Cursus honorum of Pedro de Valencia (c. 1550-1631)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Abstract
In his long life, Pedro de Valencia (Lima, c. 1550; La Paz, 1631), a descendant of the conquistadors of the island of Santo Domingo, rose through the ecclesiastical ranks until he reached the mitre of the bishopric of La Paz. Musically trained as a seise in the cathedral of Lima, he was a skilled cantor and keyboard player, serving in his youth in the chapel of Viceroy Francisco de Toledo as organist and harpsichordist.
Keywords
to play the harpsichord , to play the organ , domestic music making , Pedro de Valencia (choirboy, keyboard player, prebendary, precentor, bishop) , Francisco de Toledo (viceroy of Perú) , harpsichord player , organist , choirboys , singers
Las informaciones hechas para la promoción de Pedro de Valencia a distintos beneficios eclesiásticos en el arzobispado de Lima nos proporcionan una valiosa información sobre su trayectoria vital. Pedro de Valencia era limeño, nieto de uno de los primeros conquistadores de la isla de Santo Domingo, hijo de Alonso de Valencia, escribano público en Lima “que vino a este reino en tiempo del virrey Blasco Núñez Vela y que le sirvió de secretario”, el cual había estado “en la guerra con Blasco Núñez Vela” (1546), y hermano de Leandro de Valencia. La primera información presentada por Pedro de Valencia está fechada en 1592, siendo ya racionero de la catedral de Lima. Se sustentaba:
“[En] los muchos servicios de su padre y de los quel a hecho y espera hacer, [solicita] se le hiciese alguna merced en la cosas vacas que al presente hay en las iglesias del Pirú, así para sustentar su persona como a su madre y hermanos”.
Pedro de Valencia, presbítero, vicario de Canas y Collao, el 4 de marzo de 1592, enviaba al obispo de Cuzco, fray Gregorio de Montalvo, una relación de vita et moribus realizada ante el arzobispo de la Ciudad de los Reyes.
Este documento se había elaborado en la “Ciudad de los Reyes”, la actual Lima, en 1581, cuando ya era clérigo presbítero y licenciado en Artes por la universidad de esa ciudad, donde seguía cursando estudios de Teología. Se hicieron varios traslados certificados de esa información para presentarlos al rey y al Real Consejo de Indias.
Pedro de Valencia se había ordenado “de Evangelio” en Lima, de donde se trasladó a la ciudad de Cuzco a ordenarse de sacerdote, lo cual confirma Pedro Muniz, arcediano de la catedral de Cuzco, que estuvo presente en su ordenación sacerdotal, efectuada por el obispo. Era también capellán de la capilla de la cárcel de Lima.
Como era habitual, para la elaboración de este tipo de documentos se convocaba a varios testigos que son los que nos proporcionan toda la información sobre la trayectoria profesional del informado, uno de los cuales dice conocerle “de más de veinte años a esta parte”, lo cual apunta a una fecha de nacimiento en torno a la década de 1550. Estos testigos eran muy variados: Alonso Martínez, canónigo de la catedral de Cuzco; fray Alonso Pacheco, provincial de los agustinos del virreinato del Perú; fray Luis López, agustino, maestro en Teología, catedrático de Vísperas de Teología en Lima y prior del convento agustino de esa ciudad, que había sido profesor de Pedro de Valencia, etc.
Uno de esos testigos, el licenciado Ramírez de Cartagena, oidor en la Real Audiencia de Lima, nos aporta nueva información:
“Desde edad de catorce o quince años le ha visto que sigue la iglesia y que tiene muchas partes de buen eclesiástico por ser como es muy buen cantor y le ha visto asistir en esto así en la iglesia mayor como en la casa de la Compañía de Jesús”.
Varios testigos confirman las habilidades musicales de Pedro de Valencia, entre ellos, el ya citado Pedro Muniz: “es hábil y suficiente así en lo que toca a los oficios de sacerdote como es hábil en la música y otras cosas”.
El obispo de Cuzco, fray Gregorio de Montalvo, en el nombramiento de Pedro de Valencia como juez y vicario de las provincias de Canas y de Collao, fechado el 19 de septiembre de 1589, confirma que era: “clérigo presbítero, cura de las cuatro villas de Macari, Llally, Cuppi y Homachiri”.
La segunda información, realizada en 1604, nos confirma y complementa lo que ya sabíamos de Pedro de Valencia. Corrobora que era presbítero (“buen sacerdote y diestro en música”), licenciado en Artes, racionero de la catedral de Lima, beneficiado de la ciudad de Arequipa y que había sido visitador en los obispados de Las Charcas y Cuzco.
