Parade to annonce a literary competition in the feast of beatification of saint Ignatius of Loyola (1610)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
The proclamation of the literary joust held to celebrate the beatification of Saint Ignatius of Loyola in Seville, known as the "paseo", was led by a large and colourful procession that travelled through the city, from the Alameda de Hércules to the University, ending at the Jesuit college of San Hermenegildo, which was accompanied at all times by a large and varied ensemble of instruments.
Keywords
literary competition , proclamation of the feast , wind band announcement play , animal sounds , bustle in the street , the pealing of bells , carriages sounds , street music , trumpeter , drum player , drum player , wind players , bell-ringer , Society of Jesus , city council , cathedral chapter , nobility , students , knights
Una vez que la compañía de Jesús tuvo noticia de la beatificación de San Ignacio de Loyola, en 1610, dio noticia de ello a los cabildos de la catedral y de la ciudad que se comprometieron a participar en la celebración de la fiesta. La casa profesa de la compañía (en la actual calle Laraña) y el colegio de San Hermenegildo compartieron los actos celebrativos que comenzó este último con un paseo de presentación de la justa literaria el viernes catorce de enero.
Trecientos cincuenta colegiales se reunieron en la Alameda de Hércules para el paseo (este espacio es comparado en el documento con el Prado de San Jerónimo en Madrid o el de la Magdalena en Valladolid). Iba encabezado por “los atabales, ministriles y trompetas de la ciudad, aderezadas con sus damascos” y un estandarte de damasco carmesí. Los asistentes, a los que se unieron “la nobleza de caballeros y regidores”, iban a caballo, de dos en dos, “uno de galán y otro de eclesiástico”. Los primeros “bizarramente aderezados, con galas de colores, telas de oro y plata” y todo tipo de aderezos tanto en su vestuario como en el de sus monturas, los segundos “con gualdrapas, guardando singular modestia y compostura”. Distribuidas en el cortejo, ocho “astas de plata, de altura de casi tres varas cada una, en manos de los más bien apuestos justadores”, de los que colgaban los carteles de la justa literaria, impresos en latín y castellano, adornados de flores, telas de colores y una imagen de San Ignacio de Loyola, a modo de insignia.
La comitiva llegó, siguiendo la calle de las Palmas, hasta la plaza del Duque, donde estaba el colegio de San Hermenegildo que organizaba el certamen, y de allí fueron repartiendo los carteles de la convocatoria a la justa literaria en los siguientes lugares: el propio colegio, las casas del cabildo, el colegio de Santa María (universidad de Sevilla), la catedral, el alcázar y la casa profesa de la compañía de Jesús. Desde el colegio de Santa María, salieron más de cincuenta personas a recibir a la comitiva del paseo hasta las gradas de la catedral, todos a caballo:
“y con una copia de ministriles, de modo que interpolados con los teólogos, que eran los últimos del paseo, y correspondiéndose la música como en dos muy bien concertados coros, de abultada y alegre consonancia, pasaron de allí a la Universidad, a cuyas puertas estaba un dosel rico para fijar el certamen y los señores colegiales que con nueva música y demostraciones de amistad y cortesía, alegrísimamente, le recibieron y fijaron. La solemnidad y aparato de gusto con que se fijaron los demás carteles, era regocijadísima, así de los atabales, ministriles y trompetas bastardas que los acompañaban, como de una gran tropa de diez y ocho clarines de galera, los cuales adelantándose un rato antes a los sitios donde se habían de fijar los certámenes y haciendo la salva, apercibía alegremente al recebimiento de lo que se acercaba (que por lo que estos instrumentos músicos tienen de tono y alborozo de guerra, correspondía extremadamente al intento de justadores). Diose fin al paseo a la puerta de su colegio de San Hermenegildo, con la folla de todas las copias juntas de ministriles, atabales, repique de campanas (a quien respondían las de la iglesia de señor San Miguel (parroquia muy vecina) que verdaderamente parecía se tocaba alarma, despertadora de ingenios... pareciendo aquel día un Jueves Santo, que es el de mayor demostración y más copioso que suele verse en esta ciudad, y con una ventaja que aquí se vieron infinidad de personas de a caballo y otras muchas en carrozas y coches que entonces no se permiten”.
Cabe destacar en esta relación los distintos y nutridos grupos de instrumentos que acompañaron al cortejo. Por un lado, ministriles, atabales y trompetas bastardas o españolas, las cuales solían estar presentes en este tipo de publicaciones de bandos y pragmáticas, así como en juegos de cañas, torneos y otras solemnidades públicas; por otro, los clarines, llamados también trompetas italianas, especializados, como señala este documento, en toques militares.