Poetry and music in the taifa of Seville (1023-1091)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
The independent taifa of Seville during the Abbasid dynasty ( 1023-1091) was an important cultural centre with its epicentre in the Reales Alcázares. Its last two kings, al-Mu'tadid and al-Mu'tamid, father and son, were renowned poets and great patrons who attracted intellectuals, artists and scientists to their court. The court reached its zenith during the reign of al-Mu'tamid (1069-1090). The sung poems, full of sensuality and hedonism, and the sounds of the lute must have resounded in the gardens and residence of the monarch, whose remains have been located in the houses adjacent to the Patio de Banderas in the Alcazar of Seville.
Keywords
domestic music making , women and musical networks project , Al-Mu'tadid (king of the taifa of Sevilla) , Al-Mu'tamid (king of the taifa of Sevilla) , Al-Rashid (al-Mu'tamid's son, poet, musician, lute player) , Suada (<em>qiyan</em>, poetess, singer, composer) , lute player , female singer
La taifa independiente de Sevilla durante la dinastía abadí (1023-1091) fue un importante foco cultural que tendría su epicentro en los Reales Alcázares. Sus dos últimos reyes, al-Mu’tadid y al-Mu’tamid, padre e hijo, fueron reputados poetas y grandes mecenas que atrajeron a su corte a intelectuales, artistas y científicos. La corte alcanzó su cenit durante el reinado de al-Mu’tamid (1069-1090). Los poemas cantados, plagados de sensualidad y hedonismo, y los sonidos del laúd debieron resonar en los jardines y residencia del monarca, cuyos restos han sido localizados en las casas adyacentes al patio de Banderas del Alcázar de Sevilla. La recriminación del rey Alfonso VI de Castilla a los excesos de las cortes de al-Andalus sirve igualmente de testimonio de ese ambiente lúdico:
“Haber dado lugar a la aparición del libertinaje y el espíritu de desobediencia y entregarse continuamente a los placeres del canto y de la música”.
A modo de ejemplo de esta poesía báquica, dos poemas que ilustran la omnipresente conexión entre el vino, la poesía y la música. El primero es del propio al-Mu’tamid:
“Alégrate el alma, porque los enfermos se curan.
La vida es muy corta; ¡empléala bien!
Decir “Qué larga es la vida!”,
Ni con mil años cumplidos.
Con tanta música de laúd y tanto vino,
¿vas a dejar que la tristeza te busque la muerte...”
El segundo poema es una moaxaja que lleva la atribución a Ibn Abbad, el cual, según Pilar Lirola: “bien podría ser, si no al-Mu’tamid, alguno de sus familiares”.
“Tan solo de cantares
y de vino me hables,
más no de otra cosa.
¡Lo que Dios quiera pase
Deja a esas gentes vanas
que hacen promesas falsas
y no me importan nada,
pues todos mis afanes
son el pasar mis tardes
bebiendo mi vino
y escuchando cantares.
¡Riega, lluvia, te pido,
la casa junto al río!
.....
La luz hace el elogio
de ese rey victorioso,
cuyo loor famoso
por mañanas y tardes
entono en mis cantares,
como ave que trina
de gloria entre el ramaje”.
....
En el último de los poemas que incorporamos en este evento, al-Mu’tamid se lamenta desde su destierro en Agmat (Marruecos) del “paraíso perdido” y rememora a sus añoradas cantoras cristianas:
¡Qué cuerpo más horrible y qué alma más pésima
los de esta cantora que pretende entonar algo en Agmat.
¿Cómo se atreve a cantar ante mí en este osado circuito?.
¡Ay de mis contertulios y de mis palacios,
más ¡ay de mis preferidas cantoras cristianas!,
¿Dónde están las tórtolas en lo alto de las ramas?
El historiador árabe Ibn Fadl Allah Al-Umari (1301-1349) en su obra Masalik Al-Absar Fi Mamalik Al-Amsar (Caminos de las miradas en los reinos del mundo), nos proporciona una pequeña noticia sobre una de las qiyan del rey al-Mu’tamid, Suada. Las qiyan eran cantoras esclavas que habían sido especialmente educadas para entretener a sus señores. Estas “cortesanas” eran mucho más que simples cantoras, componían poesía y música, recitaban textos literarios e históricos y dominaban la caligrafía y el teatro de sombras.
También sabemos que su hijo al-Rashid era un consumado músico, excelente tañedor de laúd, el cual pasó un tiempo cautivo de Ramón Berenguer II, conde de Barcelona, como rehén por el pago de un tributo.