Visit of the Moroccan ambassador (1766)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
In 1766, the Moroccan embassy headed by Sidi Ahmed El Gazel made a long journey from Algeciras to Madrid to meet with King Carlos III. One of the best documented stops on this journey was in Seville, where dances and bullfighting festivities were organized and where the ambassador showed his express desire to visit the cathedral where he was amazed by the sound of the cathedral organs whose tribunes he climbed to see them up close.
Keywords
sacred concert , dances , bullfights , sound of animals , Sidi Ahmed El Gazel (ambassador of Morocco) , cathedral chapter , Juan Roldán (organist) , José Blasco de Nebra (composer, organist)
En 1766, la embajada marroquí encabezada por Sidi Ahmed El Gazel hizo un largo camino desde Algeciras hasta Madrid para entrevistarse con el rey Carlos III. Una de las paradas mejor documentadas en este camino fue la efectuada en Sevilla, donde se organizaron bailes y festejos taurinos. Prueba de la sensibilidad artística del embajador es su deseo de visitar la catedral de Sevilla, de la que da cuenta el auto capitular de 19 de junio de 1766:
“Con motivo de haber tenido hoy por la mañana un papel confidencial de D. Francisco Larumbe, hijo del asistente de esta ciudad [Ramón de Larumbe], en que le dice como el embajador del emperador de Marruecos, que pasa a Madrid, desea ver la iglesia y sus alhajas, a quien él ha de acompañar para obsequiarle según las estrechas órdenes de su Majestad...
Y aunque no con el orden que se deseaba, por el gran concurso de gente que se agolpó, sin poderlo remediar, luego que corrió la voz de que el embajador venía a la iglesia, no obstante se ejecutó lo dispuesto, abriéndose la puerta grande luego que llegó a ella, donde le recibieron muchos señores del cabildo, tocándose en este tiempo los dos órganos que le causaron mucha armonía que quiso con gusto y curiosidad subir a verlos de cerca, como se ejecutó, en que detuvo notable tiempo por la admiración que esto le causaba, de donde pasó a ver la gran capilla de Nuestra Señora de la Antigua...”
Podemos destacar la sorpresa y curiosidad que despertaron en el embajador el sonido y grandiosidad de los órganos catedralicios. Todavía en buen estado tenía que estar el órgano planificado por fray Domingo Aguirre que inserto en una caja de Luis de Vílchez había finalizado Sebastián García Murugarren en 1744. Este último organero se había encargado también de la reparación del otro órgano y de su afinación en la misma entonación, lo que permitía la interpretación simultánea o alternante de ambos instrumentos. Los organistas de la catedral en ese momento eran el racionero Juan Roldán y el segundo organista José Blasco de Nebra que debieron ser los encargados de tañer y enseñar estos instrumentos al embajador.
Igualmente reseñable es el interés que despertó en la ciudadanía el exotismo de la embajada marroquí, la cual probablemente se alojaría en el Alcázar, y que llegó Sevilla acompañada de un buen número de camellos y dromedarios que formaban parte de la comitiva.