Liturgical and musical activity at the Jesuit mission of Fremona in Ethiopia (1557-1640)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
The Jesuit mission of Fremona was, in two distinct stages, the one that had the longest existence in Ethiopia. A strategic point on the way to the residences near Lake Tana, all the Jesuits and the material objects that arrived from India, including, for example, musical instruments, passed through it. Its seminary, which had thirty-three students in 1623, followed the same educational and doctrinal patterns as those practised in the main Asian missions, and its churches were solemnised with vocal, monodic and polyphonic music and organ accompaniment.
Keywords
teaching , music lessons , mass , drums , musket salute , the pealing of bells , viol , rebec , harp , organ , harpsichord , clavichord , Andrés de Oviedo (jesuit, bishop) , Pedro Páez Jaramillo (jesuita) , Society of Jesus , children of the college of Fremona , Luis Carteira (jesuit, musician, mathematician) , drum player , music chapel , Afonso Mendes (jesuita)
Con este artículo dedicado a la actividad musical en la residencia jesuítica de Fremona, cierro, por el momento, la trilogía dedicada a las misiones que la Compañía de Jesús estableció en los territorios del mítico Preste Juan en Etiopía. Véase:
http://www.historicalsoundscapes.com/evento/1397/gorgora/es.
http://www.historicalsoundscapes.com/evento/1398/azazo/es.
En 1557, seis jesuitas, a cuyo frente se encontraba el obispo Andrés de Oviedo (1517/1518-1577), lograron llegar a la corte del emperador etíope Gelawdewos [= Claudio (c.1522-1559)]. Exiliados en la región de Tigray, cerca de la antigua ciudad de Aksum, fundarán la primera residencia de la Compañía de Jesús en Fremona, en honor a San Frumencio, patrón de Etiopía. Con la prohibición de predicar y bautizar, más o menos suavizada bajo el emperador Sarsa Dengel (1563-1597), su capacidad evangelizadora se vio muy limitada, restingiendo su actuación a la pequeña comunidad de algo más de cuatrocientos católicos portugueses y luso descendientes dispersos por todo el territorio etíope. Tras la muerte de Andrés de Oviedo en 1577, la situación se prolongó hasta el fallecimiento en mayo de 1597 de Francisco Lopes, el último sobreviviente de este pionero grupo de seis jesuitas, el cual fue enterrado junto a la tumba de Oviedo. Se cerraba así la primera etapa misionera jesuítica en Etiopía que había dado muy pocos resultados y había vivido siempre en unas condiciones muy precarias, aunque, desde 1563, habían logrado abrir una modesta escuela en la que, al igual que en Goa, era práctica común el que los niños cantaran la Doutrina por la noche.
Cuando el jesuita español Pedro Páez Jaramillo (c.1564-1622) llegó a la antigua misión de Fremona, en 1603, encontró allí al sacerdote Belchior da Silva, natural de Goa, que desde 1598 era en único presbítero católico en la región. Páez fue el encargado de restaurar el segundo periodo misionero en Etiopía, secundado por cuatro compañeros más que se sumarían a esta tarea en los dos años siguientes: Antonio Fernandes (1571-1642), Lorenzo Romano (1569-1621), Francesco Antonio de Angelis (1566-1622) y Luis de Azevedo (1573-1634).
