Contrato de aprendizaje con un guitarrero (1647)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Resumen
El 26 de marzo de 1647, el maestro de guitarrero Rodrigo Godínez, vecino de la collación de San Ildefonso, en Jaén, recibía como aprendiz a Sebastián, de quince años, hijo de Alonso de Espino, vecino de la misma ciudad. El contrato de aprendizaje entre las partes establece que, transcurridos tres años, Godínez debería haber instruido a Sebastián para que pudiera trabajar como oficial de guitarrero.
Palabras clave
contrato de aprendizaje , Rodrigo Godínez (violero) , Sebastián de Espino (violero)
El 26 de marzo de 1647, el maestro de guitarrero Rodrigo Godínez, vecino de la collación de San Ildefonso y que tenía su casa-taller en la calle Jorge Morales, recibía por aprendiz a Sebastián, de quince años, hijo de Alonso de Espino, vecino también de Jaén. En el contrato se fijan las condiciones establecidas entre las partes. El tiempo de aprendizaje se estipula en tres años, en los cuales Godínez estaría obligado a cubrir las necesidades sanitarias, de vestuario, calzado y alimentación de su aprendiz, así como:
“Enseñarle el dicho mi oficio de forma que a el fin del dicho tiempo salga oficial del, pena que si ansí no lo hiciere el dicho su padre le pueda poner en la tienda que quisiere para que a mi costa aprenda el dicho oficio y me ejecute por lo que para ello fuere menester”.
Concluido el tiempo de aprendizaje, el maestro solo tendría la obligación de darle “el vestido y ropa ordinaria”. Por su parte, Alonso de Espino se responsabilizaba de que su hijo “asistirá en casa del susodicho y no hará ausencia della y si la hiciere le volveré dentro del quinto día de como sea requerido, donde no, el susodicho le pueda mandar buscar a mi costa y ejecutarme por lo que costare”.
En el cuadro La muerte y el caballero, atribuido a Pedro De Camprobín (1604-1674), pintor asentado en Sevilla, encontramos una guitarra de cinco órdenes representativa de los instrumentos construidos por los violeros andaluces a mediados del siglo XVII (véase recurso). En la pintura de vanitas, los instrumentos musicales representan la naturaleza efímera de la música, pero también al placer sensorial y la vanidad terrenal.