Consagración de la mezquita de Córdoba y rescate de las campanas de la catedral de Santiago (1236)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Resumen
El 29 de junio de 1236, festividad de San Pedro y San Pablo, tuvo lugar la consagración de la mezquita de Córdoba y la restauración de su antigua sede episcopal. En este lugar, se encontraron las campanas de la catedral de Santiago de Compostela que las tropas de Almanzor habían tomado como botín en su saqueo del año 997, las cuales habían sido convertidas en lámparas. El rey Fernando III ordenó fueran restituidas a la catedral compostelana.
Palabras clave
fiesta de San Pedro y San Pablo , consagración de una mezquita , llorar , vocear , Te deum laudamus (himno) , asperjar , misa , sermón , Asperges me (antífona) , Veni creator spiritus (himno) , entrada real , procesión , campana , proyecto CateCArq , Fernando III (rey) , Juan de Soria (obispo) , Gonzalo Ibáñez (obispo) , fray Domingo (obispo) , Adán Pérez de Cuenca (obispo) , Sancho (obispo) , Lope de Fitero (obispo)
Desde el siglo IX, se produjo en toda la península ibérica un proceso de transformación de las mezquitas musulmanas en iglesias cristianas que transcurrió en paralelo al avance de los reinos cristianos sobre el territorio musulmán.
Tras su rendición, el 29 de junio de 1236, festividad de San Pedro y San Pablo, se procedió a la entrega de las llaves de la ciudad de Córdoba al rey Fernando III. Ese mismo día, según las diferentes crónicas, tuvo lugar la restauración de la antigua diócesis cordobesa. Existen varias fuentes cristianas que narran la conquista de esta ciudad, entre ellas: De rebus Hispanie del arzobispo Jiménez de Rada, la Chronica latina Regum Castellane que pudo ser escrita por Juan de Soria, obispo de Osma, y el Chronicon mundi de Lucas de Tuy, canónigo de San Isidoro de León. De estas crónicas se nutre la Estoria de España, escrita por iniciativa del rey Alfonso X y continuada a partir de los materiales realizados en tiempos de Sancho IV y Alfonso XI.
El rey Fernando, según la crónica de Jiménez de Rada:
“Mandó que pusiesen la cruz encima de la torre de la mezquita mayor do solían llamar la porfía del falso Mahomad. E al golpe que la cruz pareció encomenzaron todos a llorar con gran alegranza e a decir a grandes voces: «Dios ayuda». E a golpe que pusieron cerca la cruz e seña del rey e sonaron las voces de placer e de alegranza en las tiendas de los justos cristianos los clérigos e los legos cantaron Te Deum laudamus”.
La Estoria de España señala que colocados el estandarte de la cruz y el pendón real, la ceremonia de consagración fue conducida por Juan de Soria, obispo de Osma, ya que don Rodrigo, arzobispo de Toledo, se encontraba en Roma. Estuvo acompañado de Gonzalo Ibáñez, obispo de Cuenca; fray Domingo, obispo de Baeza; Adán Pérez de Cuenca, obispo de Plasencia, y don Sancho, obispo de Coria:
“Entraron esa hora en la mezquita de Córdoba que sobraba e vencie de afeite e de grande a todas las otras mezquitas de los alárabes… mas este obispo don Juan, con los otros obispos dichos, echada fuera la suciedat de Mahomad, cercaron a derredor toda aquella mezquita esparciendo agua bendita
por ella como debíen e añadiendo y lo que el derecho de santa Eglesia manda restolándola desta guisa. E restolar es tanto como cobrarla a servicio de Dios. Aquel obispo don Juan, en lugar del
arzobispo de Toledo, fecho aquel alimpiamiento antes con los otros obispos tornó aquella mezquita de Cordoba en la eglesia e alzó y altar a honra de la bien aventurada Virgen María, madre de Dios, e cantó y misa altamente como de alta fiesta e muy honradamente e sermonó y segund el saber que habíe e la gracia de Dios le pusiera en sus labrios. E de guisa pagó a todos los fieles e los asolazó los corazones e que todos se tovieron por guaridos e fecieron y sus oraciones muy de corazón e ofrescieron sus ofrendas grandes e buenas e cada uno segúnd se pagaron e quesieron. Después de aquello, don Rodrigo, arzobispo de Toledo, primeras dellas Españas, llegó de la corte de Roma e consagró y el primero obispo desta conquista e maestre Lope de Fitero e de río Pisuerga. Después de aquello, el rey don Ferrando dióles algunas rentas a los de la eglesia de Cordoba”.
