Atabales y añafiles en la corte de los reyes de Fez

Ruiz Jiménez, Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988

Resumen

Luis del Mármol Carvajal, en su Descripción general de África, publicada en 1573, nos deja una precisa descripción de los atabales y trompetas al servicio de los reyes de Fez, los cuales desempeñaban una doble función de intimidar al enemigo en los conflictos bélicos y de representación en las salidas que estos hacía de la ciudad.

Palabras clave

música heráldica , batalla , atabaleros norteafricanos , atabales , atabalero / timbalero , trompetas , Luis del Mármol Carvajal (viajero, militar, historiador)


El granadino Luis del Mármol Carvajal (1524-1600) se incorpora en 1535, con tan solo once años de edad, al ejército de Carlos V en Túnez. Según su propio testimonio, tras pasar siete años y ochos meses de cautiverio en el norte de África, continúa su periplo por esas tierras, difícil de acotar en sus detalles, que le permitirán dominar la lengua árabe y tener un profundo conocimiento de su cultura. Terminada la Guerra de Granada (1568-1571), inicia la redacción de su obra Descripción general de África, publicada en 1573, en cuyo prólogo nos proporciona algunos detalles biográficos de esa etapa de su vida:

“Habiendo, pues, salido de la insigne ciudad de Granada, donde es nuestra naturaleza, siendo aún mozo de pequeña edad, para la jornada que el christianísimo emperador Don Carlos hizo sobre la famosa ciudad de Túnez el año de nuestra salvación mil y quinientos y treinta y cinco, y después de la felize expugnación della, seguido las banderas imperiales en todas las empresas de África por espacio de veinte y dos años, y padescido siete años y ocho meses de captiverio que estuvimos en poder de infieles de los Reinos de Marruecos, Tarudante, Fez, Tremecén y Túnez, en el cual tiempo atravesamos los arenales de Libia, hasta llegar a Acequia el Hamara, que es en los confines de Guinea, con el Xerife Mahamete, cuando traía las armas victoriosas por Africa, apoderándose de las Provincias Occidentales, y hecho otros viajes por mar y por tierra, así en captiverio como en libertad, por toda Berbería y Egipto, donde notamos muchas cosas dignas de memoria y que nos paresció se deseaban saber en estas partes. Con este principio, acompañado de la continua meditación de historias escogidas latinas, griegas, árabes y vulgares destos reinos y de fuera dellos, que con mucho trabajo pudimos saber, siendo inclinado a este ejercicio, y tomando dellas lo que nos paresció más al propósito para este efecto, juntándolo con la experiencia y mucha prática que de la lengua árabe y africana (que mucho difieren) tenemos, hecimos esta historia y general descripción de África”.

En su crónica, combina la información obtenida de las variadas fuentes que cita con su propia experiencia personal, lo que la convirtió en una fuente de excepcional interés para acercar el conocimiento de estas tierras a sus contemporáneos.

En el segundo de los dos volúmenes de La descripción general de África, el libro cuarto está dedicado al reino de Fez. En su capítulo XXII describe Fez “ciudad principal y cabeza deste reino, en la cual se contienen tres cuerpos de ciudades edificadas en diferentes tiempos”. La califica como “la mayor y más noble” ciudad africana y destaca su importancia como centro de estudios islámicos. El palacio del rey estaba en lo que Mármol Carvajal llama “Fez el nuevo”. Para este artículo, interesa detenerse en el epígrafe: “De la manera como suceden los reyes de Fez y de los oficiales que tienen en su corte y casa” (fols. 100r-101r): 

“Traen también muchos atabaleros con grandes atabales de cobre, anchos por arriba y por abajo angostos, cubiertos de gruesos parches de pargamino hechos de cuero de becerros y enlazados al derredor de correas gruesas con que los templan. Estos atabaleros van en caballos de albarda y no lleva cada uno más de un atabal a un lado y al otro un contrapeso de plomo y cuando los tocan son de tan horrible sonido que atruenan los valles y hacen temblar los hombres y los caballos. Los reyes procuran siempre dar a los atabaleros y abanderados los más recios y más ligeros caballos que tienen, porque es grandísima afrenta entre ellos perder el atabal o el estandarte en la guerra. Demás de estos andan de ordinario en la corte del rey muchos trompeteros, clarines y otros instrumentos que sirven en paz y en guerra a costa de las ciudades del reino, las cuales son obligadas a mantener cierto número de ellos que asistan de ordinario donde el rey estuviere... Cuando el rey a de ir fuera de la ciudad, salen fuera los abanderados, luego los atabaleros y trompeteros y tras de ellos el caballerizo mayor con sus ministros y familiares…”. 

Esta precisa descripción de los atabaleros de Fez señala que solo llevaban un atabal, ubicado en uno de los lados, el cual es contrapesado con plomo. Contrasta este hecho con otras imágenes, también del siglo XVI, en los que se representan tañendo dos atabales que actúan de contrapeso uno del otro. Mármol Carvajal no se detiene en la descripción de los añafiles ni de los “otros instrumentos” que, como señala, eran pagados por la ciudades del reino. Desempeñaban, como hemos visto, funciones tanto militares como de representación en las salidas que el monarca hacía fuera de la ciudad.

Recursos

Batalla de la Higueruela (detalle). Orazio Cambiaso (1587-1589)

Dos atabaleros. Rembrandt (1638)

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Timbalero de Castilla. Trachtenbuch. Christoph Weiditz. Germanisches Nationalmuseum Nürnberg, Hs. 22474

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