Primeros órganos de la catedral de Córdoba (ss. XIII-XV)
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Resumen
Recogemos en este artículos los primeros testimonios sobre los órganos de la catedral de Córdoba y de su ubicación en el coro gótico (ss. XIII-XV).
Palabras clave
órgano , tañer órgano , fiesta de la Encarnación (= Anunciación) , fiesta de Santa Úrsula y las once mil vírgenes , fiesta de la Circuncisión del Señor , procesión , proyecto CateCArq , cabildo de la catedral , maestro Pedro (canónigo, arcediano de Castro) , Martín Pérez (prior) , Juan Romero, el Viejo (organista, organero) , Juan Romero, el Mozo (organista, organero) , Vincenzo (= maestro Vincencio, organero)
Elaboramos este artículo a partir de los documentos publicados e inéditos transcritos por Manuel Nieto Cumplido recopilados de la bibliografía citada. En su libro La catedral de Córdoba, Nieto Cumplido escribe:
“Aunque conocemos la adquisición de unos órganos costeados por el arcediano de Castro maestro Pedro y el prior Martín Pérez en torno a 1262, es en 13 de octubre de 1365 cuando obtenemos la primera noticia sobre los órganos que se colocaron en un pequeño coro situado en el costado septentrional por encima de las sillas corales sobre el tercer arco (nave 17), contado desde las gradas del altar mayor”. Realmente, el documento al que se refiere Nieto Cumplido solo deja constancia de la existencia de un órgano, sin especificar su localización. Se trata de la donación que el obispo Andrés Pérez de Valladolid, el deán y cabildo hicieron a Vasco Alfonso de un espacio en la catedral para su sepultura, la de María García, su mujer, y la de sus descendientes. Con la advocación de Santa María, ocupó una parte de la antigua capilla de Santa Lucía, unida en ese momento a la San Clemente. La dotación llevaba aparejada la celebración de la festividad de “Santa María de Marzo” (fiesta de la Encarnación), con una procesión solemne “tañiendo los órganos”.
En la donación que hizo el cabildo a Juan Jiménez, mercader, de un lugar para enterramiento suyo, de Toda Sánchez, su mujer, así como de sus familiares, el 4 de noviembre de 1373, encontramos la primera referencia topográfica a la posición del órgano y a la puerta por la que se accedía a él: “una sepultura en la nave que está en derecho de los órganos y postigos donde están estos y cerca del tercer mármol”. No está del todo clara la posición de este “tercer mármol”, aunque podría referirse al lugar en el que, años después, se situó el altar del Santa María del Sol. En la memoria del Libro de Memorias y Aniversarios de la catedral, que puede fecharse c. 1569, no se especifica con precisión la ubicación de esta sepultura, aunque sí parece confirmarse que debía estar cerca del altar de San Dionisio, según recoge Antonio Jesús González Torrico en su tesis doctoral, el cual se emplazaba bajo el arco en el que se encontraba colocado el órgano.
Otras festividades dotadas en el siglo XIV y durante el siglo XV contemplan la solemnización de las mismas con el tañido del órgano. Así, la de las Once Mil vírgenes efectuada por Fernando González Deza, obispo electo de Córdoba, el 22 de noviembre de 1398, la cual debía realizarse “con todas capas y órganos” o la de la Circuncisión, establecida por Juana de Sousa, madre de Enrique de Castilla y Sousa, duque de Medina Sidonia, que incluía: “procesión solemne, capas, órganos e incensarios”.
Nada se sabe de la factura de los primeros instrumentos catedralicios o del lugar en el que se pudo ubicar ese primer órgano de la década de 1260, ya que se desconoce la configuración precisa del coro en la segunda mitad del siglo XIII.
Un acuerdo capitular de 13 de febrero de 1459 nos proporciona la primera noticia de dos organeros, encargados del mantenimiento de los órganos catedralicios, los cuales eran también organistas. Los capitulares acuerdan ese día:
“[Hacer] gracia y merced a Juan Rodríguez, organero, el Mozo, fijo de Juan Rodríguez, organero, que desde agora puede haber e haya las casas en que el dicho su padre mora e tiene por su vida de los dichos señores cabillo [sic], después de los días del dicho su padre e por el mismo precio que el dicho su padre las tiene e un par de gallinas más, o que las haya desde el día que el dicho su padre se las quisiese dejar o traspasar. E esta gracia le hicieron los dichos señores porque él es organero de la eglesia e oficial de la dicha eglesia. E esto dure en cuanto sirviere el dicho oficio e no más…”.
Juan Rodríguez, el Viejo, murió en 1481.
