Visit of Prince Felipe to the Imperial Navy in Rosas and boarding for Genoa (1548)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
In 1548, Prince Philip set out on a long journey that would take him around what was to become his future dominions. On 20 October, he arrived in Rosas (Gerona) to visit the imperial navy that was to take charge of his transfer to Genoa. Salutes of cannons and arquebuses that flooded the whole area with the smell of gunpowder, minstrels and trumpets from the decked-out galleys, ships, caravels, etc. were some of the main sonic elements of this event.
Keywords
naval music , artillery salute , musket salute , Felipe II (king) , Andrea Doria (imperial admiral) , wind players , trumpeter , Antonio de Cabezón (composer, organist) , music chapel of the Prince Felipe, son of Charles I of Spain
En 1548, el emperador Carlos V sufrió una grave enfermedad en Augsburgo. Temiendo un desenlace fatal, quiso tener cera a su hijo, el príncipe Felipe, y que visitase los estados que formarían parte de su herencia. El viaje se preparó con todo cuidado, seleccionando diligentemente a los miembros de su comitiva y todos aquellos objetos materiales que permitieran dotar al cortejo del boato que correspondía al heredero de la monarquía más poderosa de Europa que debía exhibir su majestad ante los que iban a ser sus futuros súbditos. La comitiva fue objeto de fastuosas recepciones en las distintas ciudades en las que recaló, algunas de las cuales iremos desgranando en sucesivos eventos que se incorporarán a la pestaña ciudades interconectadas de la plataforma digital Paisajes Sonoros Históricos.
La fuente principal para conocer el itinerario y las celebraciones que tuvieron lugar es el libro El felicísimo viaje del muy alto y muy poderoso príncipe don Felipe (Amberes, 1552), escrito por del maestro de pajes del príncipe, Juan Cristóbal Calvete de Estrella, el cual fue uno de los miembros de la comitiva.
El día 19 de octubre de 1548, el príncipe Felipe llegaba a Castellón de Empuries (= Castelló d’ Empuries), alojándose en el palacio que allí tenía el duque de Segorbe, conde de Ampurias. Al día siguiente, después de comer, fue a Rosas a pasar revista a las galeras del emperador, comandadas por Andrea d’Oria (= Andrea Doria), en las que iba a embarcarse para proseguir su viaje a Génova. Calvete de Estrella describe este lugar con las siguientes palabras:
“Rosas, antiquísimo lugar a una legua de Castellón del condado de Empurias. Tiene un puerto, el mayor que hay en el mar Mediterráneo de España, y al un cabo y punta dél hay una fortaleza que se llama el castillo de la Trinidad”.
Andrea d’Oria preparó minuciosamente la flota para recibir al príncipe Felipe y causarle la mejor impresión, de lo que Calvete de Estrella nos da un buen número de detalles, entre los cuales encontramos interesantes elementos sónicos que se suman a otros de naturaleza visual y olfativa que pueden deducirse de su descripción y que nos acercan a la impresión sensorial que experimentaría el príncipe:
“Sabiendo el príncipe Andrea Doria que su alteza venía por ver el armada, mandó poner en orden todas las galeras y naos con gran multitud y variedad de ricas banderas, estandartes y gallardetes de damasco carmesí labrados de oro y plata y de diversas colores con las armas del imperio y reales. Estaban las galeras del príncipe Andrea Doria, las de España, las de Nápoles y las de Sicilia, puestas en sus batallas por sí con tanta orden y concierto, ornadas de tanta variedad de banderas y estandartes que en ninguna cosa más se pudiera recrear ni dar contentamiento a la vista, y no menos bien parecían las naos ginovesas y vizcaínas y las hulcas de Flandes, que estaban a una parte, y a la otra las carabelas portuguesas, y entre ellas los escorchapines de Cataluña. Esperaban en tierra al príncipe puesta en orden, muy bien aderezadas de armas y arcabucería, tres banderas de infantería española, de los capitanes Amador de Donamaría, Diego Hernández Moreruela y Rodrigo Pagán, que habían venido en las galeras de España; y así estaban los soldados ordinarios de las galeras. Llegando el príncipe acompañado del duque de Alba y de don Per’ Álvarez Osorio, marqués de Astorga, y de otros muchos señores y caballeros, salió en tierra el príncipe Andrea Doria con muchos gentileshombres ginoveses a recibirle y su alteza le acogió con mucha voluntad, haciéndole todo favor y acogimiento como a tan buen servidor y principal ministro del emperador su padre… Con esto entraron luego en el batel que estaba ricamente aderezado y incontenenti comenzó la galera bastarda capitana a hacer la salva y disparar su artillería, respondiendo con tanta presteza y furia de artillería las otras galeras y naos por su orden y concierto, haciendo lo mismo el castillo de la Trinidad que parecía que el cielo y tierra se hundía de truenos y fuego; y las galeras y naos, que antes parecían arcos triunfales, con los ricos estandartes y banderas que en ellas se vían, agora con el humo y fuego parecía que ardían en llamas vivas. Los soldados asimismo hicieron salva de arcabucería con muchas destreza. Acabada la salva, comenzaron las trompetas y clarines a sonar por todas las galeras con mucho concierto y armonía. Llegando el príncipe con el esquife a la bastarda [galera capitana] oyeron una suavísima música de menestriles y otros instrumentos sin cesar, hasta que el Príncipe fue entrado en la galera, la cual anduvo mirando toda, que estaba ricamente y con gran policía aderezada; y habiendo desde ella visto toda la armada se volvió a Castellón aquella noche, muy contento de ver cuán grande y poderosa era, y cuán bien en orden para hacer su viaje”.
El tiempo empeoró y no se pudo comenzar el embarque hasta el 31 de octubre. Era tan nutrida la comitiva que acompañaba al príncipe que Calvete de Estrella nos dice “que parecía que no habían de bastar otros tantos navíos como había”, los cuales ascendían a cincuenta y ocho. Cita a numerosos personajes relevantes de la misma, entre ellos iba “el único organista Antonio de Cabezón”, así como “muchos capellanes y oficiales de la capilla de su alteza, la cual era de muy excelentes cantores y músicos los más escogidos que hallarse podían”.
El día 1 de noviembre, se celebro la misa de la festividad de Todos los Santos en la iglesia mayor de Castellón de Empuries, con gran solemnidad, por lo que probablemente fue oficiada por los músicos de la capilla del príncipe. Después de la comida, se dirigieron a embarcarse en Rosas. De nuevo fue recibido con salvas de artillería en las embarcaciones y en el castillo de la Trinidad y, cesadas estas:
“comenzó el gran sonido de las trompetas y clarines que generalmente en todas las galeras se hacía y suavísima música de menestriles altos”.
Como hemos visto, un grandioso espectáculo visual, sónico y olfativo, ya que tras las salvas de cañones y arcabuces el olor al humo y a la pólvora quemada debía ser muy intenso. Este relato da cuenta también de uno de los elementos sónicos más característicos de las embarcaciones que comandaban la armada imperial, los ministriles, así como las trompetas presentes en el resto de sus naves.
Véase también: http://www.historicalsoundscapes.com/evento/311/sevilla/es