Órgano para la capilla de la Venerable Orden Tercera del convento de San Francisco de Valladolid (1712)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Resumen
Tras el incendio acaecido en la capilla de la Venerable Orden Tercera del convento de San Francisco de Valladolid, en 1710, en el que ardieron los retablos y “llegó a derretirse el órgano”, se procedió a su restauración. En 1712, el síndico de la Orden, Fabián de Barriuso, concertaba con el organero Gregorio González Roldán la construcción de un realejo que debía estar terminado para el 25 de agosto de ese año, con el que podrían continuar solenmizándose los actos litúrgicos que oficiaban en esa capilla.
Palabras clave
órgano , realejo , cofradía de la Orden Tercera de San Francisco , Gregorio González Roldán (organero)
La Venerable Orden Tercera, rama seglar del franciscanismo, se instaló en el convento de San Francisco de Valladolid en 1609. En 1622 habían terminado una capilla de notables dimensiones construida cerca de los pies del templo, en el tránsito de la calle Santiago a la portería, la cual funcionaba como un templo independiente. Tras ampliaciones sucesivas, se reedificó por Juan de Répide entre 1654 y 1655. Según fray Matías de Sobremonte (c. 1660):
“La capilla es tan capaz que pudiera servir de iglesia a cualquier convento de religiosas y aún de religiosos en lugar menos populoso. Consta de la capilla mayor, cuerpo de iglesia, con dos altares y púlpito, coro con órgano y sacristía de bóveda muy capaz y con mucho servicio. La capilla mayor es de media naranja, muy bien ejecutada, pintadas las pichinas de mano del insigne Diego Valentín Díez, hermano desta orden. El retablo ocupa todo el espacio del arco que es de muy airosa traza y labor y todo él una ascua de oro… cierra esta capilla mayor una reja baja de hierro y bronce muy bien acabada. El cuerpo de la iglesia es de arcos de medio punto sobre pilastras de cuadrado y bóvedas cerradas por arista con enlazados. En la cornisa se lee esta memoria: A honra y gloria de Dios y de la Virgen María Nuestra Señora concebida sin pecado original y de nuestro seráfico P. S. Francisco se reedificó y adornó esta capilla con la limosna que para ello dieron los hermanos de la Tercera Orden de penitencia siendo ministro de ella el hermano Andrés García. Año de 1655”.
El acceso a la capilla se realizaba a través del muro de la epístola, por debajo del estrecho coro. En 1710, según relata Ventura Pérez en su Diario de Valladolid, durante las fiestas del octavario de la Inmaculada, un incendió acabó con el retablo mayor y con los retablos colaterales: “llegó a derretirse el órgano, quedó toda la capilla negrísima, se quemó hasta la forma consagrada, cosa que causó gran dolor”.
Poco tiempo después del desafortunado suceso, se iniciaron los trabajos de rehabilitación de esta capilla, encargándose nuevos retablos y un órgano que sustituyeran a los consumidos en el incendio. El 11 de marzo de 1712, el maestro organero Gregorio González Roldán, vecino de Valladolid, escrituraba la construcción de un órgano para la capilla de la Orden Tercera, documento que nos permite conocer todos los pormenores de la fabricación y composición de este instrumento:
“Condiciones:
- Lo primero tengo que hacer un flautado tapado de tres cuartas de alto, de entonación en término natural con cuarenta y cinco cañones.
- Más un registro de ochava [= octava] duplicado de mano derecha con sesenta y nueve cañones.
- Un registro de quincena y diez y novena con sus aumentaciones con noventa caños.
- Otro registro de veinte y docena y címbala a tres caños por punto con sus aumentaciones que fuere necesario conforme a arte, con ciento y treinta y cinco caños.
- Más un medio registro de mano derecha de corneta inglesa a tres caños por punto con setenta y dos caños.
- Que para todos los registros tengo que hacer un secreto con tapas y registros de nogal que los dichos registros han de ser de ambas manos.
- Más dos fuelles que cada uno ha de tener de largo cinco cuartas y tres de ancho [104,3 x 62,6 cm] con sus pliegues a manera de abanicos, con valdeses duplicados para mejor permanencia y duración.
- Más un teclado de boj, con cuarenta y cinco teclas.
- Que para el dicho órgano tengo de hacer una caja de pino con el alto, ancho y fondo que fuere menester que delante y por la espalda ha de ser con selosias [sic = celosías] por las puertas con cerraduras y llaves que quede cerrado.”
Para su fabricación, González Roldán se haría cargo de todos los materiales, especificando que: “todos los dichos caños que llevare, así cuerpos como pies, han de ser de metal muy fino sin cargarlos de mezcla a toda satisfacción y a vista de maestros del dicho oficio”. Una referencia a que debía limitar al máximo la cantidad de plomo en la aleación.
Tasaba el precio del instrumento en 3.000 reales de vellón (102.000 maravedís) y estipulaba que el primer pago sería de 1.500 reales que le servirían para iniciar la obra, cantidad que le fue entregada por Fabián de Barriuso, síndico de la Orden Tercera, otorgando González Roldán la correspondiente carta de pago en el momento de realizar la escritura. Los otros 1.500 reales los cobraría una vez que la obra estuviera terminada “en toda perfección”. El trabajo tenía que estar acabado el 25 de agosto. En caso contrario, como era habitual, la Orden Tercera podría buscar a otro organero que hiciera el trabajo, reclamarle los 1.500 reales abonados y la cantidad en que el órgano pudiera exceder los 3.000 reales, además de “costas y daños que se le siguieren y recrecieren”.
La escritura se firmó el 11 de marzo de 1712 ante el escribano público Isidro Calderón.
Se trata de un realejo. El flautado tapado de “tres cuartas de largo” (62,6 cm) era de 4’ de entonación. El teclado partido, de 45 teclas, tenía octava corta (dividido, como era habitual, en la parte central entre do y do#). El registro de octava presenta la peculiaridad de duplicar los tubos en la mano derecha (69 tubos).
Agradezco a Juan Luis Sáez Virumbrales el haberme facilitado una copia del contrato de Gregorio para poder elaborar este artículo.