Procesión y festejos del juramento de declaración de los patronos de la ciudad de Potosí (1555)

Ruiz Jiménez, Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988

Resumen

Solo diez años después de la fundación de la ciudad de Potosí, en 1555, los poderes civiles y religiosos, en conjunción con sus pobladores españoles e indios, tomaron el acuerdo de jurar la declaración de patronos de la misma al Santísimo Sacramento, a la Purísima Concepción y al apóstol Santiago. Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela, en su Historia de la villa imperial de Potosí (fols. 51v-53r), nos relata los detalles de los festejos organizados y la procesión general con la que se realizó el solemne juramento.

Palabras clave

procesión general , danzas , música en las calles y plazas , comedia , correr la sortija , pregón , arquitectura efímera , luminarias , salva de mosquetes , dispositivos pirotécnicos , fuegos artificiales , misa , sarao , cabildo de la ciudad , clerecía , ministriles indios , trompetas , caja , nobleza


Solo diez años después de la fundación de la ciudad de Potosí, en 1555, los poderes civiles y religiosos, en conjunción con sus pobladores españoles e indios, tomaron el acuerdo de jurar la declaración de patronos de la misma al Santísimo Sacramento, a la Purísima Concepción y al apóstol Santiago. Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela, en su Historia de la villa imperial de Potosí (fols. 51v-53r), nos relata los detalles de los festejos organizados y la procesión general con la que se realizó el solemne juramento.

A la cabeza del cabildo de la ciudad se encontraba el mariscal Alonso de Alvarado que fue el coordinador de los actos celebrativos en los que se implicarían, personal y económicamente, todos los moradores de la ciudad. Para ello, se pregonó el plazo de setenta días para la organización del evento, el cual cumplía a principios de abril. Los festejos se iniciaron con una solemne procesión “que anduvo por la mayor parte de la villa”. En el recorrido se dispusieron treinta altares, quince costeados y aderezados por los españoles y quince por los indios: “en que para su buena disposición concurrió la buena diligencia y esmero de los curas, caciques, alcaldes y la demás nobleza indiana”. Quince altares estaban dedicados al Santísimo Sacramento y los otros quince a la Concepción de María. El recorrido se adornó con espejos, cuadros, tejidos y plantas aromáticas y se dispusieron en él doce arcos triunfales.

Potosí contaba en esa fecha solo con cuatro templos: San Francisco (el primero que se consagró), la matriz (que después fue parroquia de indios y se dedicó a San Lorenzo), el de Nuestra Señora de las Mercedes y el de Santa Bárbara, parroquia de indios. Todavía en los cimientos se encontraban otras seis parroquias y el convento de Santo Domingo.

La procesión salió de la iglesia de San Francisco, con un gran número de gente que había acudido “de muchas provincias del reino”. Abrían el cortejo quince compañías de indios “ricamente vestidos a su usanza”. A continuación iban un grupo de unos doscientos hombres de la nobleza indiana, igualmente aderezados. Continuando con la jerarquía, seguían, de dos en dos, un remedo de todos los monarcas incas hasta el poderoso Atahualpa y una representación de doce “mancebos” de diferentes regiones de la América meridional:

“Luego se seguían diversas danzas en cuadrillas de indios mancebos con varias representaciones, trajes y cantiñas a su modo que la misma variedad deleitaba la vista al innumerable concurso que asistía a esta procesión”.

Seguían, en dos filas, cincuenta españoles, “vestidos a lo cortesano con hachas de cera de a tres libras”. Después iba la imagen del apóstol Santiago, en una ricas andas cubiertas de piedras preciosas y perlas. Detrás de esta imagen, iban cuatro compañías de infantería española, cada una con su bandera, en las que podían verse los emblemas de los patronos y de la ciudad; la del capitán Francisco Centeno era de mosquetería y las otras tres de arcabucería. Tras ellas, iban los representantes de los distintos gremios:

“Luego seguían hasta cuarenta indios, vestidos todos de plumas de varios colores, con ricos llaitus en las cabezas, los cuales tocaban diversos instrumentos a su usanza, flautas de gruesas cañas [quenas], caracoles marítimos, trompetas de calabasos con cañas largas y unos canutillos aunados duplicadamente que siendo mayor el primero, va disminuyendo hasta el último que es pequeñito y soplando de un cabo a otro hace la armonía conforme al tamaño de la caña y llaman a este instrumento ayariches [siku]. Tocaban también un género de cajas que labraban de troncos huecos y adelgazados por el cóncavo hasta que respondía a la baqueta con el sonido, aunque también usaban ya de las cajas de España”.

