Auto de fe (1593)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Keywords
auto de fe , bustle in the street , procession , announcement , town crier , trumpeter , drum player , wind players , Tribunal of the Inquisition , crowd
Los autos generales de fe son uno de los actos sociales más destacados de la Edad Moderna que al igual que otras manifestaciones “festivas” alcanza su cénit en el Barroco. Se compone de diversos elementos revestidos de un complejo ceremonial, con numerosos elementos escenográficos y sensoriales comunes a otros eventos urbanos patrocinados por los poderes cívico-religiosos. Con ellos se pretende, además de castigar a los reos, impactar, aleccionar, ejemplarizar y proporcionar a la ciudadanía, que acude en masa como espectador, sin distinción de clase social, un morboso entretenimiento. En 1593, los principales escenarios urbanos granadinos en los que se celebraban los distintos episodios que conforman el auto general de fe, interconectados por procesiones que tienen lugar en diversos momentos, son: Casas de la Inquisición (enfrente de la iglesia de Santiago), plaza Nueva y la plaza de Bibarrambla, así como el quemadero del Beiro, en el campo de San Lázaro, extramuros de la ciudad. El desencadenante de este auto general fue la noticia de la existencia de un importante foco judaizante, descubierto en 1591, y fue el más numeroso de esta centuria, con 97 penitenciados. El auto se publicó el 7 de mayo de 1593, “con mucha solemnidad de trompetas y atabales y chimirías”. El cadalso “muy alto” se ubicó en la plaza de Bibarambla, “cosa que no se suele hacer, sino en la plaza Nueva, junto a la calle de los Gomeles. La víspera del auto, 26 de mayo, como era habitual, se hizo la procesión de traslado de la cruz verde, desde las casas de la Inquisición a la plaza de Bibarrambla. El estandarte que abría la comitiva era de damasco carmesí: “bordadas ambas partes con las letras sacadas por la Inquisición del salmo 73 y otro del salmo 50, armas reales en oro y seda y las del Inquisidor general”. Para la procesión de penitenciados, que tuvo lugar el día de la Ascensión, se colocaron en las calles de Elvira y Zacatín, estructuras de madera para acomodar a la gente. La concurrencia a este acto fue muy grande, procedente “de toda la comarca”. El costo total alcanzó la suma de 117.584 maravedís. El desglose pormenorizado de gastos nos proporciona información sobre algunos de los elementos característicos de la procesión que partía de las casas inquisitoriales: estatuas con sus máscaras, representativas de los difuntos o fugitivos, arquetas, decoradas con llamas y diablos, conteniendo los restos de los fallecidos, y detalles del vestuario de los penitenciados, entre ellos las insignias para la cabeza, los sambenitos pintados con llamas, o las corozas (gorro de papel o cartón pintado de forma cónica) para los relajados (condenado a muerte). Esta relación nos permite saber que se pagó a los pregoneros 1.020 maravedís, a los tres atabaleros a caballo 136 maravedís y a los tres trompetas 204 maravedís. En este caso no se recogen los cantores, acompañados del maestro de capilla, que aparece en la relación de gastos del auto celebrado en 1575, lo cual no significa que no estuvieran presentes, dada la importancia que tuvo el que aquí se reseña. Como en otras procesiones, lo habitual es que fueran las capillas de la catedral o de la capilla real las que acompañaran el cortejo de la cruz verde. Era habitual que el gentío que presenciaba la procesión gritara insultando y chillando a los reos y que asistieran, cuando había algún condenado a muerte, a su ejecución en el quemadero del Beiro.