Music chapel of the convent of Santa Isabel la Real (c. 1550)

El convento de Santa Isabel la Real fue otra de las fundaciones granadinas de los Reyes Católicos, la cual se llevo a cabo en 1501. La dotación inicial contemplaba 20 monjas profesas, número que se aumentó, en 1504, a un mínimo de 40 religiosas. El asentamiento definitivo de la comunidad en las dependencias del palacio de la Dal-al-Horra (residencia de la madre del rey Boabdil) y otras edificaciones circundantes tuvo lugar en 1507. Para regir la comunidad vino desde el convento de Santa Inés, en Écija, Teresa de Torres, viuda del condestable de Castilla Miguel Lucas de Iranzo, que había tomado el hábito el hábito de Santa Clara en esa ciudad, acompañada de otras 19 monjas del mismo.

            Según el cronista de la orden, fray Alonso de Torres, este cenobino granadino debía contar con una capilla de música desde la primera mitad del XVI. Al hablar de sor María de Bobadilla, vicaria de coro y abadesa, segunda de este nombre y sobrina de una homónima anterior, fallecida en 1579, señala:

 “Criola la tía en temor de Dios Nuestro Señor, buenas costumbres y descubriendo ingenio sobresaliente, trató de enseñarle todas las habilidades que suelen ser necesarias para la mayor decencia los Oficios Divinos. Era la voz peregrina y porque sabía el canto llano y de órgano con gran destreza gobernaba continuamente el coro y su capilla”.

            Permite suponer la presencia de esta capilla musical el hecho de que María de Bobadilla (segunda) había sido entregada por sus padres Diego Luzón, alcalde de la Real Chancillería de Granada, y Juana de Bobadilla a su tía María de Bobadilla (primera, también abadesa y fallecida en 1551) con tan solo tres años de edad, por lo que su formación musical tuvo lugar en el interior del convento.

            Esta capilla, al igual que ocurría con otras conventuales, estaba condicionada por el ingreso en ella de monjas músicas, por lo que solían ser irregulares en su composición y en su pervivencia.

            Una hermana de María de Bobadilla, sor Catalina de Luzón (falleció en 1601, cuatro veces abadesa), siguiendo de nuevo al cronista de la orden:

“Criose desde pequeñita en este monasterio con su hermana y tía, y reconociendo, después de profesa, sus relevantes prendas de música, de buena voz, la hicieron vicaria de coro, en cuyo ejercicio estuvo veinte años... Tan amante hija fue de nuestro padre San Francisco que su solemnidad era en su estimación una de las mayores fiestas, y así le sacrificaba el culto que podía. Hallábase la comunidad sin música en aquel tiempo, traía a su costa la de la catedral y en los maitines cantaban tantos villancicos como en la noche del Nacimiento del Señor. Hizo su imagen que se colocó en el altar mayor”.

Nos permite este testimonio documentar también la presencia esporádica de las capillas musicales de otras instituciones seculares en las iglesias conventuales para contribuir a la solemnización de festividades de especial relevancia para la comunidad.