Procesión de la cofradía del Nombre de Jesús
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Palabras clave
procesión , fiesta de cofradía , proyecto cofradías , cofradías penitenciales , cofradías de disciplina , cofradías con otras advocaciones , cofradías cerradas , presos , cantores , ministriles , Pedro de León (jesuita, escritor) , cofradía del Nombre de Jesús de la cárcel de Sevilla
El jesuita Pedro de León (1544-1632) instituyó en la cárcel pública de Sevilla una peculiar cofradía de penitencia en los años que fue capellán en ella (1578-1616). Comenzó siendo una cofradía contra la blasfemia que celebraba sus fiestas con música y terminó como cofradía de penientes cuya procesión desfilaba el Viernes Santo por el interior de la cárcel, con disciplinantes e insignias. Así es descrita por su fundador: “Procuré con muchas veras estirpar el abuso notable que había en las cárceles de jurar y blasfemar, predicándoles de los males y daños que han venido al mundo por este vicio. Y para más obligarlos, hice una cofradía o congregación del nombre de Jesús contra los juramentos, en la cual se asentaron todos los que actualmente estaban presos entonces, y se iban asentando los que de nuevo entraban y estaban algún tiempo presos; y se avisaban unos a otros cuando se oían jurar, que era una de las reglas de la cofradía, y aprovechaba mucho este cuidado, e hiciéronse algunos años las fiestas con mucha música y muchos señores de los oidores y alcaldes, que se hallaban en ellas; y alguna vez el señor Regente y el Asistente y los treinta de la Congregación que después se instituyó y a la Misa comulgaron estos caballeros y algunos de los presos, cosa que causaba mucha devoción, predicándoles a las Misa algunos de los Nuestros. Y llegó a tanto su devoción que no se contentaron los presos con que fuese esta cofradía para estorbar pecados, no jurando, sino para hacer penitencia de lo que habían jurado, y el Viernes Santo hacían por dentro de la cárcel su procesión de azotes y sus insignias, como si fuera por las calles y con mucha sangre, y azotábanse con tal denuedo que hasta caían por ahí desmayados. No había quien les quitase las diciplinas de las manos y era tan de ver la procesión, que venían gentes de fuera de la cárcel a verla, y decían que no había ninguna tan devota con sus pasos de la pasión y su estandarte y sus bocinas y muy gran número de disciplinantes, todos presos, y con muy grande concierto, y a la verdad como era dentro de la cárcel parecía que tenía un no sé qué de correspondencia con los azotes, que le habían dado a Nuestro Señor Jesús en la cárcel y prisión. De lo que sobraba de la cera y del gasto para la fiesta se sacaban presos de deudas o de los que estaban por algunas costas; y todos estos gastos eran de las penas que se les llevaban a los que juraban, y de lo que dentro de la misma cárcel se juntaba de limosna que pedían así los que venían a ver los presos, como de lo que se les pedía a ellos mismos”.
Miguel de Cervantes debió estar presente en esta peculiar procesión en 1598, ya que ese año la Semana Santa cayó en la fecha más temprana que puede hacerlo, celebrándose el Viernes Santo el día 20 de marzo.