Bernarda, una música afroprotuguesa al servicio de Isabel de Borbón (1602-1644) en el Alcázar de Madrid
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Resumen
Bernarda, música y cantora afroportuguesa, estuvo al servicio de la reina Isabel de Borbón, en el Alcázar de Madrid, al menos desde 1622 hasta su fallecimiento en junio de 1628. El 15 de mayo de 1622, interpretó el papel de La Noche en la comedia La gloria de Niquea, de Juan de Tassis y Peralta, conde de Villamediana que se representó en el teatro construido por Julio César Fontana en el Jardín de la Isla, en el sitio de Aranjuez.
Palabras clave
música doméstica , representación teatral , comedia , romances , entierro , proyecto mujeres y redes musicales , Bernarda (música, cantora) , Isabel de Borbón (reina) , capilla de música de la capilla real (Madrid) , Mateo Romero (compositor, maestro de capilla) , guitarrista , Miguel de Arizo (= Arizcum, compositor, cantor contralto)) , María Ana de Austria (infanta, emperatriz, reina)
El 5 de junio de 1628, en la madrileña iglesia de San Juan, según el libro de enterramientos de esta parroquia: “Se enterró en la dicha iglesia Bernarda, música de la reina nuestra señora, morena, de hasta diez y ocho años, en la enfermería de la reina. No hizo testamento. Mandóla enterrar el señor patriarca y pagó el entierro el licenciado Huerta, teniente de limosnero. Dieron de sepultura, ataúd y paño treinta y ocho reales [1.292 maravedís]”. Esta nota parece dar a entender que Bernarda, que se encontraba al servicio de Isabel de Borbón (1602-1644), pudo fallecer en la enfermería de la reina. Había enfermerías dentro y fuera del Alcázar. Esta dependencia para la asistencia sanitaria de las criadas de la corte ya existía en 1618 y se encontraba en la casa de Pedro de Paz e Isabel de Sepúlveda en la calle que iba de las casas de Ruiz Gómez a la iglesia de San Gil.
¿Quién pudo ser esta Bernarda? Creo que, muy probablemente, puede ser identificada con “una negra, grande cantora, criada de la reina nuestra señora” que interpretó el personaje de “La Noche” en la fábula pastoril y máscara cortesana La gloria de Niquea de Juan de Tassis y Peralta, conde de Villamediana (ver recurso). Según se indica en su texto impreso de 1629, esta “comedia de la gloria de Niquea y descripción de Aranjuez”, fue “representada en su real sitio por la reina nuestra señora, la señora infanta María y sus damas a los felicísimos años que cumplió el rey nuestro señor D. Filipo Quarto a los 8 de abril de 1622”. En el texto de 1629 se especifica: “que toda la fiesta la representaron solas mujeres…”. El acontecimiento tuvo lugar el 15 de mayo, día de Pentecostés, en el teatro construido por Julio César Fontana, en el Jardín de la Isla, en el sitio de Aranjuez.
La personificación de La Noche tiene una importante intervención en la primera escena, en la que, con su canto, adormece a Amadís, personaje a cargo de “la señora doña Isabel de Aragón, hasta que con la llegada de La Aurora, interpretada por “la señora María de Aragón”, es despertado de su ensoñación. La elección de Bernarda para este personaje, como se describe en las acotaciones del impreso, estuvo directamente ligada con el color de su piel:
“Recostose Amadís sobre un peñasco, que lo tuviera por hermoso trono la blanca Citerea, y apenas entregó los sentidos a las lisonjas del sueño, cuando salió la imagen de la Noche, más negra que su original, porque quien representó este bulto de sombra y quinta esencia de tinieblas era una negra de palacio, pero tan airosa y bizarra que por lo que la sentimos suavísima nos pareció noche de San Juan. Era su vestido color del rostro, pero con más ojos de estrellas que el pavón de Juno. Tocaron dentro una vihuela, y la buena de la Noche suspendió los aires con tan regalada voz que honró las mayores consonancias de la música, y de suerte regaló los oídos, que fue milagro del encanto no dormirnos todos. Buena disposición halló Amadís, si quisiera celebrar con música alguna doncella encantada, pues a las tres de la tarde pudiera llevar de una vez noche y música. Llegándose pues al caballero dormido, dijo estos versos: Yo soy en opaco bulto…” (ver recurso).
La guitarra fue el instrumento que acompañó el romance cantado por el personaje de La Noche, ya que, ocasionalmente, durante gran parte del siglo XVII, seguirá nombrándose como “vihuela”. El resto de los papeles de la comedia fueron interpretados por Isabel de Borbón (la Diosa de la hermosura), la infanta María Ana de Austria (Niquea), Margarita de Tabara (el corriente del Tajo), Francisca de Tabara (el mes de Abril y Lurcano), Antonia de Acuña (la Edad), Bernarda de Bilbao, de la cámara de la señora infanta (Danteo, pastor del Tajo), Leonor de Quirós, Lucía Ortiz, Francisca de Zárate e Inés de Zamora, de la cámara de la reina (cuatro gigantes), Antonia de Mendoza (Alvida, ninfa) y María de Guzmán (Aretusa ninfa).
Antonio Hurtado de Mendoza en su relación Fiesta que se hizo en Aranjuez a los años del Rey Nuestro Señor D. Felipe IIII, publicada en 1623, precisa que el personaje de La Noche lo representó:
“Una portuguesa negra, excelentísima cantora, criada de la reina, vestida con saya entera de tafetán negro sembrada de estrellas de plata y manto derribado de los hombros, cuajado de las mismas estrellas, movía con poderosa suspensión los pasos, el silencio, la quietud, el color, el traje retrataba verdaderamente lo tenebroso de la noche, y lo dulce de la voz la armonía del alba, y con lisonjera suavidad persuadía ocio a los sentidos de Amadís, ya bien hallados en el descanso...” (fol. 9v).
Los músicos que acompañaron la comedia y la máscara fueron los de la Capilla Real, a cuyo frente se encontraba Mateo Romero, al que Hurtado de Mendoza atribuye la composición de la Música, ensalzándole frente a algunos de sus contemporáneos (fol. 15v):
“Acompañaron esta acción todos los instrumentos y cantores que siendo España naturaleza de las más excelentes voces del mundo, de las mejores se funda la Capilla Real que a su maestro le debe la música haber juntado en los tonos la destreza y el buen aire de cantar, ajustando lo crespo del facistol a lo dulce de la guitarra y a la eminencia de su arte la novedad de [Juan de] Palomares, la blandura de Juan Blas [de Castro] y el espíritu de Álvaro [de los Ríos, también músico de cámara de la reina Isabel], y todo logrado en esta ocasión”.
En su relación en verso, Hurtado de Mendoza se limita a citar a esta cantora afroportuguesa como “música de la reina”. Al servicio de Isabel de Borbón, en estas fechas, se encontraba Miguel de Arizo (= Arizcum), compositor y cantor contralto: “para dar lección de música a las damas y criadas de su majestad la reina”.