Celebrations that took place during the visit of the Marchioness of Denia (1599)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Keywords
theatre performance , masquerade , sarao ( a party with instrumental music and courtly dances) , Catalina de la Cerda (Duchess of Lerma, Marchioness of Denia) , city council , Diego de Santander (company director) , wind players , drum player , trumpeter , dances
En 1599, visitó Sevilla Catalina de la Cerda, hija del IV duque de Medinacelli, casada con Francisco de Sandoval y Rojas, I duque de Lerma y V marqués de Denia, primer ministro y valido de Felipe III. El motivo fue asistir al parto de su hija, Juana de Sandoval y Rojas, condesa de Niebla. La entrada en la ciudad tuvo lugar el 13 de octubre. Se alojó en el Alcázar durante toda su estancia, la cual se prolongó hasta el 6 de noviembre. Los costes para la ciudad, que se encontraba en medio de una epidemia de peste, fueron desmesurados. Según las crónicas de la época: “Otra noche hubo comedia y un sarao de flamencos en que entraron trece, habiendo gastado dos mil ducados, danzaron con brava gallardía y pareció muy bien, casi mejor que todo los demás”. Parece que fueron dos las comedias que se representaron durante esos días y es muy probable que las representaciones corrieran a cargo de la compañía de Diego de Santander, “autor de comedias”, ya que fue contratado para la ocasión por el asistente de la ciudad Diego Pimentel. También se organizó una máscara por las “naciones”. Así se denominaba a la reunión de individuos de un país, región o pueblo distinto de la ciudad, los cuales habitaban, por lo general, en un barrio o calle que tomaba de ellos su nombre. En Sevilla, estaban las calles de Génova, Bayona, Vizcaínos, Catalanes, Lombados, Placentines, entre otras. En determinadas ocasiones festivas, como la que nos ocupa, organizaban estas máscaras. Solían ir acompañadas de distintas agrupaciones musicales, entre ellos ministriles, atabales, trompetas. Las máscaras desfilaban por distintos lugares de la ciudad y, en esta ocasión, pararon en el Alcázar para que la marquesa y su hija pudieran verlas.