa Cruz, y Pedro de Leiva. El motivo fue asistir al parto de su hija, Juana de Sandoval y Rojas, condesa de Niebla.
Su entrada en la ciudad, el 13 de octubre, fue espectacular, ya que el rey Felipe III había ordenado al asistente de Sevilla, Diego Pimentel, que brindase una fastuosa acogida a la esposa de su valido. La marquesa de Denia pasó casi un mes en Huelva, desde donde por tierra llegó a Sevilla. La entrada se efectuó desde Triana. Al llegar al puente de las barcas:
“la cual estaba sin gente por el peligro de cargalla, con juncia y bien aderezada, y en el río muchas galeras con las popas que llegaban al puente muy bien aderezadas y con mucha música, no hicieron salvas por no asombrar las acémilas de la litera... La otra noche, salió su señoría a la torre del Oro, convidada del marqués de Santa Cruz y de don Pedro de Leyva, generales de las galeras que están en Sevilla, y en el río, aquella noche, con sus galeras llenas de luminarias hicieron grandísimas invenciones de fuegos, fue la más solemne fiesta que se ha visto, duró hasta media noche”.
Las galeras eran dieciséis, puestas en orden desde el puente hasta la torre del Oro. Las salvas, el día de la entrada, se hicieron una vez que la comitiva llegó al Alcázar, lugar en el que la marquesa se alojó durante su estancia en Sevilla, la cual se prolongó hasta el 6 de noviembre. A las salvas de las galeras se unieron las de los arcabuceros que junto a alabarderos y piqueros, desde Triana al Alcázar, formaban una “calle... donde había doce mil hombres, los cuales no consentían pasar hombres por medio ni atravesar [al] que no fuese de los acompañamientos”. La comitiva fue acompañada de la “copia” de cuatro ministriles del cabildo de la ciudad que estaba a cargo de Juan de Medina, a los que se hizo nuevo vestuario para la ocasión, al igual que a los atabaleros y trompetas. A este grupo se sumaron otras tres “copias” de ministriles concertadas para la ocasión, las cuales cobraron 8 ducados cada una.
La tarde del 19 de octubre se celebro una naumaquia entre las galeras atracadas en el puerto: “las galeras empezaron a escaramucear unas con otras tirando muchos tiros de pólvora y en la noche hicieron una galana invención”. La marquesa de Denia y su hija contemplaron el espectáculo desde la azotea de la torre del Oro, adornada con banderas y gallardetes. Nueve galeras se quedaron del lado del puente de las barcas y las otras siete a la altura del convento de los Remedios. Del espectáculo participaron los sevillanos que llenaban la orilla del río, en toda la extensión del Arenal.
Gracias al cronista real Isidro Velázquez, sabemos los efectivos musicales con los que contaba la armada de las galeras de Portugal y el repertorio que interpretaban en 1581, cuando se encontraba al frente de ellas Álvaro de Bazán, I marqués de Santa Cruz: “su mucha y bien ordenada música, tocando la capitana sus clarines, a que respondían las demás galeras, y luego los menestriles altos, tres ternos [nueve] de turcos forzados, esclavos del marqués, extremados músicos en diferentes instrumentos de música de chirimía, sacabuche, bajón, orlos, corneta, dulzaina y flauta, viniendo preparados de muchos libros de cifra y en ellos apuntados villanescas, motetes y otras diferencias, no olvidando cantigas a la usanza de este reino, todo en modernas, buenas y sonoras sonadas, cuya armonía en su sonar levanta los espíritus a la celestial contemplación, con la consideración de ser este arte imitación del angélico, aunque aquí lo usen los contrarios en apariencia y en ser turcos”.