Procesión de estreno de la carroza del Viático de la parroquia de San Ildefonso (1765)

El 26 de mayo de 1765, domingo de Pentecostés, se estrenó la carroza construida “a devoción de su feligresía” para llevar el Viático a los enfermos de la iglesia de San Ildefonso. Este carruaje está profusamente decorado con motivos alegóricos alusivos a la Eucaristía. La Gazetilla curiosa o Semanero Granadino, nos da los detalles de la procesión que se hizo para la inauguración de esta carroza:

“Llego la hora que saliese aquel Sacramentado Dueño y ya estaban en la puerta del referido templo dos compañías de soldados, una de caballería que fuese delante haciendo camino porque en tan dilatado campo impedía el grande concurso y la otra de granaderos de milicias que cerrasen la procesión y custodiasen a la Sacramentada Majestad. Concurrió lo más distinguido de este pueblo y cada cual daba a entender la llama que en su corazón ardía, aún más viva que la hacha que su manos ofrecía como víctima de su devoción. No era numerable la cera que concurrió, no solo de su feligresía, sino de todo el pueblo, esmerándose el celo granadino en los cultos de su Dueño, haciendo consonancia armoniosa pífanos, cajas, trompas y otros instrumentos músicos que acompañados de diferentes ideas de cohetes publicaban júbilos y encendían más y más los corazones. De el coche tiraban seis mulas, cuyo gobierno tomaron por su cuenta el señor don Diego de Bohorques, coronel del Regimiento de Milicias, que tiene el nombre de esta ciudad y hermano mayor de la Real Maestranza de Granada, y el señor don José Valderrama, vizconde de Rías y caballero maestrante, quienes desahogaron su devoción manifestándose a el pueblo gloriosos en verse constituidos criados del Supremo Rey de la Gloria. Administró aquel sacramentado pan a los enfermos el señor doctor don Francisco Antonio de Vera, canónigo de la santa iglesia catedral de esta ciudad, gobernador, provisor y vicario general de este arzobispado por el ilustrísimo señor don Pedro Antonio Barroeta y Ángel, dignísimo arzobispo, concluyendo este aparato varios suntuosos coches de recámara”.

En el número LIX de 20 de mayo de 1765 se describe esta carroza, se justifica su utilidad y se da cuenta de la previsión para su mantenimiento y custodia, así como de que había un segundo coche de reserva:

“En la iglesia parroquial de San Ildefonso de esta ciudad se ha establecido un nuevo culto para la administración de los Santos Sacramentos a sus feligreses, con el beneplácito del ilustrísimo señor arzobispo. Este es la construcción de un coche sumamente costoso y magnífico. Hay en él fijados de primorosa pintura varios atributos del Sacramento. En los remates de la caja ocho ángeles de bronce con campanillas y palmas en las manos. En el juego delantero están distribuidos cuatro faroles de cristal, con tan especial simetría que no impiden la vista de lo interior del coche. Esta alhaja gozará privilegios de sagrario, pues solo ha de servir a Nuestro Soberano Dueño. Está toda tallada y dorada de fino, con las precisas preservaciones para resistir a los temporales. En ella se administrará  a toda hora el Viático, a efecto de que esté con toda prontitud mediante a ser precisa alguna tardanza por haber en feligresía tan dilatada caserías y haciendas de campo. Y para que obra tan útil tenga la debida permanencia se ha formado una Esclavitud del Santísimo a cuyo cargo está su manutención y costo. Para este fin ha comprado junto a la misma iglesia tres casas, las que se han reedificado y dispuesto en este modo: una sala baja de 15 varas de largo y más de 4 de ancho para encerrar el nuevo coche y otro que hay de reserva. Tiene esta su fachada y salida al mismo Campo del Triunfo y en lo principal del pórtico se ha dispuesto una hermosa tribuna, en donde se venera y adora una pintura del Santísimo Sacramento, a quien se tendrá luz toda la noche para que sirviéndoles de guía a los fieles llamen a los curas o a sus tenientes para la administración pronta de los Santos Sacramentos”.

En esa casa vivirían los curas y sus tenientes y el ama para su cuidado. Había habitaciones también para el cochero “que no se deberá ocupar de otra cosa”, pajar y cuadra para las mulas que tirarían del carruaje.