Paisaje sonoro del Arenal de Sevilla
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Palabras clave
bullicio en la calle , gentío
Cervantes ubica en el mercadillo de Malbaratillo una de las escenas de su novela ejemplar Rinconete y Cortadillo. En él venderan los protagonistas parte de lo robado en su llegada a Sevilla. El baratillo, como habitualmente se le conocía, se encontraba en el Arenal, cerca de la puerta del mismo nombre. En este mercado se vendían todo tipo de ropa, menudencias y artilugios para una clientela formada principalmente por los numerosos marineros que llegaban a la ciudad, principal puerto español en el siglo XVI. En esta especie de gran rastro, trapicheaban también los pícaros con sus mercancías robadas. La combinación de su carácter mercantil y portuario lo convertirían en uno de los lugares más bulliciosos de la ciudad con un rico y variado catálogo de sonidos que Cervantes debía conocer muy bien, dado su cargo de “comisario real de abastos” de cereales y aceite en Andalucía, con la tarea de recaudar provisiones para la Armada Invencible y los galeones de la Flota de la carrera de Indias. Diferentes imágenes históricas reflejan esta zona de la ciudad, las cuales nos permiten imaginar y trasportarnos a su particular y caleidoscópico universo sonoro. Lean y disfruten del pasaje cervantino al que hemos hecho alusión:
“Habíanse despedido, antes que el salto hiciesen, de los que hasta allí los habían sustentado; y otro día vendieron las camisas en el malbaratillo que se hace fuera de la puerta del Arenal, y de ellas hicieron veinte reales. Hecho esto, se fueron a ver la ciudad; y admiroles la grandeza y suntuosidad de su mayor iglesia, el gran concurso de gente del río, porque era en tiempo de cargazón de flota y había en él seis galeras, cuya vista les hizo suspirar y aún temer el día que sus culpas les habían de traer a morar en ellas de por vida. Echaron de ver los muchos muchachos de la esportilla que por allí andaban; informáronse de uno de ellos qué oficio era aquel y si era de mucho trabajo y de qué ganancia.
Un muchacho asturiano, que fue a quien le hicieron la pregunta, respondió que el oficio era descansado y de que no se pagaba alcabala, y que algunos días salía con cinco o seis reales de ganancia, con que comía y bebía y triunfaba como cuerpo de rey, libre de buscar amo a quien dar fianzas y seguro de comer a la hora que quisiese, pues a todas lo hallaba en el más mínimo bodegón de toda la ciudad”.
Servía esta zona también de estercolero, acumulándose las inmundicias de la ciudad en el llamado monte del baratillo que igualmente se puede apreciar con toda claridad en la variada iconografía urbana de Sevilla. En el número 23 de la actual calle Trajano pueden encontrar uno de los paneles cerámicos conmemorativos del tercer centenario del fallecimiento de Cervantes dedicado a este lugar.