Será en las primeras décadas del siglo XVII cuando la residencia de Fremona alcance su mayor desarrollo. En torno a 1604, se abrirá su primera escuela-seminario, donde comenzarán a desarrollar el sistema pedagógico y doctrinal jesuítico importado de las misiones indias que tan excelentes resultados había dado con la población local y en el que la enseñanza de la música vocal, monódica y polifónica, e instrumental tenía un papel destacado. Desde las primeras referencias de 1605, en las que se deja constancia de que el número de jóvenes que estudiaban en Fremona era de doce, esta cifra no cesó de crecer hasta llegar al pico de treinta y tres estudiantes registrado en 1623, sin llegar a aproximarse al centenar que estudiaban en el seminario de la residencia de Gorgora en 1626. Algunos de estos jóvenes etio-portugueses serán ordenados sacerdotes por el patriarca Afonso Mendes y desempeñarán un relevante papel en la labor doctrinal de la misión. En cualquier caso, Fremona siempre mantuvo la situación de privilegio que le concedía el ser ineludible lugar de paso desde el puerto de Massawa (Eritrea), en la costa del Mar Rojo, hasta las misiones próximas al lago Tana. Este hecho motivó que los treinta y un misioneros que llegaron a Etiopía durante esta segunda etapa pasaran una temporada, más o menos prolongada, en Fremona, donde intercambiaban información y recibían instrucciones para las tareas que debían desempeñar. Aquí llegaban igualmente todos los objetos procedentes de Europa e India para proveer al resto de las residencias jesuíticas de la región. Por esta residencia debieron pasar todos los instrumentos que, en 1624, llegaron desde la India con los jesuitas Gaspar Páez y Luis Cardeira: “viola, rabequinha, harpa e principalmente orgãos, cravo e manicórdio, o que tudo trouxemos da Índia este ano”.
La misión estaba asentada en el extremo norte de una colina, rodeada por una muralla de carácter defensivo que comenzó su construcción en 1606. Esta muralla fue reforzada bajo la supervisión de Diogo de Mattos y, en torno a 1627, siguiendo la estela de las iglesias construidas en Gorgora, Gännätä Iyäsus and Innäbesse por el arquitecto español João Martins (= Juan Martínez) se inició la construcción en Fremona de un templo de similares características, ya que la que tenían era pequeña y aunque se había reformado seguía siendo insuficiente para la creciente comunidad católica de la región. El jesuita Manoel da Veiga (1566-1647), misionero también en Etiopía, en el libro primero de su obra Relacam geral do estado da christandade de Ethiopia (Lisboa: Mattheus Pinheiro, 1628) da cuenta de estas iglesias. Sobre la reedificación de la “igrejinha” en la que estaba la sepultura del patriarca Andrés de Oviedo nos informa que fue:
“A custa de hum bon catholico por nome Zemagram, deitandose a primeira pedra com muyta solenidade, & fez hum tumulo alevantado pera o corpo do santo patriarcha estar mais adornado e reverenciado, & da casinha em que ello morou em vida & faleceo, se fez hua capella, ficando o altar ben no lugar em que espirou, & se dise nella a primeira missa dia de Sam Francisco Xavier, no anno de 1626”.
A ella se refiere en otro párrafo, donde precisa sus limitaciones: “com ser muyto capaz & lavrada em pedra viva, con seus arcos, colunas & pedestaes a antiga, nam bastava pera receber tanta gente quanta a ella concurria”. En ella se instalaría el icono de “Nossa Senhora de sam Lucas”, importado de la India hacia 1605 y que, desde esa fecha, había presidido el altar de la iglesia de los jesuitas generando una importante corriente devocional en la región de Tigray.
El propio Manoel da Veiga narra la ceremonia que tuvo lugar cuando se colocó la primera piedra de la que sería la nueva iglesia y nos proporciona también noticia de otros interesante elementos que formaban parte del paisaje sonoro de la misión:
“Em fevreiro, se lançou a primeira pedra de hua grande & fermosa igreja, que se faz perto da fortaleza, porque a do santo patriarcha, alem de ser pequena, fica muy afastada da casa. Fezse o acto com muyta festa de atabales & mosquetaria, achandose presente o visorey Caba Christos [Se’elä Krestos, hermano del emperador] que deu pera a obra panos que valiam trezentos pardaos. Mandou pera a frontaria hum globo de metal grande com sua cruz, acrecentou muytas terras a igreja & fez ao lugar de Fremona ciudade por honra da mesma igreia… Deu tambem o visorey hums atabales grandes pera a fortaleza, os quaes, a certa hora, se tocam por tres vezes, como no arrayal [campamento del Emperador] & respondem au nosso sino de correr, porque despois do terceiro sinal se acham algum o despojam de tudo o que tras sobre sy. Alcançou do Emperador hua peça de artelharia arrezoada das que os portugueses trouxeram a Ethyopia (que ainda ha algunas más nam usam dellas) esta posta na fortaleza, basta pera por medo a todo Tygre”.
