Tañido de las campanas de los relojes de las iglesias de San Marcos y de San Lorenzo
Ruiz Jiménez,
Juan
Real Academia de Bellas Artes de Granada
0000-0001-8347-0988
Resumen
Los relojes colocalos en distintas iglesias de Sevilla fueron instalados por el cabildo de la ciudad, el cual era el encargado de su mantenimiento. Sus campanas se sumaban a la que existía en la Giralda para ordenar la vida ciudadana y eran uno de sus principales soundmarks de su entramado urbano.
Palabras clave
tañido de campanas , cabildo de la ciudad , Diego Flamenco (relojero) , Juan Salado (relojero) , Matías del Monte (relojero) , Thomas Hatton (relojero) , José Manuel Zugasti (relojero) , reloj , Miguel de Cervantes Saavedra (escritor)
En la segunda mitad del siglo XVI, dos nuevos relojes instalados por el cabildo municipal en los campanarios de las iglesias de San Marcos y de San Lorenzo se sumaban al que ya existía en la torre de la Giralda para ordenar la vida ciudadana, incrementando los soundmarks característicos de la ciudad.
http://www.historicalsoundscapes.com/evento/964/sevilla/es.
http://www.historicalsoundscapes.com/evento/677/sevilla/es.
Las localizaciones habían sido estratégicamente elegidas, ya que triangulando con la Giralda serían audibles en toda la trama urbana hispalense.
En 1553, se colocaba el reloj en la torre de la iglesia de San Marcos, el cual estaba provisto de una campana con una inscripción latina que traducida al castellano decía:“Nada hay más veloz que el tiempo y para que no se malgaste señala, o insigne Sevilla, a tus moradores las horas. El senado y el pueblo de Sevilla cuidó de construir este reloj con sus caudales para el bien público el año de Cristo Salvador de 1553”.
Como responsable del mantenimiento de los nuevos relojes instalados en las torres campanario de las iglesias de San Marcos y de San Lorenzo, el cabildo tenía asalariado un maestro relojero que, en 1576, era Diego Flamenco. En esa fecha tenía un salario anual de 18.000 maravedís por el cargo de “concertar los relojes”.
En 1589, los relojeros Juan Salado y Matías del Monte elevaban la siguiente petición al cabildo municipal: “decimos que por mandato de vuestra señoría tenemos encargo de concertar los relojes desta ciudad como maestros en dicho arte los cuales habemos concertado y gastado nuestro dinero en aderezarlos. Y porque cada día se ofrecen cosas que aderezar en ellos en que es necesario gastar dinero. Y pedimos y suplicamos a vuestra señoría atento lo susodicho nos mande librar... a cuenta de nuestro salario porque cualquier otro maestro que los aderezase se le había de pagar lo que gastara en ello, por estar muchas piezas quebradas las cuales se han de [hacer de] nuevo y nosotros no pedimos se nos mande librar sino por cuenta de nuestro salario...”
No tenemos constancia de la fecha precisa de instalación del reloj de la iglesia de San Lorenzo, pero como hemos visto ya se encontraba funcionando en la segunda mitad del siglo XVI.
La antigua maquinaria del reloj de la iglesia de San Marcos fue sustituida por una nueva construida por Thomas Hatton, en Londres, según se lee en su esfera, la cual fue estrenada el 13 de junio de 1776. Tres años antes, este relojero inglés había escrito su tratado An Introduction to the Mechanical Part of Clock and Watch Work (London, 1773). En la citada esfera está escrito también el nombre de Eugenio Escamilla, nombrado relojero por el cabildo municipal el 25 de febrero de 1789.
El actual reloj del campanario de San Lorenzo fue construido en Bilbao por José Manuel Zugasti y se colocó en la torre en 1853.
A colación del bello campanario de la iglesia de San Marcos, podemos mencionar una curiosa anécdota relacionada con el escritor Miguel de Cervantes, producto de la tradición y la leyenda. Pascual Madoz, en el Diccionario geográfico-histórico-estadístico de España, recoge la siguiente noticia:
“La mencionada torre de esta iglesia [San Marcos] encierra grandes y dulces recuerdos para los amantes de nuestra literatura, pues a ella subía muy a menudo Miguel Cervantes Saavedra, cuando vivió en Sevilla en la humilde condición de soldado, con objeto de ver la cercana de Isabela, donde moraba la mujer que más amó”.
Nada se ha podido deducir sobre la procedencia de esta noticia que, evidentemente, todos han querido relacionar con el personaje central de su novela ejemplar La española inglesa y con algunos datos biográficos del escritor (entre ellos el hecho de que la hija natural de Cervantes se llamara Isabel). Asensio y Toledo, igualmente sin citar fuente alguna, da por seguro que Cervantes “vivió a la entrada de esta calle [Santa Paula]”. Díaz de Benjumea, en su libro La verdad sobre El Quijote, señala que en la lista de un recuento de armas hecho en Sevilla, en la época en la que Cervantes vivía en Sevilla, se lee el nombre de un Miguel de Cervantes huesped de un mesón cercano al dicho convento de Santa Paula. La leyenda incorpora también la hipótesis de que la enamorada de Cervantes fuera una monja profesa en Santa Paula, en alusión a la que el escritor refiere como una extraordinaria cantora. Norberto González Aurioles se encargó de desmontar todos los supuestos de esta fábula en su opúsculo Cervantes y el monasterio de Santa Paula, de Sevilla.