Órganos, organistas y organeros en San Francisco de Valladolid (c.1400-c.1660)

Sáiz Virumbrales, Juan Luis
Universidad de Valladolid
0000-0003-0367-0782

Resumen

El convento de San Francisco de Valladolid, hoy completamente desaparecido, fue de gran importancia histórica durante la baja Edad Media y la Moderna. Un fraile del siglo XVII, Matías de Sobremonte, confeccionó un manuscrito sobre la historia y descripción de la casa, donde se mencionan los dos órganos de distinto tamaño que en ese momento poseía la iglesia del cenobio, se dan sus características técnicas y se hace una ligera semblanza del organero que los construyó, el también franciscano Fray Gaspar de Vitoria, autor además de otros instrumentos por la geografía castellanoleonesa. También proporciona detalles sobre el emplazamiento de la tumba de Hernando de Cabezón en el convento, cuestión hasta ahora desconocida.

Palabras clave

órgano , tañer órgano , Lope de Salazar y Salinas (franciscano) , Pedro de Villacreces (franciscano) , Matías de Sobremonte (franciscano) , cabildo de la ciudad , Isabel I (reina) , Gaspar de Vitoria (organero, franciscano) , Pedro Bernardo de Olmedo (organero) , Manuel Marín (organero) , Hernando de Cabezón (organista) , organero


El convento de San Francisco de Valladolid se situó entre aproximadamente 1265 y su supresión y demolición en 1835-1837 en la parte sur de la actual Plaza Mayor de la primero villa y luego ciudad. Su destrucción para construir sobre su privilegiado emplazamiento un barrio burgués no dejó prácticamente rastro de lo que fue un cenobio de gran importancia; precisamente el gran desarrollo de Valladolid y su situación preferente en el marco de la Corona de Castilla durante la baja Edad Media y en el siglo XVI, unido a la popularidad de los franciscanos hizo que en el conjunto conventual se integraran nada menos de 33 capillas pertenecientes a distintos particulares y cofradías.

Este esplendor tuvo reflejo en las actividades musicales de la casa, en particular en el órgano y su música. Existen noticias tempranas de la existencia de órganos en la iglesia de este convento, pues como recoge Rojo Alique en sus estudios, existe el siguiente testimonio de Fray Lope de Salazar y Salinas (c.1393-1463): “E iba muchas veces él [Fray Pedro de Villacreces], e yo, desde el Abrojo, con él, a ese coro de Valladolid con los padres claustrales, maestros y doctores, que ende estaban […]. E estando en el coro, en el oficio divinal, noté de su vejedad devotísima dos cosas: la primera, que había grande devoción e muy gran consolación […] cuando tañían los órganos devotamente e distintamente”. Las fechas de muerte de Villacreces (1422) y de nacimiento de Salazar llevan a datar estos hechos en torno a la segunda década del siglo XV. Se trata del testimonio más antiguo conocido de la existencia de un órgano en la entonces villa de Valladolid.

Pero unos años más tarde quizás se suprimió la música instrumental en esta iglesia o al menos se intentó: nos centraremos en los datos que sobre este tema ofrecen las “Noticias chronográficas y topográphicas del real y religiosísimo convento de los frailes menores observantes de San Francisco de Valladolid”, manuscrito compuesto en 1660 por Fray Matías de Sobremonte (1598-1668), que llegó a ser provincial y manejó y transcribió numerosa documentación del cenobio. Hay que advertir que durante el siglo XV el movimiento reformador de las órdenes religiosas tuvo en Valladolid una gran importancia: los franciscanos de la entonces villa se adhirieron a la regular observancia en la década de 1430, probablemente eliminando su estudio en concordancia de las manifestaciones antiintelectualistas de, por ejemplo, Villacreces y su discípulo Fray Pedro de Santoyo; en este contexto, como se desprende de lo relatado por Sobremonte en los folios 270v-271v de su citado manuscrito, la reina Isabel la Católica y el Concejo de Valladolid tuvieron que recurrir al Nuncio para que el órgano sonara en este convento: 

