Festejos celebrados en Alicante por la bodas de Felipe V con María Luisa Gabriela de Saboya (1701)

Ruiz Jiménez, Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
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Resumen

La boda entre Felipe V y María Luisa Gabriela de Saboya, en 1701, fue celebrada en la ciudad de Alicante con una combinación de elementos cívicos y religiosos que, en este caso, concede un notable protagonismo a la componente sónica de las salvas de artillería disparadas desde los distintos baluartes y desde el castillo de Santa Bárbara. A lo largo de cuatro días, una procesión similar a la del Corpus Christi, comedias y autos sacramentales, juegos de toros, etc. sirvieron de entretenimiento a la ciudadanía que tuvo la oportunidad de olvidar momentáneamente sus problemas cotidianos y sumergirse en una ciudad “ludica” y transformada efímeramente que demostraba así su fidelidad a la autoridad monárquica.


Palabras clave

fiesta cívico-religiosa por los esponsales del rey , tañido de campanas , proclamación de la fiesta , pregón , música en las calles y plazas , salva de artillería , comedia , procesión , misa , Te deum laudamus (himno) , autos sacramentales , fiestas de toros , luminarias , vítores , bullicio en la calle , Isidro Escorihuela (compositor, maestro de capilla) , Jorge Rodríguez (organista) , danzas , fuegos artificiales , villancico , María Luisa Gabriela de Saboya (reina) , Felipe V (rey) , cabildo de la ciudad , cabildo de la colegiata de San Nicolás de Bari , capilla de música de la colegiata de San Nicolás de Bari , clarinero , atabalero / timbalero , ministriles , gentío , María Navas (actriz, empresaria teatral) , Alfonso de Medina (músico de teatro) , gigantes , tarasca , Pedro Calderón de la Barca (escritor)


La noticia de la llegada a España de María Luisa Gabriela de Saboya y sus esponsales con Felipe V se recibió en el cabildo de la ciudad de Alicante el 19 de noviembre de 1701. La hija del duque de Saboya tenía solo 13 años cuando se casó, en Figueras, el 2 de noviembre de ese año. Rápidamente, se organizaron los festejos para celebrar este importante acontecimiento para la monarquía hispana. Los detalles de esa celebración son relatados por José Franqui y Paulín en un pliego sin fecha impreso en Orihuela por Jayme Mesnier. Su descripción está plagada de referencias al impacto sensorial de las distintas manifestaciones festivas, lo cual lo hace particularmente interesante.

“A los clamores de la campana”, el día 20, se convoco a una reunión a los distintos consejeros que tras deliberar tomaron la decisión unánime de no escatimar en los gastos para esta celebración. Al día siguiente, lunes 21, tuvo lugar el pregón por la calles de la ciudad, anunciando las distintas manifestaciones festivas:

“Avisado de la campana el pueblo, y convocado de las voces de clarines, timbales y ministriles, se publicaron las demostraciones siguientes:

- Sábado a 26, habrá tres salvas de toda la artillería, acompañando al vuelo de todas las campanas. A las dos de la tarde, comedia en la plaza del Mar, delante de la casa de la ciudad. Desde las ocho de la noche hasta las diez, luminarias generales, con tres salvas de toda la artillería.

- Domingo a 27, se cantará el Te Deum laudamus en la iglesia colegial de San Nicolás, con salva de toda la artillería. A las dos de la tarde, auto sacramental en la plaza de la Sangre. A las cuatro, procesión general del Santísimo Sacramento. Acabada la procesión, castillo de fuego en la plaza del Mar, avisando una salva de artillería. Después del castillo, se continuarán las luminarias, con las tres salvas de la artillería, como la noche antecedente.

Lunes y martes [28 y 29], dos corridas de toros en la plaza del Mar.

Estas demostraciones se hicieron públicas al pueblo y acompañado el pregón de la variedad de voces sonoras y vítores clamorosos a sus majestades se formó un fausto anuncio de las celebridades festivas”.