Tras este conjunto de músicos, iban un nutrido grupo de “dos mil [sic]... indios de su majestad, tributarios en el rico cerro y enterradores de la que llaman Mita”, más otros veinte indios conocidos como “camuris” que bajaban el metal del cerro. Seguían los españoles “minadores” y los dueños de las minas. Tras todos ellos:

“Iba un carro triunfal dorado, y encima el cerro de Potosí de plata fina, en cuyo remate estaba la imagen de María Santísima en el misterio de su Concepción, formada del mismo metal, tiraban este carro veinte mancebos indios, vestidos de tela azul, sembrados de estrellas de plata, y guirnaldas de flores en sus cabezas”.

Detrás del carro, iban los miembros de las comunidades de San Francisco, Santo Domingo y Nuestra Señora de las Mercedes, seguidos de la clerecía, y luego la custodia, portada por el cura de la iglesia mayor, debajo de un rico palio. A continuación, el cabildo, corregidor y ministros reales y, escoltándolos, dos compañías de arcabuceros españoles y otras dos de indios alabarderos y piqueros. Finalmente, iban un gran número de indios infieles que serían bautizados durante el transcurso de esta celebración.

La procesión salió el domingo a las ocho de la mañana, tras haberse celebrado misa solemne en la iglesia de San Francisco, caminando hasta la parroquia de Santa Bárbara (medio cuarto de legua) de donde sacaron una cruz que tenían preparada, prosiguiendo la procesión la llevaron al cerro de Munaypata, colocándola en la cumbre. Se continuó recorriendo la mayor parte de la ciudad, regresando a la plaza para colocar la custodia en un altar que estaba en las puertas de la iglesia y, a ambos lados, las imágenes de la Concepción y del apóstol Santiago:

“Se hicieron los actos y ceremonias de la jura, con grandísimas aclamaciones del innumerable concurso, armonioso ruido de los instrumentos, dulzura de la música y gran estruendo de la pólvora en las continuas salvas que se hicieron”.

Terminaron a la puesta del sol, momento en el que la ciudad se iluminó con “grandes luminarias y en las puertas, balcones y ventanas gran multitud de faroles y hachas de cera”. Desde distintos lugares, se escuchaban las salvas de arcabucería y la “dulcísima melodía de músicas en que Apolo con sus musas deleitaba los oídos de cuantos atendían a tantas alabanzas al Santísimo Sacramento y a María Santísima, en otras se oía la concertada armonía de clarines, trompetas y cajas, con otra variedad de instrumentos de indios”.

Desde los Cerros Rico y el de Munaypata, así como desde torres y plazas en la ciudad, se disparaba sin cesar con la arcabucería y se lanzaban volcanes de azufre, cohetes, ruedas y otros fuegos artificiales que se prolongaron durante cinco horas hasta las doce de la noche.

La ciudad se despertó a la mañana siguiente con el mismo estruendo de pólvora y con el sonido de los instrumentos, prolongándose las fiestas durante quince días en los cuales estuvo expuesto en la iglesia mayor el Santísimo Sacramento.

Pasados estos quince días, “en que los moradores de Potosí solamente se dedicaron a la asistencia a los oficios divinos”, la vertiente profana de los festejos cobró protagonismo. Se representaron ocho comedias, las cuatro primeras por indios. Durante cuatro días tuvieron lugar “unos nuevos y muy lucidos saraos que así los españoles como los indios hicieron en la plaza mayor”. Tras esto, los españoles jugaron a la sortija y los indios celebraron “con la destreza de sus arcos y flechas, ligeros saltos, ardides de sus luchas, velocidad corriendo parejas, imitando a los gladiadores, con otras varias y costosas y invenciones con que dieron fin a tan famosas fiestas”.

Como hemos visto, en las distintas ceremonias, tanto religiosas como profanas, se tiende a poner de manifiesto un equilibrio en la participación de las comunidades española y autóctona pero manteniendo cada una de ellas sus particulares señas de identidad. Como se indica en varias ocasiones, el gasto ocasionado durante estos festejos fue extraordinario, costeado gracias a la riqueza que producían las minas de plata de esta ciudad.

Fuente:

Arzáns de Orsúa y Vela, Bartolomé, Historia de la villa imperial de Potosí, fols. 51v-53r.

Bibliografía:

Cajías de la Vega, Fernando, “La fiesta barroca en Potosí.” En Barroco Andino. Memoria del I encuentro internacional, 73-84. Pamplona: Fundación Visión Cultural, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2011.

Creado: 16 Feb 2020
Modificado: 18 Feb 2020
Referenciar: Ruiz Jiménez, Juan. "Procesión y festejos del juramento de declaración de los patronos de la ciudad de Potosí (1555)", Paisajes sonoros históricos, 2020. e-ISSN: 2603-686X. https://www.historicalsoundscapes.com/evento/1087/potosi.
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Recursos

Cerro de Potosí. Crónica del Perú. Pedro Cieza de León (1553)

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Historia de la villa imperial de Potosí. Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela

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