Jewish quarter soundscape
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Keywords
Jewish Spanish romance , jewish community , Ysaque Perdoniel (trujiman -interpreter–, Jewish) , Yudá Alascar (trujiman -interpreter–, Jewish)
La escasez de noticias sobre la judería de Granada es tan extrema que hace difícil incluso establecer con precisión los límites que tenía en el siglo XV, justo antes de la expulsión de la comunidad hebrea de la ciudad, en 1492, la cual es muy difícil de estimar. A ella pertenecían, en esas fechas, Ysaque Perdoniel y su yerno Yudá Alascar, dos de los miembros más destacados de la aljama granadina, los cuales habían sido intérpretes al servicio de Boabdil, emir de Granada. La única noticia de la ubicación de la judería granadina la proporciona el viajero alemán Jerónimo Münzer, en su viaje a Granada efectuado en 1494: “El rey don Fernando ha mandado ensanchar muchas calles, derribar algunas casas y hacer mercados. Ordenó, además, demoler la judería, donde habitaban más de veinte mil judíos, construyendo a sus expensas en el lugar que ocupaba un gran hospital y una magnífica iglesia en honor de la Virgen destinada a sede episcopal, templo que alcanzamos a ver terminado hasta las bóvedas y ya con el tejado puesto”. Este edificio fue el que posteriormente se donaría a los franciscanos para establecer en él su convento de San Francisco, casa grande. Es poco probable que la judería de Granada hubiera alcanzado ni las dimensiones ni la población citada por Münzer. Debió ocupar un área que pudo estar aproximadamente delimitada por las actuales calles de Pavaneras, Santa Escolástica, Girones, Jesús y María y San Matías, sin que se haya podido concluir exactamente dónde estaría ubicada la sinagoga mayor. En un documento fechado en 1496, se recoge que el arzobispo Hernando de Talavera mandó "ansímismo tomar seis sinagogas que se hallaron en la dicha judería, las cuales declaró el señor arçobispo que pertenesçen a la iglesia". Resulta muy difícil documentar el paisaje sonoro de la judería granadina que queda a la mera especulación. Suponemos que sus calles serían tan bulliciosas como las del resto de la ciudad. Sus sinagogas tendrían una actividad musical continuada y en sus casas se cantarían esos romances y canciones que la tradición sefardí ha tratado de conservar, aunque haya sido con un cierto grado de mestizaje con las comunidades foráneas en las que se asentaron tras la expulsión. Romances cantados principalmente por mujeres, generalmente a solo, sin acompañamiento instrumental y relacionados con sus propios ritmos vitales: canciones de cuna, de boda o de duelo, o para acompañar las tareas domésticas cotidianas.