En la posición citada, sobre el arco de la nave 17 (contando desde el muro este), en el lado del Evangelio, continuaba ubicado el órgano durante el siglo XV (véase recurso). Prueba de ello es la referencia que nos proporciona Miguel Sánchez de la Morcuera, el 22 de febrero de 1460, en el documento en el que señala que quería enterrarse: “cerca del altar de San Dionisio, debajo de los órganos, en par de Santa María del Sol”. Como ya he señalado, conocemos con precisión la localización topográfica de ambos altares. El de San Dionisio, desaparecido, estaba situado debajo del arco de la nave 17, al lado de la escalera por la que se accedía a los órganos. El altar de Santa María del Sol todavía se conserva, ubicado en el pilar medianero de las naves de 16 y 17. El 19 de noviembre de 1519, el racionero Aliaga solicita permiso: “para renovar la imagen de Nuestra Señora del Sol, que es a las espaldas del coro cabe la escalera de los órganos grandes…”.
El trascoro estaba situado en el límite oeste de esta nave 17 y en él se encontraban los postigos del deán (en el lado del Evangelio) y del arcediano de Córdoba (en el de la Epístola) que se abrían a la nave 18 por la que transitaban las procesiones que salían por ellos.
De la referencia anterior a los “órganos grandes”, podría inferirse que había otro órgano más pequeño. El órgano grande al que se refiere el documento de 1519 debía ser el que había construido en 1496 el organero veneciano “maestro Vincencio” (= Vicenzo), el cual había hecho también unos “órganos pequeños para el coro”, probablemente en 1493. A la finalización de este segundo instrumento creo que se refieren las actas de cabildo de 20 de diciembre de 1493, cuando los capitulares ordenaron:
“Hacer gracia a maestro Vincencio, organista que hizo los órganos, en remuneración de lo que más halló que estaba obligado a hacer en los dichos organos e más el tiempo que ha perdido hasta agora, mandáronle dar un cahiz de trigo y otro de cebada y mil maravedis e seis pares de gallinas”.
En otro documento del Archivo de la Catedral de Córdoba (caja I, n. 457-1, fol. 29rv) se da cuenta de la finalización del órgano grande que el maestro Vincencio había construido para el coro de la catedral:
“El maestro Vincencio de Venecia hace unos órganos para la catedral de Córdoba.
En ocho días del mes de diciembre del dicho año [1496], en la sacristanía de la eglesia de Córdoba, estando presentes los señores Martín Alfonso, canónigo, e Fernand López, racionero, obrero en la dicha iglesia, e ansí mesmo maestro Vincencio, organero, el dicho maestro Vincencio dijo que por cuanto el señor Martín Alfonso, seyendo obrero, se obligó a dar al dicho maestro Vincencio ochenta mill maravedís por los órganos grandes, segund se contiene en el contrato que sobre ello pasó, de los cuales dijo que conoscía haber recibido e recebió sesenta e nueve mil e setenta e cinco maravedís. E el dicho señor Fernánd López, en nombre de la obra, dijo que se obligaba e obligó a le dar lo restante para complimiento de los dichos ochenta mil maravedís, los cuales son diez mil e nuevecientos e veinte y cinco maravedís, por el dicho señor Martín Alfonso, acabada la obra, de los maravedís que el dicho Fernand López es obligado a pagar del alcance que el dicho señor Martín Alfonso fizo a la obra, segund se contiene en el fin e quito. De los cuales dichos diez mil e nuevecientos e veinticinco maravedís el dicho Martín Alfonso se tovo por contento e otorgó carta.
E luego el dicho maestro Vincencio dijo que pues el dicho señor Fernánd López le salía e salió por los dichos diez mil e nueveceintos e veinte e cinco maravedís que el dicho maestre Vincencio se tovo por contento e dio por libre e quito al dicho señor Martín Alfonso, así de la obligación que de él tenía de los órganos pequeños que fizo en el coro.
Obligáronse en todos e diéronse fin e quito, segund e por la forma susodicha juraron en forma”.
Los testigos fueron: Francisco Fernández, hijo de Pedro Rodríguez, criado del sacristán; Alonso del Rosal, hijo de Miguel de Cañete, en Santa Marina, y Alonso Díaz, hijo de Andrés Díaz, vecino en Santa María.
Nada más sabemos de los órganos construidos por el maestro Vicenzo para la catedral cordobesa y de su posible arquitectura y disposición de registros siguiendo los modelos italianos de la época.
En 1497, finalizados los órganos, grande y pequeño, construidos para la catedral de Córdoba, el maestro Vicencio fue llamado por el cabildo de la catedral de Sevilla para revisar los órganos de esa institución, por cuyo trabajo recibió 12 doblas castellanas (4.380 maravedís). Parece que se asentó en esta ciudad, ya que en un padrón de la collación hispalense de San Vicente (sin fecha, siglo XV) se recoge: “María de Traço, mujer de maestre Vicente, organero, juró, porque su marido está enfermo, que no tiene bienes e los vecinos dijeron que no sabían más”.
Este trabajo se ha realizado dentro del Proyecto de Investigación CateCArq. La arquitectura y los usos y costumbres de las catedrales de la provincia eclesiástica de Toledo hasta el concilio de Trento, liderado por Eduardo Carrero Santamaría [PID2023-149168NB-I00].