“También dice el libro de la fundazión que los órganos se hiçieron de la limosna de la casa, pero no se puede dudar que ayudaron con la suya para ellos la Reyna Cathólica y Ayuntamiento de Valladolid; porque antes del año de 1476, como este convento no solo estaba reformado de la claustra, sino que era cabeza de la custodia observante de [Fr. Pedro de] Santoyo, que florezía entonces en gran perfecçión, algunos prelados y religiosos particulares con demasiado zelo, aunque no muy prudente, dieron en pensar que el tener órganos era contra nuestra pobreça y el tocarlos en nuestras iglesias, en el oficio divino, ageno de la autoridad de nuestro estado y intentaron que de hecho se quitasen. [...] Verdaderamente que el rezar el oficio divino o cantarle sin punto tiene más de comodidad que de penitençia. Pasó tan adelante la porfía escrupulosa de los zeladores que instancia de la Reina Cathólica y de la muy noble villa de Valladolid, que como emos dicho habían ayudado a hacer los órganos con sus limosnas, Nicolao Franco, Nuncio Apostólico de la Santidad de Sixto IV [...], en virtud de la autoridad que especialmente para esto tenía del Sumo Pontífiçe, quitó el escrúpulo a los religiosos de este convento, declarando que el tener órganos no era contra la pureza de nuestro estado y mandó por santa obediencia y so pena de excomunión mayor Latae Sentenciae a todos los demás, así prelados como súbditos, no quitasen los órganos del coro ni impidiesen el uso de ellos. Las letras que guardan originales en el archivo del combento, autoriçadas en pergamino, se despacharon en Valladolid en el combento real de San Benito a 14 de mayo del año de 1476.”

En esos momentos, el coro de esta desaparecida iglesia franciscana estaba en el centro de la nave, al parecer un poco elevado sobre una estructura; los órganos –recuérdese que hasta el siglo XVII era común nombrarlos en plural, aun refiriéndose a solo un instrumento– estarían, es de suponer, sobre las costaneras del coro, al modo habitual en España y la América hispana. Ya relajados los primeros rigores de la reforma, en el siglo XVI se construyó un coro alto a los pies de la iglesia comunicado con dos tribunas de órgano adosadas a los muros de la nave. Sobremonte, en los fols. 274rv de sus “Noticias…”, informa de los dos órganos que había en ellas en 1660, lo que hace aportando datos que pudo haber sacado de una tabla de registración que confeccionase un organista o, más probablemente, el organero; este pasaje del manuscrito fue publicado en 1905 por Martí y Monsó, pero extractado, eliminando los datos técnicos, por lo que se presenta esta vez completo:

“En la tribuna del lado del Evangelio, está un órgano excelente en grandeza y consonancias, que consta de diez y siete medios rexistros, con los quales, si cae en buenas manos, se pueden componer treinta diferencias, este se toca en las fiestas principales. En la del lado de la Epístola, para los días de menos solemnidad y misas votivas, hay otro órgano menor, cuya caja es de la misma hechura que la del de enfrente, que consta de ocho medios rexistros.”

A continuación (fol. 274v), Sobremonte da cuenta del autor de ambos instrumentos, construidos entre 1638 y 1640 y financiados de nuevo mediante limosnas:

“Uno y otro hizo aquel insigne artífice de órganos, hijo de este convento, fray Gaspar de Vitoria, que tomó el hábito en él en 29 de junio de 1623; que hizo también los órganos del convento de San Pablo de esta ciudad y en esta probinçia [franciscana] los de los conventos de San Françisco de Segobia, Palencia, Ábila, Medina del Campo, Cuéllar y otros; y hubiera hecho otros muchos más si no se hubiera mal logrado de achaque de una apostema en la garganta abierta sin tiempo, de que murió en San Francisco de Cuéllar año de 1651.”

Mª Antonia Díez, en su reciente tesis doctoral sobre la organería vallisoletana, aporta noticias y documentación sobre este organero franciscano: aparte de distintas reformas y composturas, construyó un realejo para la cercana villa de Simancas en 1645, donde aparece el futuro organero Pedro Bernardo de Olmedo, del que se conserva una caja de órgano en la colegiata de Toro (Zamora), como ensamblador y criado de Fr. Gaspar. 