Pedro Muniz, que había promocionado al deanato de la catedral de Lima, volvió a testificar en esta segunda información. La segunda pregunta que debían responder los testigos era: “Si sabe que el dicho licenciado Pedro de Valencia ha servido en alguna casa a su majestad y en que se ha ocupado en su profesión”. La respuesta nos permite saber a qué se había dedicado Pedro de Valencia en su juventud antes de su ordenación sacerdotal:
“Le conoció este testigo criado del virrey don Francisco de Toledo, teniendo cuidado de su capilla, tocando el órgano o el clavicordio y en el dicho tiempo era muy recogido y virtuoso y por eso el dicho virrey le tenía mucha voluntad. Y asimismo le conoció siendo sacerdote en la ciudad de Cuzco, donde el obispo por su virtud le estimaba en mucho”.
Su testimonio confirma:
“Que el dicho licenciado Pedro de Valencia es muy grande músico de canto llano y de órgano y de tecla y muy aficionado a la iglesia y divinos oficios... y así este testigo lo tiene por persona muy digna para la chantría de la santa iglesia desta ciudad que está vaca”.
Mateo González de Paz, maestrescuela de la catedral de Lima, compareció también como testigo y dijo:
“Era muy hábil en la música y en la iglesia, en el coro della, asistió muchas veces al facistol con los demás músicos y es público y notorio que es muy gran músico”.
Cristóbal Medes, tesorero de la catedral, confirma que Pedro de Valencia era hijo de Alonso de Valencia y de Constanza Díaz y nacido en la Ciudad de los Reyes, además:
“Y el dicho licenciado Pedro de Valencia se crió en la iglesia catedral de esta dicha ciudad, siendo niño cantorsito”.
Todos los testigos consideran que sería una persona idónea para desempeñar el cargo de chantre por sus cualidades musicales: “por ser muy buen músico del canto llano y de canto de órgano y tener muy buena voz”.
Se ha conservado también la propuesta que se hizo de Pedro de Valencia para ocupar una ración en la catedral de Lima, fechada el 31 de julio de 1591, la cual se le concedió, donde se ratifica: “que sirvió a don Francisco de Toledo, consta ser hábil y muy diestro en la música de tecla y canto de órgano”. También la propuesta y concesión del beneficio de Arequipa, fechada el 23 de julio de 1594.
José Manuel Bermúdez, en sus Anales de la catedral de Lima (1534-1824), nos dice, en el año 1609: “En 20 del anterior mes de junio se había recibido de chantre de esta santa iglesia al licenciado D. Pedro de Valencia, natural de Lima y racionero que era, con el acostumbrado juramento que hizo en manos del maestrescuela D. Mateo González de Paz, gobernador y vicario del señor don Bartolomé Lobo Guerrero, tercer arzobispo de los Reyes”.
El 19 de noviembre de 1613, según Bermúdez, “respecto de estar muy deteriorada la librería de canto se acordó que se pidiera a España y encomendase al maestro de capilla en Sevilla [Alfonso Lobo]; y que conforme a la de aquella iglesia se dispusiese en la de esta, y el chantre [Pedro de Valencia] quedó encargado de hacer una memoria de lo que se ha de traer”.
En 1615, Pedro de Valencia fue nombrado obispo de Guatemala, donde probablemente no llegó a residir, ya que Bermúdez, en sus Anales de 1616, señala que “salió de obispo de La Paz el chante de esta santa iglesia D. Pedro de Valencia”. En este cargo permaneció hasta su muerte en 1631 cuando tenía, según Antonio de Alcedo, “más de 80 años”.
El cursus honorum de Pedro de Valencia presenta especial interés, ya que no conozco otros casos en las diócesis americanas, para este periodo, en el que un seise nacido en esas tierras y formado en una de sus catedrales fuera ascendiendo en la carrera eclesiástica hasta alcanzar el más alto puesto al que podía aspirar y que no era otro que el de la mitra obispal. Su destreza musical como cantor y músico de tecla (organista y clavecinista) quedan fuera de toda duda y se confirman por el hecho de haber servido, cuando probablemente era todavía muy joven, como músico de tecla de la capilla del virrey Francisco de Toledo (1569-1581) y por su adiestramiento como seise en la catedral limeña donde actuó en repetidas ocasiones como cantor de su capilla.