Entry, stay and embarkation of Prince Felipe in La Coruña (1554)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
On 27 June 1554, Prince Felipe arrived in La Coruña, where he stayed until 13 July, when he sailed for England to marry Mary Tudor.
Keywords
royal entry , ephemeral architecture , Te deum laudamus (hymn) , equestrian games , artillery salute , musket salute , hunting , naval music , street music , banquet , announcement , cheers , bustle in the street , Felipe II (king) , Andrés Muñoz (chronicler) , Fadrique de Toledo Osorio (3rd Marquis of Villafranca) , Order of Discalced Franciscans , drum players , fife , Juan del Rincón (soprano) , Jerónimo de Talamantes (soprano) , Ginés López (soprano) , Agustín de Cabezón (choirboy, soprano) , Mateo Fernández (choirboy) , Francisco de Torres (choirboy) , Bernaldo Monje (choirboy) , Melchor de Valdés (alto) , Ginés Láinez (alto) , Luis López Garavatea (alto) , Francisco de Prado (alto) , Juan de Cariñena (tenor) , Mosén Miguel Garçó (tenor) , Pedro Gelós (tenor) , Francisco Rodríguez (tenor) , Mosén Antón Serrano (tenor) , Doroteo de Guevara (tenor) , Pedro de Salazar (bass) , Mosén Nofre de Queralte (basse) , Lázaro Velázquez (basse) , Germán Pérez de Salamanca (basse) , Antonio de Cabezón (composer, organist) , Juan de Cabezón (composer, organist) , Cristóbal de León (organ builder, tuner) , Antonio Lucas (wind player) , Bernardino de Caleruela (wind player, sackbut) , Francisco González (wind player) , Diego González (wind player) , Francisco de la Sala (wind player) , Gracián de la Sala (wind player) , Pedro de Trujillo (wind player) , Gaspar de Camargo (alto wind player) , Melchor Camargo (wind player, sackbut) , Juan de Roa Castillo (wind player) , Gregorio de Ortega (wind player) , Gaspar Carreçi (wind player) , Francisco de Valera (wind player) , Simeón de Valera (wind player) , Francisco de Solis (pipe and tabor player) , Melchor Cáncer (viol-player) , Luis Enríquez y Téllez-Girón (6th Admiral of Castile, 2nd Duke of Medina de Rioseco) , wind players of the Admiral of Castile , trumpets of the Admiral of Castille , kettledrummers of the Admiral of Castille , king of arms , crowd
El 24 de enero de 1554, se firmó el contrato matrimonial entre el príncipe Felipe y María Tudor, reina de Inglaterra e hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón. Ese mismo año, Andrés Muñoz, “criado” del infante don Carlos, imprimía la obra Sumaria y verdadera relación del buen viaje que el invictíssimo Príncipe de las Españas hizo a Inglaterra… (Zaragoza: Esteban de Nájera, 1554). Muñoz formaba parte de la comitiva que acompañó al príncipe Felipe hasta la Coruña, por lo que su descripción de la entrada en la ciudad y de su embarque y partida hacia Inglaterra pueden considerarse un testimonio fidedigno, aunque imbuido de los tópicos propagandísticos de la imagen del monarca que caracterizan a este tipo de relaciones escritas.
El miércoles 27 de junio, a las 8 de la mañana, el príncipe Felipe hacía su entrada en la Coruña. Salieron a su encuentro catorce regidores de la ciudad “con un palio muy maravilloso, de muy costoso brocado, con sus varas doradas”. Fadrique de Toledo Osorio, marqués de Villafranca, regidor principal, el cual portaba una de las varas, por orden del rey la dejó para acompañar al monarca, a caballo, en su entrada en la Coruña:
“Y siguiendo la calle adelante, que de ambas partes estaba hermosamente entapizada, había un arco triunfal graciosamente pintado… pasado este arco, entró por la puerta principal, por la cual fue a dar a Sant Francisco, donde todos los frailes salieron en procesión y cruz, cantando Te Deum laudamus, etc. Y ansí lo recibieron con muy grande solemnidad y pompa”.
