Muerte, entierro, exhumación y traslado de los restos del maestro de capilla Francisco Perès Gaya (1850 y 1899)
Resumen
Francisco Perès (o Pérez) Gaya fue el músico que por más tiempo ocupó el magisterio de la capilla de la catedral de Ávila (56 años). Conoció los avatares del fin del Antiguo Régimen, tanto los musicales (reducción de los efectivos económicos y humanos de las capillas de música de las instituciones religiosas), como políticos (alternancias y luchas de absolutistas y liberales) o sociales (normas higiénicas sobre enterramiento de cadáveres). Por ello no fue sepultado en la propia catedral, como sus antecesores, sino en el cementerio general y hubo de ser trasladado al inaugurarse el nuevo cementerio municipal.
Palabras clave
entierro , ópera , sonata (tecla) , villancicos de Navidad , Francisco Perès Gaya (maestro de capilla) , Juan Oliac y Serra (maestro de capilla) , Antonio Rodríguez de Hita (compositor)
No sé hasta qué punto la muerte y entierro de un músico es una noticia musical. Sirva al menos para mostrar la desconocida tumba de un maestro de capilla de la catedral de Ávila del tránsito del siglo XVIII al XIX en el actual cementerio municipal: Francisco Perès (así aparece siempre en los documentos y así firmaba) Gaya (o Gáya), maestro entre 1794 y 1850, el magisterio más largo de la historia de la catedral. Por ello es también el autor mejor representado en su archivo, con más de medio millar obras.
El 22 de junio de 1847 hizo testamento ante escribano público y al menos desde 1849 la capilla la dirigió su sobrino José Tarruell. El 7 de febrero de 1850 "a las seis de la mañana, murió de un fuerte ataque de pecho ... a la edad de ochenta y tres años y medio, y cincuenta y seis de residencia, habiendo recibido los Santos Sacramentos de Penitencia, Sagrado Viático y Extrema Unción". Había dispuesto que "se celebrasen en el día de su entierro cuantas misas fuesen posibles por los señores prebendados y capellanes de esta santa iglesia. Su cadáver fue colocado en uno de los nichos construidos por el Ayuntamiento en el cementerio general de Nuestra Señora de la Cabeza ... y el Cabildo le hizo los sufragios de costumbre" (transcripción de López-Calo).
Otros maestros habían sido enterrados en las naves de la propia catedral, como Juan Oliac y Serra en 1788, cuya lápida aún puede leerse cerca de la pila bautismal. Pero las nuevas normas sanitarias prohibían los enterramientos en las iglesias para lo que se adaptó un cementerio junto a la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza, hasta que en 1890 se inauguró el nuevo y actual cementerio municipal, a tres kilómetros de la población. En 1899 se dio orden de trasladar los restos enterrados en el antiguo, y en cumplimiento de ello el 21 de marzo se trasladaron los de Perès Gaya, con la lápida de pizarra del nicho que fue incrustada en una losa de granito en la sepultura nº 52 triplicado de la calle 1. Allí se lee la inscripción: "Aquí yace el presbítero Francisco Peres Gaya maestro de capilla que ha sido de la Santa Yglesia Catedral de esta Ciudad. Falleció en 7 de febrero de 1850 a los 83 años y 6 meses de edad. R.I.P."
Perès Gaya nació en San Martín de Maldá (Tarragona) en 1766 y tras opositar a las catedrales de Valladolid y Tarragona, y los monasterios de La Huelgas (Burgos) y La Encarnación (Madrid), obtuvo la plaza de maestro de capilla de la catedral de Albarracín en 1793, ciudad en la que se ordenó de presbítero y desde donde pasó a Ávila el 10 de marzo del año siguiente.
No fue, sin embargo, un músico recluido en su catedral. los días 18 al 20 de agosto de 1793 publicó en el Diario de Madrid una carta-artículo en defensa del castellano en la música teatral, en la que ponía como modelo a Antonio Rodríguez de Hita. Allí declara cómo
"Hace dos años escasos que vine a la Corte con el objeto de consolidarme más y más en mi facultad, enterarme del gusto dominante en ella, y proporcionarme por este medio una colocación ventajosa. No he logrado cumplidamente el fin que me propuse, porque mi entendimiento falto de instrucción en algunas ciencias, compañeras inmediatas de la que profeso particularmente, no ha podido hacer aquellos progresos que siempre he deseado."
Y confiesa:
"Poseo la lengua latina con el primor, poco más o menos, que un boticario, y lo propio digo de la italiana y francesa; pero no de la catalana, en la cual me considero capaz de comentar aquella obra maestra que corre con tanta estimación en todo aquel principado y tiene por título Aforismes Catalans."
Fue además miembro y profesor de música de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Ávila. Ello concuerda con su posición durante el Trienio Liberal y el que fuera arrestado, despedido y considerado por el cabildo de la catedral "uno de los más acérrimos agentes del sistema devorador" tras la vuelta del absolutismo.
Su nombre conoció bastante difusión. El catálogo más completo aparece en Alfonso de Vicente 2003, donde, además de las obras que se encuentran en la catedral de Ávila, se recogen otras de las catedrales de Albarracín y Salamanca, monasterios de Santo Tomás y Santa Ana en Ávila, bibliotecas Nacional de Madrid o Nacional de Catalunya. A ellas hay que añadir las localizadas en las catedrales de Palencia, Coria, Segorbe, Málaga y Orihuela, monasterio de Montserrat (procedentes de La Encarnación de Madrid) o Biblioteca Histórica Municipal de Madrid. Todo es música vocal, sobre todo en castellano, salvo cuatro sonatas para piano o tecla.