Como es habitual en las celebraciones vinculadas a la exaltación del poder monárquico, encontramos una combinación de elementos cívicos y religiosos que, en este caso, concede un notable protagonismo a la componente sónica de las salvas de artillería disparadas desde los distintos baluartes y desde el castillo de Santa Bárbara. Alicante había visto reforzada su antigua muralla medieval en el el siglo XVI, cuando se construyen una serie de baluartes (torreones) para su defensa: los torreones de San Francisco, San Bartolomé, San Sebastián, de la Ampolla y los dos de Nuestra Señora de Montserrate. A finales del siglo XVII se refuerza la defensa de la ciudad con el baluarte de San Carlos, un fuerte defensivo que protegía el poniente del puerto.

Los cuatro días que mediaron entre el pregón y el comienzo de los festejos fueron de febril actividad y la propia corporación municipal recorrió el entramado urbano exhortando a la ciudadanía a la limpieza y exorno de las calles y a sumarse a los actos programados.

Se conserva la campana con la que se convocó a algunas de las citadas manifestaciones festivas. Se había colocado en el antiguo edificio consistorial como campana del reloj solo dos años antes del acontecimiento relatado, ya que está fechada en 1699. Una de sus inscripciones no deja lugar a duda sobre su fundición para este consistorio: “Esta campana féu la ilustre ciutat de Alacant any 1699...”.

Veamos la información complementaria y los matices que nos proporciona el cronista sobre cada uno de los eventos planificados. Al hablar del pregón, nos dice de forma poética el estruendo que generaban las distintas manifestaciones sónicas simultáneas y el impacto en la ciudadanía:

“Formaron la más varia y deleitable confusión, siendo más admirable el gozo universal que causaba el ruido porque las mismas voces que publicaban el alborozo al estruendo repetidas podían producir un espanto”.

Para la representación teatral, en la plaza del Mar (actualmente plaza del Ayuntamiento), a la que asistió una “inmumerable multitud”, se dispuso un tablado elevado enfrente de los balcones del ayuntamiento. Desconozco si el pilar y la fuente que se aprecian en el grabado de Louis Jules Arnout (1814-1868) estarían ya en esta plaza, sumándose el sonido del agua a resto de los componentes que influirían en las dificultades para escuchar la comedia representada, como señala el cronista:

“El oído hubo de sacrificarse aquel rato, porque la inmensidad de asistentes, aunque se procuraba silencio, de leves auras respiradas, amontonaba estorbos el susurro, pero no fuera celebridad de tanto gozo, si se permitiera al oído”.

La obra representada estuvo a cargo de la compañía de María Navas, conocida como “La Milanesa”, empresaria teatral y primera actriz, nacida en Milán en el seno de una familia de actores (su padre, Alonso de Navas era músico, arpista y actor). Sabemos que su compañía, en 1702 (y por lo tanto muy probablemente ya en el fecha en que tuvo lugar la representación alicantina) la componían: Alfonso de Medina (músico), Juan López (apuntador), Antonio Vela (gracioso), Antonio Gamarra (segundo barba), Tomás Ortiz, “el Cestiller” (guardarropa), María Navas (primera dama que en esa época hacía también papeles de galanes, disfrazada de hombre), Josefa Ignacia (segunda dama), Juana Navarro (tercera dama), Catalina Ubalde (cuarta dama) y María Bernarda López (quinta dama).

A las ocho de la tarde, anunciado por el toque de la campana del ayuntamiento, se prendieron las numerosas luminarias colocadas en la fachada de esta institución, a las que siguieron las que se habían ubicado en casas particulares, iluminando toda la ciudad, lo cual constituyó, de nuevo, un elemento de atracción para la ciudadanía que salió a sus calles para contemplar el espectáculo.

