Paisaje sonoro en la cárcel de mujeres
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Resumen
El testimonio de Cristóbal de Chaves, en su Relación de las cosas de las cárcel de Sevilla y su trato, nos acerca a los sones de la música popular que tenían lugar en la prisión de mujeres, separada de la de los hombres, pero en el mismo edificio. Ellos las seducen con cantares germanescos a los que las presas responden cantando acompañándose de guitarras e idiófonos improvisados.
Palabras clave
canciones populares , bailes populares , proyecto mujeres y redes musicales , presos , guitarrista , tañedor de sonaja , tañedor de tejoleta (pedazo de barro cocido) , tañedor de adufe (pandero cuadrado) , Cristóbal de Chaves (escritor) , Pedro de León (jesuita, escritor)
El procurador o abogado de la Audiencia Cristóbal de Chaves, en su Relación de las cosas de las cárcel de Sevilla y su trato, escrita entre 1585-1597, nos proporciona también testimonio de los sones de la música popular que tenían lugar en la prisión de mujeres, separada de la de los hombre, pero en el mismo edificio. Las presas son requebradas a través de las celosías: “cantan sus cantares germanescos desde la reja y responden ellas y por guitarra o hasta hacer el sonecillo con los grillos o con una tejoletas, o cuchillos en las rejas muy lindo… dan músicas de dentro a la reja y a ellas también no les falta su guitarra”. El jesuita Pedro de León (1544-1632) fue capellán de la Cárcel Real de Sevilla, entre 1578 y 1616, donde coincidió con Cervantes cuando estuvo preso en ella entre septiembre y diciembre de 1597, periodo en el que, según el prólogo de su obra, “engendró” El Quijote. En su Compendio de algunas experiencias en los ministerios que usa la Compañía de Jesús, terminado de redactar en 1616, nos completa la información tanto del recinto carcelario como de las mujeres que en él residían: “A la entrada de la cárcel, a mano izquierda [recursos: Diseño. Letra Y; Planta. Letra B; Demostración mitad norte. Letras C, D, E] está la cárcel de mujeres, con tres puertas de madera. Las dos son rejas. Dentro hay su patio y agua de pie, capilla y enfermería y aposento donde está la beata que las rige (si puede), si bien cuando era la que yo puse allí, que era la que convenía, muy a raya las tenía. Tienen sus muy reñidas pendencias entre sí, y andan luego a la greña... y en un punto se están ardiendo, y en otro punto se están riendo y cantando y bailando, con adufes y sonajas...”