Musical soirees in the cármenes of Ainadamar
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Keywords
domestic music making , sound of the water , sound of animals , Ibn al-Khatib (poet, historian, philosopher, politician) , lute player , singer , water , birds
Luis del Mármol Carvajal en su Historia del rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada (1600), fol. 9r, nos da cuenta de la pervivencia en el siglo XVI de los cármenes de Aynadamar:
“Con el agua de la fuente de Alfacar, que recogen los moradores en una acequia y la llevan por las laderas y cumbres de los cerros que hay desde allí a Granada, se riegan las huertas y hazas de Alfacar, Víznar y Mora, y buena parte de viñas de la Vega, y los cármenes y jardines de Ainadamar, donde los regalados ciudadanos, en tiempo que la ciudad era de moros, iban a tener los tres meses del año que ellos llaman la azir que quiere decir la primavera, imitando también en esto a los de Fez... Ocupan los cármenes de Ainadamar legua y media por la ladera de la sierra del Albaycín, que mira hacia la Vega y llegan hasta cerca de los muros de la ciudad. Y es de saber que este nombre está corrompido porque los moriscos llaman aquel pago Aynadoma, que quiere decir fuente de lágrimas...”
El visir-historiador Ibn al-Jatib (1313-1374) era uno de los nobles que en el siglo XIV tenía una lujosa finca en la zona periurbana de Ainadamar. En ella pasaba temporadas junto a su familia y amigos. Ibn al-Jatib, se refiere en uno de sus poemas a una alcoba de su palacio en Ainadamar, construida sobre el agua: “Si duermes, acuéstate sobre mi seguro lecho. / Y si te levantas hazlo con alegría y gusto. / Admírate de mi posición sobre el agua, como la / garceta en plena alberca”. En su poesía báquica y homo-erótica, es recurrente la alusión a las festivas noches en sus fincas de recreo, en las que son una constante la naturaleza, la figura del copero, la mujer, el vino y la música. La presencia del laúd, los poemas cantados, el trino de los ruiseñores, el sonido del agua, todo regado con abundante vino nos permiten recrear el ambiente de esas jornadas nocturnas que en su exilio norteafricano vendrán a su memoria con añoranza:
“¡Oh tiempo de Aynadamar! ¡Cuántas perlas de lágrimas he / derramado esperando que volvierais! / Vuestras finas brisas viajan de noche hacia mí y me provocan / un fuerte temblor de nostalgia. / ¡Cuántas horas de alegría he pasado allí! Nunca pierde/ quien pase igual”.