Birth, baptism, musical training and early performances of Manuel del Pópulo Vicente García (1775-1791)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
Born in Seville on 21 January 1775, the singer and composer Manuel del Pópulo Vicente García received his musical training in this city, where he gave his first performances until his departure for the flourishing city of Cádiz in 1791.
Keywords
baptism , music education , novena of Santa Rita , songs , Manuel del Pópulo Vicente (= Manuel García, singer, composer, singing teacher) , Nicolás Zabala (organist) , Juan de Almarchar (violinist, cellist) , crowd
Manuel del Pópulo Vicente García, cantante, compositor, profesor de canto y tenor belcantista predilecto de Gioacchino Rossini nació en la Cestería, en la calle de las Vírgenes, el 21 de enero de 1775. Fue bautizado el 23 de enero en la parroquia de Santa María Magdalena, según consta en su partida de bautismo:
“En la ciudad de Sevilla, el 23 de enero de 1775, yo, Doctor Don Luis Antonio González Blanco, párroco de la iglesia de Sevilla Santa María Magdalena, de la ciudad anteriormente citada, bautizó solemnemente a Manuel del Pópulo Vicente, nacido el veintiuno de este mes e hijo legítimo de Gerónimo Rodríguez y Mariana Aguilar, su mujer. Los padrinos han sido Joséph Rodríguez y María de Aguilar, miembros de esta parroquia, a los cuales he explicado el parentesco espiritual y sus obligaciones para con el bautizado”.
Probablemente tomó el apellido García de su abuelo paterno Diego Rodríguez García. Los datos que conocemos sobre su formación musical y primeras actuaciones son poco precisos, no solo por la falta de documentación sino también por la propia voluntad de Manuel García de encubrir sus orígenes. Su amigo y biógrafo José Joaquín Mora (1825) señalan que fue seise de la catedral de Sevilla, bajo el magisterio de Antonio Ripa, pero no se ha localizado su nombre en las listas de cantorcitos conservadas en esta institución y según el perfil biográfico que recogemos seguidamente este hecho no es cierto; aunque fue requerido por el cabildo catedralicio, su padre no quiso acceder a esa petición. En el primer número de la revista El Orfeo Andaluz, publicado el 6 de septiembre de 1842, aparecía una biografía de García, firmada por A. Fernández, y elaborada a partir de datos facilitados por sus familiares, amigos y otras personas que lo conocieron en su niñez y juventud:
“Sus padres, aunque poco acomodados, encomendaron su instrucción al pianista Don Nicolás Zabala [ciego, era tercer organista de la catedral]. En esta época solo brillaba por la dulzura, gracia y estilo de su voz; pero era tanta la fama que había adquirido bajo este concepto que las iglesias se llenaban de innumerables personas atraídas más del encanto de su melodiosa voz, que de un sentimiento religioso. Apenas podía citarse función alguna, bien sagrada, bien profana en que la presencia de García, pues este nombre le daremos en adelante, no fuese su principal ornamento, apresurándose cada cual a solemnizarla con su persona. Entre las ocasiones en que recibió singulares muestras de admiración, merece especial mención la novena suntuosa de Santa Rita, que en el convento de nuestra Señora del Pópulo se celebraba anualmente por aquellos tiempos y a la que no dejó de asistir durante su permanencia en esta ciudad, por la proximidad a la casa que le vio nacer. En ella cantaba las coplas de la Santa con tal majestad, en un estilo tan admirable y con tanta gala de voz, que llegaban entusiasmadas familias enteras de los pueblos inmediatos, como ahora sucede en las solemnidades del Corpus y Semana Santa, a oír a un niño que ya había llenado la Andalucía con la fama de su nombre. Un numeroso acompañamiento a sus salida le seguía y más de una vez fue colocado en una mesa para recibir los aplausos y los dulces que el público enternecido le arrojaba, no siendo pocos los ósculos que imprimieran en sus mejillas las madres que envidiaban la suerte de la que le dio el ser. A muchos hemos oído hablar de una escena tan tierna y recuerdan con entusiasmo aquellos acentos que anticipaban la gloria celestial en el tempo del Señor. Entrado más en edad, acabó de perfeccionarse en la música bajo la dirección de Don Juan de Almarcha [Juan de Almarchar fue violinista y violonchelista en la catedral], más nunca perteneció al coro de la catedral como generalmente se cree, constando así del libro de matrícula de este colegio, del testimonio de los que fueron sus amigos y finalmente de su familia que depone haber sido solicitado por el cabildo de dicha iglesia catedral, a cuyas instancias no quiso acceder su padre. Pudo muy bien haber contribuido a sembrar esta creencia el mismo García, al dar en París los apuntes para formar su biografía, por la grande importancia que entonces se daba a los seises de la catedral de Sevilla: tal es la condición de los hombres que no contentos con la nobleza propia la buscan en objetos que no han sido partos de la inteligencia o industria. A los 14 años manejaba con destreza el violín, instrumento a que se había dedicado y ejecutaba con una maestría maravillosa piezas suyas, encomiadas por todos los profesores por la valentía y originalidad de su carácter. Dotado de una imaginación ardiente, a la vez que de una reflexión profunda, consideraba muy estrechos los límites de una ciudad para su genio creador y dio principio a sus expediciones por la ciudad de Cádiz, adonde fue llamado por el director de aquel teatro...”.
La prohibición decretada en Sevilla por Orden de 30 de marzo de 1779 para representar, la cual solo se levantó tímidamente en 1795, pudo ser el principal detonante para que García abandonara la ciudad, en 1791, con el objetivo poder continuar su carrera en la entonces floreciente Cádiz.