Como se ha señalado, fue dedicada a la advocación de Santa María. Todo los indicios apuntan a que el primer altar de la nueva iglesia catedral de Córdoba pudo situarse en el entorno del espacio del lucernario que iniciaba la nave principal de Al-Hakam II (capilla de Villaviciosa). Juan Carlos Ruiz Souza argumenta que la primitiva capilla mayor pudo ocupar originalmente dos tramos, que se encontraban elevados, el de la Capilla Real y el de la capilla de Villaviciosa. Cuando en 1371 Enrique II ordene construir el panteón real, la capilla mayor quedaría reducida al tramo situado hacia el oeste (capilla de Villaviciosa), manteniendo su funcionalidad litúrgica como tal hasta 1607.
El ceremonial de la consagración era muy similar al de la dedicación de una nueva iglesia. Como hemos visto, se colocaba la cruz y se asperjaban los muros y el espacio destinado al altar mayor. La Crónica latina de los Reyes de Castilla precisa que “santificaron el lugar por la aspersión de agua bendita con sal” y que fueron el obispo de Osma y el maestro Lope de Fitero, futuro primer obispo de Córdoba, los encargados de ejecutarla. Es probable que, durante este acto, se interpretara la antífona Asperges me, seguida del salmo Miserere mei Deus y la doxología Gloria Patri, para terminar de nuevo con la citada antífona, tal y como la encontramos en un pontifical toledano del siglo XIII [E-Tc 39.12 (fol. 13v)].
La frase “echada fuera la suciedat de Mahomad” podría entenderse como la rápida retirada de todos los elementos amovibles del mobiliario litúrgico musulmán. La primera misa solemne, en la que predicó Juan de Soria, se celebraría con el ajuar litúrgico portátil con el que el alto clero viajaba para oficiar la eucaristía en lugares que no estaban habilitados para ello de forma expresa. En el referido pontifical, encontramos también los ítems necesarios para celebrar la ceremonia In Dedicatione Ecclesiae.
Muy probablemente, la misa estuvo presidida, como en otras consagraciones de mezquitas, por una imagen mariana. En la de Murcia, en 1266, se especifica que se cantó el himno Veni creator spiritus y “missa de beata Virgine solemnissime celebratur”, iniciándose con el introito Salve, sancta parens.
La Crónica latina de los Reyes de Castilla también precisa que al lunes siguiente de haber sido consagrada la mezquita, el rey Fernando III hizo su entrada en Córdoba, dirigiéndose a la mezquita en solemne procesión, donde Juan de Soria volvió a oficiar misa. Terminada esta, el rey continuaría su recorrido para tomar posesión del antiguo alcázar.
El ejército de Almanzor, en una incursión realizada en la ciudad de Santiago de Compostela en el año 997, según recogen Ibn ‘Iḏārī en Al-Bayan al-Mughrib y el autor del Ḏikr bilād al-Andalus, saqueó la catedral llevándose las campanas como botín. Con estas campanas se fabricaron una serie de lámparas para iluminar la sala de oración de la mezquita de Córdoba. Allí se encontraban cuando se dedicó la nueva iglesia, decretando el rey Fernando que, en señal de desagravio, según recoge Lucas de Tuy: “fueran devueltas a la iglesia de Santiago a hombros de sarracenos”.
Este trabajo se ha realizado dentro del Proyecto de Investigación CateCArq. La arquitectura y los usos y costumbres de las catedrales de la provincia eclesiástica de Toledo hasta el concilio de Trento, liderado por Eduardo Carrero Santamaría [PID2023-149168NB-I00].