Al día siguiente, domingo, a las 10 de la mañana salía la corporación municipal del ayuntamiento para dirigirse a la colegiata de San Nicolás, donde tendría lugar la celebración de acción de gracias. El cronista nos describe la animada y sonora comitiva:

“Iban delante los timbales, gigantes, enanos, tarasca, dragón y dos danzas nuevas, seguíanse los cuatro maceros y después el nobilísimo senado, presidido de su esclarecido gobernador. Al salir de la casa del ayuntamiento, hizo salva la artillería. Fueron por la plaza del Mar y calle Mayor, y al entrar en la iglesia, se repitieron los timbales, clarines, ministriles y órgano, alternando sonoras consonancias. Estaba la iglesia adornada con las colgaduras de terciopelo carmesí”.

Como al resto de los actos, la concurrencia fue muy numerosa, acudiendo la ciudadanía que vestía sus mejores galas y representaciones de toda la clerecía que por la tarde participaría en la procesión. Tras ocupar cada uno su sitio y descubrirse el Santísimo Sacramento:

“El deán de la iglesia, vestido de pluvial, y asistido de los colaterales entonó el Te Deum laudamus, tocáronse al vuelo las campanas, hizo salva toda la artillería y prosiguieron el himno, alternando los versos el órgano y la música. Mientras se cantaba, dieron la vuelta por toda la iglesia, en el espacio que dejan el presbiterio y coro, todas las religiones, cabildo y ciudad, después se siguió la misa cantada, con variedad de nuevos ingeniosos villancicos y a la una hora del día terminó esta gloriosa solemnidad”.

El maestro de capilla de la colegiata, en ese momento, era Isidro Escorihuela, que debió ser el autor de los villancicos interpretados, y el organista Jorge Rodríguez. La modesta capilla de música, en la remodelación llevada a cabo poco después, en 1714, estaba compuesta, además, por cinco cantores (2 tiples, 1 contrato, 1 tenor y un bajo) más cuatro instrumentistas que tañían diversos instrumentos. A estos se sumaban los seises y los músicos “entretenidos” que no gozaban de salario y que se ejercitaban en ella a la espera de poder conseguir una plaza.

A las dos de la tarde, en la plaza de la Sangre (actual plaza Virgen del Remedio), se representó un auto sacramental, “con un torneo”, preludio de la procesión. El cronista no indica si fue también la compañía de María Navas la encargada de su representación, pero sí vuelve a hacer hincapié en la elevada concurrencia y como esta afectaba a la audición: “porque el imponderable concurso puso a los oídos segundo embargo”. El cabildo de la ciudad no asistió ya que tuvo que volver a la colegial para organizar la procesión.

La procesión salió a las cuatro de la tarde, acompañada del cortejo matutino: “timbales, gigantes, enanos y demás invenciones; las danzas, ministriles y clarines”. En ella participaron la representación de todos los gremios y comunidades religiosas, regulares y seculares, y los cabildos de la colegiata y municipal, portando el deán la custodia, bajo palio llevado por la nobleza. El itinerario fue el mismo que el del Corpus Christi que se había engalanado con “riquísimas colgaduras y preciosísimos lienzos” para la ocasión. De nuevo se hicieron salvas desde los baluartes y el castillo. Terminó a las seis de la tarde, regresando la corporación municipal al ayuntamiento. El itinerario de la procesión del Corpus Christi partía de la colegiata de San Nicolás, seguía por la calle de los Labradores, calle del Hospital (parte coincide con la actual calle Montegón), calle de la Esperanza (actual calle de la Monjas), plaza de la Sangre, calle de la Lonja de Caballeros, calle de Caballeros (ambas coinciden con la actual calle Lonja de Caballeros), calle Mayor, calle de los Labradores para regresar a la colegiata de San Nicolas.

