Baptism, execution and burial of a Moorish slave (1625)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Keywords
baptism , execution , burial , chanzoneta (secular song, see also Christmas song) , motet , procession , confraternities project , confraternities with avocations to saints , hospital confraternities , Francisco Ignacio (Moorish slave) , music chapel , minstrels of the city council , confraternity of the Virgins , confraternity of the Saint Charity
Los poderes civiles y religiosos coaligados multiplican las facetas del prisma de la fiesta barroca, usando cualquier motivo para reforzar de manera más o menos sutil la imagen del poder, la jerarquía y los valores de obediencia y sometimiento al orden establecido. Un ejemplo particular e insólito de esa multiplicidad es relatado por el jesuita Marcos de Berrio en su Conversión, baptismo y muerte por iusticia executada en la plaza de San Francisco de Sevilla, en Francisco Ignacio, antes moro esclavo en tres de octubre deste año de 1625, (Sevilla, Simón Faxardo, 1625). El ejecutado, de veinticuatro años de edad, había sido apresado y esclavizado en la costa africana en octubre de 1622, para luego ser vendido a un caballero sevillano. El motivo de su condena a muerte fue el asesinato de uno de los escuderos de su amo que había ido a buscarlo tras haberse escapado, el cual, al encontrarlo, lo había vejado y pegado. Encarcelado en la cárcel real, un jesuita que asistía a ella para confesar a los presos lo convenció para que se bautizara antes de ser ajusticiado. Es en este momento cuando se organiza lo que sería todo un espectáculo en el que están presentes muchos de los elementos imprescindibles de la fiesta barroca, entre ellos, la música. Fijado el día de la ejecución en la plaza de San Francisco, en las proximidades de uno de cuyos extremos se encontraba la cárcel real, se determinó que allí mismo tuviera lugar la ceremonia del bautismo, “junto al lugar del suplicio, con que se aseguraría más su salvación, llevando la gracia baptismal, muriendo luego que lo baptizasen”. Para dar cabida a los dos poderes, civil y religioso, se invitó para celebrar la ceremonia a Diego Herber de Medrano, canónigo de la catedral y arcediano de Carmona, y como padrino a Juan Gutiérrez Tello, caballero de la Orden de Santiago y uno de los veinticuatro regidores de la ciudad. Se convocó al pueblo, concurrente imprescindible en este tipo de espectáculos, y estuvieron presentes “la cofradía de las Vírgenes (que en esta ciudad acompaña los moros que se baptizan), mucha gente honrada y grave, con velas en las manos y un rico estandarte... y la de la Caridad con doce hachas, cien velas y las andas en que lo llevasen, con un rico paño de terciopelo azul, hízosele una alba, o tunicela hasta los pies, de velillo de plata y una guirnalda de flores de varios colores”. El acontecimiento se fijó para el viernes 3 de octubre por la tarde, “que no cabía de gente en ella, ni en ventanas, açoteas, corredores y texados”. A las dos de la tarde, ataviado con las ricas vestiduras que le habían confeccionado, llegó para escoltarlo su padrino, “acompañado de lo más noble desta ciudad”. Visitó la capilla de la cárcel y desde allí: “començando a caminar en la cárcel suelto y sin prisiones, en medio del padre y su compañero, un alguacil y escriuano, començó una capilla de música (que un preso por su deuoción auía buscado) a cantar chançonetas y motetes de alegría y por el suelo por donde auía de pasar auían echado muchas flores y enramado las rexas de la cárcel de romero y otras yeruas olorosas. Y antes de salir de la cárcel, se despidió de todos... Salió de la cárcel haziendo actos de contrición... al entrar en la plaça hizieron salua las chirimías y al llegar por su pie sin prisiones ni pregón al tablado se inició la ceremonia, bautizándose con el nombre de Francisco Ignacio. Una vez ajusticiado en la horca, lo llevaron a enterrar acompañado de la cruz y clérigos del Sagrario: “cantando psalmos de alegría, y los que se dizen en los entierros de los niños que no han perdido la gracia baptismal... lleuauan doze blandones gente muy honrada y de lustre, y todos los cavalleros con velas encendidas, con el arcediano y padrino y más de cien ciudadanos con otras tantas por su deuoción. Depositose el cuerpo en una capilla del Sagrario, entierro propio, y dedicado a solos niños pequeños”. Es muy probable que la capilla de música, curiosamente patrocinada por uno de los presos de la cárcel, acompañara también al reo en el trayecto hasta el cadalso y, tras su ejecución, a sus restos mortales hasta al iglesia del Sagrario. El grupo de ministriles posiblemente fuera el del cabildo de la ciudad.