Gaspar de Vitoria posiblemente estuvo relacionado de alguna manera con el también organero y vecino de Valladolid Manuel Marín, dada la proximidad temporal de ambos: Marín contrató en 1629 un instrumento nuevo para el convento dominico de San Pablo de Valladolid y en el momento de su muerte en 1630 apenas tenía hecho más que el secreto y la caja. Por ello, hubo de acabarlo otro artífice, que pudo haber sido Fr. Gaspar, dado que un órgano para ese convento aparece en la nómina de los que construyó.

Por otra parte, Sobremonte, al ir revisando las múltiples capillas del convento, va anotando los distintos enterramientos que contenía cada una gracias a poder disponer de los libros de sepulturas del cenobio. Al llegar al “tránsito del Cristo de Burgos”, un espacio a modo de pasillo con diversos rincones y recovecos con altares y sepulcros, anota que en una parte de él se enterró “a muchas personas de cuenta”. Entre ellas estaba, como dice en el fol. 194, “Hernando de Cavezón, tañedor del rey, año de 1602. Ignoramos si fue aquel insigne organista de S. Rey D. Felipe el II”. El prudente fraile desconocería que Hernando murió efectivamente en Valladolid el 1 de octubre de 1602, lo que identifica su tumba más allá de toda duda, observándose que fue enterrado en un convento franciscano como su padre Antonio de Cabezón, quien lo fue en San Francisco el Grande de Madrid. Mediante la hipótesis de restitución de la planta del convento vallisoletano recientemente publicada, el espacio donde fue sepultado Hernando se localizaría a caballo entre una parte de la calle Constitución y el solar que ocupa el edificio del Círculo de Recreo de Valladolid. Sus restos podrían estar aún bajo el vial o haber desaparecido al edificar el Círculo en 1900-1902, cuando se profundizó más de tres metros en el terreno para hacer su sótano, extrayendo numerosos restos humanos.

Fuente:

Sobremonte, Matías de. Noticias chronográficas y topográphicas del real y religiosísimo convento de los frailes menores observantes de San Francisco de Valladolid. Manuscrito, 1660. Biblioteca Nacional de España. Mss. 19351.

Bibliografía:

Martí y Monsó, José. “Nuevas noticias de arte extraídas y comentadas de un libro hasta hace poco inédito”, Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones 25 (1905), 9. 

Fernández del Hoyo, María Antonia. Patrimonio perdido. Conventos desaparecidos de Valladolid. Valladolid: Ayuntamiento de Valladolid, 1998, 53-104.

Rojo Alique, Francisco Javier. “El convento de San Francisco en Valladolid en la Edad Media (h. 1220-1518). Los aspectos materiales (II)”, Archivo Ibero Americano 65 (2005), 421-586.

Rojo Alique, Francisco Javier. “Los franciscanos conventuales en Valladolid y Palencia (siglos XIII-XV)”, en Los Franciscanos conventuales en España. II Congreso internacional sobre franciscanismo en la Península Ibérica. Madrid: Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos, 2006, 125-148.

Sáiz Virumbrales, Juan Luis. Castro Fernández, Marcial. La tumba de Cristóbal Colón en el convento de San Francisco de Valladolid: nuevas aportaciones y su situación en la planta restituida del cenobio. DIGIBUG, Repositorio Institucional de la Universidad de Granada, 2021. Disponible en: https://digibug.ugr.es/handle/10481/70999

Díez Pérez, María Antonia. Contribución al estudio documental del órgano histórico en la provincia de Valladolid. Tesis doctoral. Valladolid: Universidad de Valladolid, 2021, 103-104, 159-160.

Creado: 31 Oct 2021
Modificado: 16 Nov 2024
Referenciar: Sáiz Virumbrales, Juan Luis. "Órganos, organistas y organeros en San Francisco de Valladolid (c.1400-c.1660)", Paisajes sonoros históricos, 2021. e-ISSN: 2603-686X. https://www.historicalsoundscapes.com/evento/1372/valladolid.
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Recursos

Fachada del convento de San Francisco. Ventura Pérez (c. 1760)

Enlace externo

Parte norte del convento de San Francisco de Valladolid según hipótesis de Sáiz Virumbrales y Castro Sánchez (2021)

Dulce memoria. Pierre Sandrin, glosada por Hernando de Cabezón