El ingreso al recinto fortificado debió realizarse por el acceso principal a la ciudad, ubicado en el lugar que actualmente se conoce como Puerta Real, siguiendo la calle Santiago para encaminarse al convento de San Francisco, extramuros, al que se llegaba por el postigo homónimo.
Del convento de San Francisco se dirigió a “la marina a ver a la armada que muy a punto estaba”. No sabemos si el recorrido lo hizo bordeando la muralla o entrando de nuevo a la villa para acceder a través de la puerta del Parrote que la comunicaba con el embarcadero y el arenal que tenía el mismo nombre. Allí fue recibido con un vistoso juego ecuestre, salvas de la armada y del castillo de San Antón y de los arcabuceros de infantería:
“Pues entrando S.A. por la marina adelante, salieron seiscientas lanzas mareantes, que allí estaban, de la provincia de Guipúzcoa, gente muy lucida y muy bien ataviada con gentil orden. Entre los cuales hicieron grandes caracoles, enarbolando las lanzas muy regocijadamente, con muchos atambores y pífaros, tocando maravillosamente. En este comedio, el armada tiró con la del castillo, haciendo salva, de tal manera que verdaderamente parecía que la villa y fortaleza venían a tierra, y no menos la gente, puesta en gran temor y admiración, según en general las casas temblaban, como si de la tierra procediera, donde todos a una decían que por una hora y más que duró el tirar de las naos y fortaleza, no se vio la tierra ni el cielo. Y a los fines desto, entraron nueve naos de armada, muy bastecidas de todo lo necesario, y ellas en sí muy lucidas, con gran número de estandartes pintados, con tres mil y quinientos soldados que en ellas venían, las cuales hicieron su salva maravillosamente bien. Y dejado de tirar las nueve naos, la infantería hizo luego lo menos de arcabucería, que por espacio de media hora no paró”.
El “palacio” en el que el príncipe y parte de su séquito se alojó durante su estancia en la Coruña fue la fortaleza de San Antón. En su retirada a esta residencia, desde “cuarenta bateles y barcos” arrojaron a la playa “grandes diversidades de pescados frescos”, a modo de alfombra, “sobre lo cual los de caballo pasaron”.
Al día siguiente, jueves, el príncipe Felipe visitó la nao de Martín de Brentandona que sería la que lo trasportaría a Inglaterra, cuya ostentosa decoración es descrita con todo detalle por Andrés Muñoz, el cual señala que costó 10.000 ducados (3.750.000 maravedís). De allí pasó a la embarcación en la que habían llegado los embajadores desde Inglaterra, “donde se le dio una muy espléndida y real colación”. Tuvo el príncipe la ocasión de ir de caza “a media legua del puerto… a un hermoso bosque donde el marqués de Villafranca le tenía aparejada una montería”.
Le expedición era espectacular y los gastos que se generaron estos días en la Coruña astronómicos: 12.000 soldados de infantería, cien naos, algunas de ellas con trecientos “tiros de bronce” (cañones) por ambas partes, y cincuenta zabras. Según la carta-relación dirigida a Francesco Taverna, Gran Canciller de Milán, redactada por uno los servidores de Ferrante Francesco d’Ávalos, marqués de Pescara, la empresa del príncipe Felipe estaba formada por setenta naves y “sei milla fanti spagnuoli… e più d’altretanti marinari buonissimi, la maggior parte biscaini”.
