Procession for the transfer of the Holy Eucharist to the convent of Discalzed Carmelites (1575)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Keywords
procession , street music , bustle in the street , pyrotechnic devices , artillery salute , mapping Francisco Guerrero , hymn , Pange lingua (hymn) , Francisco Guerrero’s manuscript works , Teresa de Jesus (nun) , Cristóbal Rojas Sandoval y Alcega (archbishop) , Francisco Guerrero (composer, chapel master) , music chapel of the cathedral , crowd
La fundación del convento carmelita descalzo de San José, en Sevilla, nos permite ejemplificar las procesiones urbanas que se realizaban de manera habitual para llevar el Santísimo Sacramento desde parroquias cercanas hasta las casas en las que la comunidad se había establecido. La de Sevilla tuvo lugar el 29 de mayo de 1575. La primera fundación fue en la calle de las Armas (actual Alfonso XII), con lo cual la parroquia desde donde partió la procesión pudo ser la de San Miguel o la de San Vicente, dependiendo del tramo de este vial en el que se encontraran las casas en las que iban a residir. Estamos frente a una pequeña procesión general, con presencia del propio arzobispo, lo cual permite afirmar con bastante fiabilidad que serían las capilla de música y de ministriles de la catedral las que estuvieron presentes en ella, con Francisco Guerrero, su maestro, al frente. Veamos la descripción que Santa Teresa nos proporciona de ella:
“Después de acabado, yo quisiera no hacer ruido en poner el Santísimo Sacramento, porque soy muy enemiga de dar pesadumbre en lo que se puede excusar, y así lo dije al padre Garciálvarez y él lo trató con el padre prior de las Cuevas, que si fueran cosas propias suyas, no lo miraran más que las nuestras. Y parecióles que para que fuese conocido el monasterio en Sevilla, no se sufría sino ponerse con solemnidad, y fuéronse al Arzobispo. Entre todos concertaron que se trajese de una parroquia el Santísimo Sacramento con mucha solemnidad, y mandó el Arzobispo se juntasen los clérigos y algunas cofradías, y se aderezasen las calles”. El buen Garciálvarez aderezó nuestra claustra, que –como he dicho- servía entonces de calle, y la iglesia extremadísimamente y con muy buenos altares e invenciones. Entre ellas tenía una fuente, que el agua era de azahar, sin procurarlo nosotras ni aún quererlo, aunque después muchas devoción nos hizo. Y nos consolamos ordenasen nuestra fiesta con tanta solemnidad y las calles tan aderezadas y con tanta música y ministriles, que me dijo el santo prior de las Cuevas que nunca tal había visto en Sevilla, que conocidamente se vio ser obra de Dios. Fue él en la procesión que no lo acostumbraba. El arzobispo puso el Santísimo Sacramento… La gente que vino fue cosa excesiva… hubo tantos tiros de artillería y cohetes, después de acabada la procesión, que era casi noche, antojóseles de tirar más…”
En esta procesión probablemente se escucharon las versiones del himno Pange lingua de Francisco Guerrero y de Juan de Urreda que eran las dos que tradicionalmente formaban parte del repertorio interpretado por las capillas musicales de la ciudad.