Como ya he señalado, el 1 de febrero de 1624, llega a Fremona el músico y matemático Luis Cardeira (1585-1640), residiendo aquí una temporada antes de asentarse en la residencia de Gorgora, donde, entre otras obligaciones, se encargó de la docencia musical a los alumnos que estudiaban en el colegio jesuítico. Según relata el padre Manoel da Veiga:
“Entrou em Ethyopia mais morto que vivo, dalhe Deus forças & saude pera todas estas occupaçoens, & paciencia, & arte pera meter na cabeça aos Ethiopes a nossa musica, por serem naturalmente priguiçosos & pouco applicados a semelhantes cousas, com tudo, o trabalho do Padre venceu seu descanço de sorte que em seis meses formou h̃ua capella de baixos, tenores & tipres, cousa que iguamente espanta & consola, assi aos de casa como de fora”.
Es también el padre Manoel da Veiga el que nos da cuenta de los festejos que se hicieron en la misión de Fremona, en 1624, para celebrar la canonización de Ignacio de Loyola y Francisco Javier:
“Nesta residencia de Fremona se celebrou a festa da canonizaçam dos nossos santos padres Ignacio & Francisco Xavier, publicando o jubileo que pera o tal dia sua Santidade tinha concedido. Armouse a igreja conforme a possibilidade da casa & terra, desparon a fortaleza muytos tiros, mas o principal da festa foram as muytas confissiones & communhoens que ouve, parecendo poucos seis padres que aquí se acharam, numero que ategora em Ethiopía nunca se vio junto nua casa”.
Como ya he señalado en los otros dos artículos citados, diversos cronistas recogen no solo la importante labor musical docente desempeñada por Luis Cardeira en las distintas residencias jesuíticas por las que pasó, sino también su capacidad para la organización de los actos festivos de la comunidad, así como su propia participación, como músico, en la liturgia y en todo tipo de festejos y actividades recreativas y de protocolo con la famila real, especialmente con el emperador Susenyos (Seltan Sagad, 1608-1632) y con su hermano, el ya citado Se’elä Krestos, que fue uno de los primeros miembros de la corte en convertirse al catolicismo y que era gran aficionado a la música.
La rígida e intolerante política religiosa de Afonso Mendes (1579-1659), nombrado patriarca de Etiopía por el papa Urbano VIII en 1623, el cual llegó a la misión de Fremona el 25 de junio de 1625, supuso el inicio de las tensiones con el entorno cortesano del emperador que había permanecido fiel a la ortodoxia alejandrina. Acompañando a Mendes iban otros seis padres jesuitas y “cinco moços destros na musica & outro que viera de Portugal”. Según una carta del propio Afonso Mendes, dirigida a los hermanos de la Compañía de Jesús, en Lisboa, relatándoles el viaje y la llegada a Etiopía, en la mención que hace de esos “moços”, se refiere a ellos como maestros de capilla: “… este lingogagem nam era so dos religiosos, padres e irmãos da Campanhia, mas atè dos moços, que sendo alguns delles muyto fracos e criados com mimos nos semminarios, en que eram mestres de capella, e outros em casa de sus pays, assi caminhavan dias inteiros a pé…”
En una fuente más tardía, el libro Asia Portuguesa (tomo III. Lisboa: 1675, p. 466), Manuel de Faria y Sousa, al citar el acompañamiento del patriarca Afonso Mendes, se refiere a ellos como “seys moços buenos músicos”.
Luis Cardeira, junto a otros seis padres de la Compañía, rehusó volver a Goa cuando sus compañeros abandonaron Etiopía, permaneciendo en la clandestinidad hasta que fue ejecutado en abril de 1640.