El número de músicos de las capillas reales que embarcaron en la Coruña fue muy numeroso, estaba constituido por diecisiete cantores adultos, cuatro cantorcicos, dos organistas y un organero y afinador de la capilla del príncipe Felipe, además de catorce “ministriles”, un tañedor de flauta y tamboril y otro de vihuela de arco, todos ellos de la Casa de Castilla de Carlos V:
Cantores:
Juan del Rincón (tiple)
Gerónimo de Talamantes (tiple)
Ginés López (tiple)
Agustín de Cabezón (cantorcico tiple, hijo de Antonio de Cabezón)
Mateo Fernández (cantorcico)
Francisco de Torres (cantorcico)
Bernaldo Monje (cantorcico)
Melchor de Valdés (contralto)
Ginés Láinez (contralto)
Luis López Garavatea (contralto)
Francisco de Prado (contralto)
Juan de Cariñena (tenor)
Mosén Miguel Garçó (tenor)
Pedro Gelós (tenor)
Francisco Rodríguez (tenor)
Mosén Antón Serrano (tenor)
Doroteo de Guevara (tenor)
Pedro de Salazar (bajo)
Mosén Nofre de Queralte (bajo)
Lázaro Velázquez (bajo)
Germán Pérez de Salamanca (bajo)
Organistas:
Antonio de Cabezón
Juan de Cabezón (hermano de Antonio de Cabezón)
Afinador: Cristóbal de León
Ministriles:
Antonio Lucas
Bernaldino de Caleruega
Francisco González
Diego González
Francisco de la Sala
Gracián de la Sala
Pedro de Trujillo
Gaspar de Camargo
Melchor Camargo
Juan de Roa
Gregorio de Ortega
Gaspar Carreçi (veneciano)
Francisco de Valera
Simeón de Valera
Francisco de Solis (“ministril de flauta”, flauta y tamboril)
Melchor Cáncer (músico tañedor de vihuela de arco)
Según Luis Robledo, ninguno de los trompetas y atabales del príncipe Felipe viajo a Inglaterra. Si su afirmación es cierta, la trompetas, atabales y pífaros que tañían pudieron ser los de las naves principales, los de las compañías de infantería o incluso los de algunos de los tañedores que acompañaban a los principales títulos nobiliarios de esta expedición. Andrés Muñoz confirma este hecho y da cuenta de que al servicio de Luis Enríquez y Téllez-Girón, Almirante de Castilla, iban: “seis ministriles y cuatro trompetas y tres atabaleros”.
Llegado el tiempo de partir, el príncipe Felipe hizo pregonar “con reyes de armas” que toda la gente se registrase ante Francisco de Castilla, su alcalde, antes de embarcar.
El jueves, 12 de julio: “salió S. A. con todos los grandes y caballeros de la fortaleza (que era donde había posado los días que en la Coruña estuvo”. A las 11 de la mañana, el príncipe se subió en un esquife, ricamente adornado, para embarcar en la nao Brentandona y el resto de los nobles se dirigieron a las naos en las que efectuarían la travesía. La preparación de las naves para partir fue amenizada musicalmente: “tocando a cada momento trompetas italianas, españolas, atambores, pífaros y otros instrumentos apacibles, en que todo esto y muchos más regocijos la noche y día celebraban por ir en servicio de tan alto príncipe y señor”. La velas “se alzaron” el viernes día 13 de julio: “tiró el armada de cada nao dos tiros, y no más, porque S. A. lo mando ansí; y como todas a una tiraron, fue la salva casi otra segunda, como la pasada”. Es su camino a altar mar tocaron “muchas veces los menestriles trompetas” y desde la fortaleza de San Antón se hizo salva, acudiendo mucha gente a la marina para despedir a la expedición:
“Cosa maravillosa era ver aquel ruido y voces, y el hecho de’ellas; entre los cuales suplicaban ahincadamente a Cristo Nuestro Señor les diese aquel viaje que todos deseaban y S. A. merecía. Otros: «¡Oh, Cristo, Nuestro Señor, al príncipe y señor nuestro te plega guardar de la temerable y desastrada fortuna del mar, y desembarques a ojos de su muy deseada y querida reina doña María, su mujer!», otros «¡Oh, la sagrada Emperatriz, imperio de cielo y tierra, con la corte celestial, te lleve con bien y a salvamento al nuevo reino inglés, para augmento de nuestra santa fe católica y bien de la cristiandad!», otros «¡Salga, salga Francia y su grey, y verás con la clemencia que será recebido del buen Felipe y los suyos!», otros «¡Ya plugiese a la Divina Majestad y tal se le antojase que de la saludable fruta que llevan no les podía faltar según son de golosos!», otros «Dejaldos con sus cantarillos que algunas veces dejarán las asas o frentes», otros «Calla, que nos confiamos en Dios que el príncipe y señor nuestros ha de ser cuchillo y espada para todos ellos y los demás que rebeldes fueren a la corona real». Y pasando estas razones y motes, y otros muchos se traspuso el armada”.
El dispendio efectuado durante el tiempo que la armada estuvo en la Coruña ascendió a 410.000 ducados (153.750.000 maravedís).