Una hora más tarde, a las siete y de nuevo con previo aviso de la campana del ayuntamiento, se disparó el espectacular castillo de fuegos artificiales que se había dispuesto en la plaza del Mar y que el cronista nos describe con un detalle no siempre habitual en este tipo de relaciones:

Era de extrarordinaria magnitud. Componíase de tres cuerpos, el primero hacía seis frentes a la plaza, los otros dos eran de cuatro frentes y con elevada aguja terminaba en figura piramidal. A los clamores de la campana correspondió el estruendo de la artillería y luego se dio fuego a la máquina estupenda que encendió repentinamente las más vistosas luminarias. Siguiose la variedad de ruedas, truenos, cohetería menuda, después los cohetes chisperos y de luces, entre los cuales se mezclaban repetidas mangas de luces hermosas, ofreciendo la variedad y el más deleitable recreo. Duró la tempestad cerca de una hora, sin que intermitiese un instante de vomitar fuego a las estrellas el artificioso Vesubio”.

Terminado el castillo de fuegos de artificio, continuaron las luminarias como la noche precedente.

En la misma plaza del Mar, los dos días siguientes, lunes y martes, tuvieron lugar animados espectáculos con toros traídos de Sierra Morena, con los que se jugaron lances a pie y a caballo y, como era habitual en estos casos, con un intermedio para un refrigerio “de diferentes dulces”. A la salida de la corporación municipal y del gobernador a los balcones, tuvieron lugar nuevas descargas de la artillería.

Para la noche del lunes, el gobernador de la ciudad había previsto que en su casa se representara la la comedia de Calderón de la Barca También hay duelo en las damas, probablemente por la compañía de María Navas, a la que se invitó a lo más selecto de la ciudad y que estuvo presidida por un retrato de Felipe V “entre particulares antorchas”. La comedia estuvo precedida de una Loa y “exquisitos” sainetes.

A lo largo de estos cuatro días, la ciudadanía tuvo la oportunidad de olvidar momentáneamente sus problemas cotidianos y sumergirse en una ciudad “ludica” y transformada efímeramente que demostraba así su fidelidad a la autoridad monárquica, todo ello gracias a unos lucidos festejos sufragados por la ciudad, cuyos recursos económicos debieron verse seriamente afectados.

Fuente:

Festivas demonstraciones [sic] que al arribo feliz de la reyna ... doña María Luisa Gabriela de Saboya, celebró la ... ciudad de Alicante .. escrita, ... por Ioseph Franqui y Paulin... Orihuela: Jayme Mesnier, 1701.

Bibliografía:

Palencia Soliveres, Andrés, Música sacra y música profana en Alicante: la capilla de música de San Nicolás. Alicante Generalitat Valenciana, 1996, 110-111, 167, 187-188.

González, Lola, “María Navas: bosquejo biográfico de una controvertida actriz de la escena española de finales del siglo XVII”, Scriptura, 17 (2002), 177-209.

González Avilés, Ángel Benigno, “Los inicios de la fortificación abaluartada en Alicante, la muralla de Carlos V”, en Actas del IV Congreso de Castellología (Madrid 7 a 10 de marzo de 2012), Amador Ruibal Rodríguez (coord.). Asociación Española de Amigos de los Castillos, 2012, 787-800.

Biosca Bas, Antoni, Campanades contra el Dimoni a l'Ajuntament d'Alacant, SAÓ (7/11/2019).


Creado: 13 Sep 2020
Modificado: 16 Mar 2021
Referenciar: Ruiz Jiménez, Juan. "Festejos celebrados en Alicante por la bodas de Felipe V con María Luisa Gabriela de Saboya (1701)", Paisajes sonoros históricos, 2020. e-ISSN: 2603-686X. https://www.historicalsoundscapes.com/evento/1195/alicante.
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Recursos

Plano de Alicante. Manuel Mirallles (1794 /1803)

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Vista de Alicante (siglo XVIII)

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Ayuntamiento de Alicante y plaza del Mar. Louis Jules Arnout (1814-1868)

Campana del reloj del Ayuntamiento (1699)

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Colegiata de San Nicolás de Bari [Loty-08046]

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Festivas demonstraciones [sic] que al arribo feliz de la reyna ... doña María Luisa Gabriela de Saboya

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También hay duelo en las damas. Calderón de la Barca

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