Black slave wind players for the cathedral of Panamá (1677)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
En 1677, poco después del traslado de la ciudad de Panamá a su nuevo enclave, se envían desde Sevilla cinco esclavos ministriles negros, entre dieciséis y veintidós años, para que sirvieran en la catedral.
Keywords
transfer of wind players , wind players
En 1677, Gonzalo Fernández de Córdoba, caballero de la orden de Calatrava, del Real Consejo de Castilla, presidente de la Real Audiencia y Casa de Contratación de las Indias, sita en Sevilla, remitía a Antonio Fernández de León (en el documento es citado como obispo), cinco esclavos negros para “el servicio del culto divino” como ministriles (“chirimías”) en la catedral de Panamá. El obispo de Panamá en esa fecha era Lucas Fernández de Piedrahita, recién llegado para tomar posesión de su nueva diócesis. Antonio Fernández de León y Mendoza era realmente el gobernador de la Provincia de Tierra Firme y presidente de la Real Audiencia de Panamá, el cual fue el responsable del traslado de la ciudad de Panamá, en 1673, a su nuevo enclave, después del ataque, saqueo y destrucción de la antigua Panamá, en 1671, por el pirata británico Henry Morgan.
Los cinco estuvieron en la Casa de Contratación, antes de ir a Cádiz, lugar en el que embarcarían para dirigirse a Cartagena de Indias, desde donde se trasladarían a Panamá. Cuatro de estos ministriles formaban parte de un mismo grupo y son descritos por el tesorero de la Casa de Contratación, José de Veitia Linage, en un documento fechado en Sevilla el 25 de enero de 1677, de la siguiente forma:
- “Sebastián, de veinte años, alto, delgado, señal de herida sobre la ceja izquierda.
- Rodrigo, de veinte y un años, poco más o menos, de buen cuerpo, robusto, señal de herida sobre la ceja derecha.
- Diego, de diez y seis años, mediano de cuerpo.
- Damián, de veinte y dos años, buen cuerpo, dos señales de herida en la frente”.
El quinto había llegado desde Lisboa. Según la descripción hecha en la Casa de Contratación de Sevilla, el 10 de abril de 1677, se llamaba Gonzalo Rodríguez: “de veinte y dos años, buen cuerpo, señal de herida sobre la ceja izquierda”.
Todos los ministriles hispanos que se trasladaron en distintos momentos a las diferentes diócesis americanas pudieron ser excelentes agentes en la transmisión del repertorio español para uso de estos grupos instrumentales, del cual da buena cuenta el único libro de coro conservado en las catedrales del Nuevo Mundo, el Libro XIX de la catedral de Puebla (México), copiado en la década de 1670.